Este verano, coincidí con Carlos Núñez en el Castillo de Monterrei, en
Ourense, donde ofreció un concierto de
largo recorrido musical en el que la música celta tuvo su protagonismo
. Al finalizar conversamos y salió a relucir su libro "La hermandad de
la música celta" (Espasa) que acaba de salir a la venta.
Foto Sandra Alonso
Durante la conversación me
"pidió permiso" para incluir en él una anécdota que conté en mi libro
"Historias, Histerias musicales y Anécdotas Musicales", y en varios
reportajes sobre la música celta, sobre el primer Festival Internacional de la
Música Celta de Ortigueira celebrado el 30 de julio 1978. que había inaugurado
Emilio Cao con su Fonte de Araño( 1977), recientemente re editado en vinilo,
que fue el que "iluminó" el desembarco de la música celta en Galicia
con un prólogo del "druida" bretón Alan Stivell.
También habían participado en el primer festival Antón
Seoane y Rodrigo RomanÍ, con el disco "Milladoiro". Ambos del sello
gallego Abrente que servidor había puesto en marcha.
La anécdota en cuestión, a la que di
el titular de " El Eructo Étnico" fue la siguiente:
" Dos grupos y artistas de la productora gallega Abrente, que había
inoculado el "virus" celta en
la música gallega eran los encargados de inaugurar el Festival de Ortigueira,
Emilio Cao y Antónn Seoane y Rodrigo Romaní.
Allá fui encontrándome con un
ambiente trashumante que "alteraba" la tranquila convivencia de esta
hermosa villa de aproximadamente 10.000 habitantes que acogía otros tantos visitantes que, con
colgantes y distintivos celtas y mochilas a la espalda abarrotaban
campos,playas,pinares, calles y bares de Ortigueira.
Paseando por un pinar próximo a la
playa, observe una aglomeración de gente en torno a un árbol...Pensé, para mí,
con guasa, que tal vez, "era una
cola para cambiar el agua al canario". Al aproximarme a aquella reunión de
gente, escuché intermitentes y sonoras
carcajadas que aceleraron el paso para conocer el origen de aquel
cachondeo.¡Menuda Coña!.
Con cara de "pasmao" me
uní al foro para presenciar y participar de la fiesta que tenía como
protagonista un hombre de edad media vestido con indumentaria "indefinible",
larga melena y poblada barba, con pequeñas y redondas gafas oscuras ,sentado
con las piernas cruzadas, al estilio indio, que tenía colgando un cartel en el
que se podía leer : "SE DAN GRITOS CELTAS POR CINCO DUROS".
¡Menudo jeta!, pensé con la sonrisa pertinente, ante la ocurrenci del avispado personaje y quise entrar en el
juego depositando los cinco duros correspondientes en un sombrero de ala ancha
que estaba repleto de monedas.
Una vez que pasé por el
"sombrero", este "juglar del grito" se levantó
impertérrito y con toda la seriedad del
mundo ,lanzó al aire un gutural ¡Uuuggghhh", para volver a sentarse
nuevamente mientras los curiosos nos tronchábamos de risa , al tiempo que, el
"personaje", ni movía un músculo de la cara, manteniéndose impávido
hasta que de nuevo una moneda caía en el sombrero y lo ponía en movimiento para
lanzar a los cuatro vientos su "eructo étnico".
Dicho esto, comparto, por haberlas vivido, las múltiples reflexiones que
Carlos Nuñez desarrolla en su interesante libro "La hermandad de los
celtas".
Comparto con él la "sensación" de que la gente tenía una visión
de la música celta muy superficial y de los celtas más aún.
Cuando puse en el escaparate promocional el disco "Fonte do
Araño" (1977) refugiándome en el prólogo de Alan Stivel, recurrí al
"Leabar Gabala", el "Libro de las Invasiones de Irlanda",
traducido por Manuel Murguía, que entre los límites de lo real y lo legendario,
narra la "visión" que Ith, uno de los diez hijos de Breogan,
tuvo desde la "Torre
Brigantia" -- Torre de Hércules -- de unas tierras más allá del horizonte
hacia donde zarpo llegando a las tierras "visionadas", a las que lla
"Eirin", Irlanda.
El "argumento promocional" permitió la comparación de "semejanzas"
de la música gallega con la de Irlanda, Escocia o Bretaña, países
pertenecientes a la plataforma celta, donde la música celta se había preservado
como signo distintivo de una cultura.
Como esperaba, la comparativa empezó
a llamar poderosamente la atención, provocando artículos y comentarios
diversos, a favor y en contra del celtismo en
la música gallega, que empieza a ser escudriñado por parte del sector
más purista de la cultura gallega, levantando incluso un duro debate que se
extendió a áreas más complejas que las puramente musicales.
Cuenta Carlos Núnez en su libro que cuando tenía 23 años Manuel Fraga le
dijo: "Núñez no está demostrado científicamente la
existencia de los celtas». Yo le respondí: «Tampoco está demostrado
científicamente que quien está enterrado en la Catedral de Santiago sea el apóstol".
A pesar de las dudas, de las demostraciones
científicas sobre la existencia de los celtas, el caso es que el fenómeno de la
música celta gallega logró un protagonismo en la aldea global de la música folk. En sus
inicios, tras la llegada del disco "Fonte do Araño" de Emilio Cao,
fueron numerosos los grupos que acudieron a esas "raíces". Escribía
en la Voz de Galicia Anxeles Penas:
Cecais nin o propio Nonito Pereira,
productor de esta música ao traverso de Abrente, unha iniciativa importante
para nosa terra, poido sospeitar o verdadeiro alcance do que promovía..."
Pues sí, porque negarlo Pero la realidad al día
de hoy es que el "celtismo musical gallego", sigue su camino con
numerosos festivales, con artistas como Carlos Núñez y grupos como Luar na Lubre, que siguen caminando por él mundo adelante, con éxito, por esta autovía musical.
En la entrevista realizada por Montse García para La Voz de
Galicia sobre este libro, de lectura recomendable, ante la pregunta de si la
música celta corre peligro, Carlos responde al respecto :
¡ Ojo, ya hay un par de generaciones que han desconectado de lo nuestro y en Galicia, también. Piensan que para lo que todo es gallego ya se encarga la Xunta. Ha habido una modernidad mal entendida, que fue abandonar lo nuestro... y América, América,
América. Sentiré pena de que Galicia deje caer una marca nuestra y vendedora
como es lo celta. El Camino de Santiago está bien amortizado, pero la música
celta no. Andalucía vende dólmenes, y Galicia festivales de rock.
Estamos perdiendo
lo que mejor funciona para exportar lo nuestro y, si Galicia no espabila, otras
zonas de España pueden tomar la bandera. Y añade..."¿Por qué vamos a dejar caer una marca de prestigio que es nuestra? Sería
como si Andalucía dejase caer la marca flamenco.
Las investigaciones y
el trabajo interdisciplinar que hemos hecho con arqueólogos, lingüistas,
musicólogos me han enseñado que hay mucho más detrás y que esto que llamamos
música celta es un fenómeno de larga duración, que lleva miles de años
actualizándose y reinventándose.
Estamos hablando de unas músicas que tienen
una profundidad, ¿qué género de música hoy se puede permitir hablar de miles de
años de viaje en el tiempo?.
Entonces, tenemos una herramienta para dar a conocer nuestro país de cara al mundo maravillosa.
Personalmente, le doy toda la razón.