HISTORIA,
CON "HISTERIAS" INCLUIDAS, DE UN JURADO PARA ELEGIR EN 1978 UN
REPRESENTANTE ESPAÑOL PARA EUROVISIÓN.
En
la elección del representante español en el próximo Festival de Eurovisión en
Kiev. que recayó en Manel Carrasco, hubo
de todo... corte de mangas, abucheos, gritos de tongo y "fans encolerizados"
que incluso quisieron agredir a un componente del jurado. Tanto es así que el
follón generado en los estudios del "eurocasting" llegó hasta el
Congreso de los Diputados, convirtiéndose en un Asunto de Estado y la amenaza
de emprender acciones legales por parte de los representantes de Mirela que
denuncian la conexión previa de un componente del jurado con una compañía de
discos para "amañar" los resultados.
Los
compañías de discos siempre estuvieron en el "ojo del huracán" a la
hora de "presionar" a los jurados y para evitar estas presuntas recomendaciones
en la elección del representante español en Eurovisión, TVE decidió llamar a
los especialistas musicales para que formaran parte del jurado y así eliminar
el supuesto "mangoneo" de las compañías discográficas.
En
este artículo relato los acontecimientos vividos durante la celebración de la
XXIII edición del Festival de Eurovisión en el que el cantante José Velez y la
canción Bailemos un Vals representaron a España en Paris el 22 de abril
de 1978 que tuvo lugar presentación español."Peripecia" en la
que se vio involucrada la representación española, de la que formaba parte junto a
varios periodistas musicales desplazados a la ville
lumiere para
informar sobre el evento.
Un buen día recibo la llamada de José Luis Urribarri, que ejercía
en ese momento como Relaciones Publicas de TVE. José Luis me comunica que había
sido elegido como uno de los jurados que debían seleccionar el artista y la
canción que defendería el honor
patrio musical en Paris,
ciudad donde se celebraba el festival.
Acepto el nombramiento y en día y hora señalada me presentó
en los estudios de Prado del Rey preparado para la audición de un lote de
canciones que habían superado el filtro –muy flexible por cierto–, de la preselección.
No solo se había guardado en
secreto el nombre de los que íbamos a formar parte del jurado, para
evitar que las compañías discográficas tuvieran contacto previo con nosotros, sino también
sobre el material presentado. Acababa de empezar la nueva era del pop español y
la dirección de la televisión pública quiso dar credibilidad a la elección
involucrando a los especialistas musicales para eliminar los mangoneos de las compañías discográficas, que
pujaban para que el dedo señalara a su artista como el elegido.
"SIN COMENTARIOS"
Durante tres horas nos sometieron
a un auténtico "suplicio", teniendo que digerir en ayunas bastantes
temas duros de escuchar. Tras
la primera audición de todo el material, el jurado pidió tiempo para tomarse un
descanso que fue concedido previa lectura de cartilla por parte de Urribarri al
respecto de guardar silencio ya que, según le habían comunicado, la cafetería
estaba abarrotada de representantes de las discográficas que esperaban
expectantes la votación final. Una presencia que nos obligo a retirarnos
rápidamente a la sala para seguir con la votación.
De nuevo en el tajo,
reemprendimos las deliberaciones encaminadas a la elección de los cinco temas
que considerásemos más aptos, para posteriormente elegir al representante
español en Eurovisión. En el tramo final de la votación se destacaron por
encima de los restantes José Vélez con Bailemos
un vals –compuesta por
Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, el Dúo Dinámico, autores del La, La, La–, y el otro, mi buen
amigo Pepe Domingo Castaño con Mi
pueblo, canción de propia autoría. Ambos recibieron el mismo número de
votos, por lo que hubo que ir a un desempate en el que, tras largo tiempo de
deliberaciones, fue elegido el cantante canario por un muy escaso margen de
diferencia.
Ya por la noche, en el pub que
regentaba Chema Suárez, hermano de Adolfo Suárez, me encuentro con Pepe Domingo al que
noto cariacontecido por la votación final del jurado. Trato de explicarle lo
competida que había sido la elección e incluso algún motivo alegado por
miembros del jurado, como que la canción de Mi pueblo sonaba a himno de la UCD.
¡Si quieres arroz Catalina!... Fue peor el remedio que la enfermedad.
