El
tiempo vuela y los recuerdos permanecen y actualizan vivencias desde la nostalgia.
Pocos
días antes de morir Antonio Cruz,, "El
Peri" batería de Los Tamara, ,
estuvimos tomando un aperitivo juntos y "picando" en historias,
anécdotas y aventuras vividas --algunas compartidas --durante su estancia en
Los Tamara. Peri estaba ya "muy tocado" fisicamente y aún así en sus
ojos brillaba la ilusión a la hora de repasar sus vivencias. Hasta me pidió un
pitillo, él que ya no fumaba,diciendóme algo así como …"para el tiempo que
me queda…Lo tomé en broma , porque, aunque estaba enfermo, yo no esperaba que
dos días más tarde, el 29 de junio falleciera.
En la charla, salió a relucir, como no, Pucho y me recordaba
como pocos días antes de morir, Pucho fue visitando a los amigos, como si ya
estuviera "despidiéndose"…El, hizo lo mismo hace ocho meses.
Han
pasado cerca de 56 años de mi primer encuentro, cara a cara, con Pucho Boedo, y
estas secuencias que a continuación se pueden leer, son
algunas en las que él y yo, caminamos por los senderos de la amistad
hasta su muerte el 26 de enero de 1986, hace ahora 30 años
CÁNTALA OTRA VEZ PUCHO…!
NOCHES DE “CASABLANCA”
Conocí a Pucho una noche de “cabaret” madrileña de
1961.Aunque plenamente integrado en el ambiente de la gran ciudad, uno
andaba con la morriña a cuestas, y a poco que la oportunidad lo permitiera,
ejercía de gallego con visitas al Centro Gallego de la calle Carretas y a bares
donde el producto (vino turbio do Ribeiro incluido) llevará la denominación de
origen de la tierra. Nunca canté más gallegadas que durante mi época de
estudiante en Madrid.
Recuerdo que me había comprado en Discos Algueró un
E.P. del quinteto gallego Los Españoles que llevaba por título Baile
el twist con Los Españoles y que incluía las
canciones Bailando twist, Chiquitina, Que tengas suerte y Todo el amor del
mundo. Cada vez que iba de guateque lo llevaba conmigo y, cuando veía anunciada
su actuación en alguna sala de fiestas madrileña, sufría un bajón anímico
por no poder ir a verlos. Mi economía estudiantil me tenía prohibido alternar
en esos circuitos sólo para adultos.
Un día, leo en el tablero de anuncios de la Sala de
Fiestas Casablanca la actuación de otro grupo gallego, Los Tamara.
Eran, junto a Los Españoles, uno de los combos de más prestigio de
las noches madrileñas. ¡Pena de no poder verlos! El precio de la entrada
era lo suficientemente elocuente para alejar de mi cualquier tentación. No
obstante, me quedé con la copla por sí surgía alguna oportunidad para ver
y oír a mis paisanos que, sin conocerlos personalmente, me traían recuerdos de
mi tierra trasladándome mentalmente a la Sala de Fiestas del Seijal o alguna
verbena donde habían tocado.
La oportunidad llegó cuando recibí en la residencia la
llamada de un familiar que estaba de paso en Madrid y me invitaba a cenar
con él. Mientras ponía al día el hambre atrasada en el Schotis – restaurante de
la Cava Baja donde trabajaba de camarero el hoy famoso Lucio --,
dejo caer el anuncio de la actuación de Los Tamara en la Sala de Fiestas
Casablanca para introducirla en el recorrido de la noche madrileña, como así
fue. Iríamos a Casablanca pero antes pararíamos en la Gran Vía para que nos
hicieran un agasajo postinero en Chicote, parada y fonda
de la intelectualidad y de las chicas guapas. Allí nos tomamos un café y unas
copas para seguir camino al Casablanca.
Era la primera vez que entraba en una sala de fiestas
en Madrid y el ambiente era nuevo para mí. El local estaba abarrotado y sólo
con propina logramos una mesa en las proximidades de la pista, que estaba
repleta de parejas bailando al son de una orquesta. Había unas mujeres
despampanantes que iban de un lado para otro saludando a los clientes masculinos
y esperaba que se acercaran a nuestra mesa para poder invitarlas a bailar.
Al cabo de poco tiempo de estar instalados en la
mesa, el grupo que está sobre el escenario toca el tema Té para
dos (con el tiempo y nuevas visitas a salas de fiestas llegaría a la
conclusión de que este tema era la consigna para el cambio de
orquestas) mientras la plataforma empieza a girar hasta que en su lugar
aparecen, también interpretando la misma canción, Los Tamara con
Pucho Boedo y otro cantante, creo que recordar que filipino, que se encargaba
del repertorio moderno.
La pista, vacía durante el cambio de orquestas, vuelve a llenarse con
las canciones de Los Tamara y yo, en vista de que ninguna chica se acercaba a
nuestra mesa, me dirijo hacía la barra e invito a una a bailar. Me mira de
arriba a abajo y después de la inspección me despide con un “eres muy joven
para estar aquí…”
Regreso a la mesa y sigo de cerca, pero sentado, las evoluciones de un
Pucho Boedo que, mientras canta, no deja de saludar a la gente y de dedicar
canciones a sus paisanos de La