París bien vale... una amenaza de
bomba
Gabriel González, del
departamento de promoción de la compañía de discos Columbia, a la que
pertenecía José Vélez, me hace llegar una invitación para viajar a París y
presenciar el Festival de Eurovisión, que tendría lugar el 22 de abril en el
Palais des Congrès. La expedición española, compuesta aproximadamente por
quince personas entre periodistas musicales y directivos de TVE, entre los que
figuraba Ricardo Suárez, hermano del presidente, se alojó en el hotel Concorde
La Fayette Meridienne, integrado al Palais des Congrès, con el que se comunicaba
con unas galerías llenas de tiendas de moda de renombre.
Tras dejar el equipaje en el
hotel, parte del grupo fuimos a visitar los estudios de la RTL (Radio
Televisión Luxemburgo) en París, una emisora que recogió en lo musical la
herencia de Radio Carolina, la legendaria emisora pirata que me había
abastecido de música transistorizada a principios de los años 60. No pude
por menos que sentir una añeja nostalgia al entrar en unos formidables estudios
con un despliegue técnico desconocido por mí hasta aquel momento. De
allí, al recinto, para asistir a los ensayos de los 20 participantes entre los
que, además de José Vélez, se encontraban las españolas Maite Mateos y Maria
Mendiola, el dúo Baccará, que representaban a Luxemburgo con el tema Parlez-vous française.
Al acabar los ensayos, y tras
hacer la consiguiente porra en la que el cantante canario
figuraba entre los favoritos, los expedicionarios disfrutamos de tiempo
libre hasta dos horas antes del festival, momento en el que debíamos reunirnos
en el hall del hotel para dirigirnos al Palais de Congrés. Como las
habitaciones ocupadas por la representación española estaban en la misma planta,
al llegar a la ocupada por José Vélez, que estaba abierta, lo íbamos saludando
para desearle suerte. En un momento dado, y con cinco personas en su interior
que lucia un espléndido centro de frutas, obsequio de la organización, suena el
teléfono y Manolo Sánchez, manager de Vélez, atiende la llamada indicándonos
con gestos que bajáramos el tono de voz mientras la seriedad se apoderaba de su
cara. Al colgar, Manolo se dirige a quienes estábamos en la habitación para
anunciarnos que se había recibido una amenaza de bomba.
Instintivamente las miradas se
dirigieron hacia un aparador lleno de cestas de fruta y flores, gentileza de la
dirección del hotel, mientras que un "¡que no cunda el pánico!" se
escuchó en la habitación, con entonación que quería ser jocosa pero que
en realidad denotaba la intranquilidad generada por la noticia. Desalojamos la
habitación de José Vélez de manera apresurada, aunque sin espantada. Quién más
quien menos dirigiendo la mirada al centro de frutas, lugar idóneo para ocultar
la bomba. La bronceada tez de Vélez se tornó rosa pálido, que hacía juego con
su flamante traje blanco, y guardo la exhibición dental de su sonrisa eterna
tras la seriedad que imponía la situación.
Al poco tiempo, una nube de
gendarmes hizo su aparición en el pasillo, conminándonos a que abandonáramos
toda la planta al tiempo que llegaban los artificieros. Fuimos a parar al bar
del hotel donde las cábalas sobre la autoría apuntaban a ETA o el GRAPO, aunque
al final fuentes bien informadas señalaron como responsables del amenazante
aviso a una facción separatista canaria, aprovechando la visita de su
paisano. Controlada la situación tras revisar todas las habitaciones ocupadas
por la representación española, la policía permitió el acceso a las mismas,
aunque fueron pocos, creo que ninguno, los que subieron a ellas, optando por
unos tranquilizantes en el pub del hotel antes de
dirigirnos al recinto donde se celebraba el festival.
A pesar
de los nervios innatos de toda actuación y los adquiridos en los momentos
previos a la misma a causa de la amenaza de bomba, Vélez defendió con soltura
la canción consiguiendo 65 puntos que lo colocaron en el noveno lugar, mientras
que las Baccará quedaban en el séptimo puesto. Azhar Cohen and Alphabeta, con A-Ba-Ni-Bi, lograba 157
puntos, y se proclamaba ganadora, siendo por primera vez en la historia que
ganaba Eurovisión, Israel, un país no europeo. Hoy, Bailemos un vals se ha convertido en un clásico del
repertorio de las orquestas en las
verbenas.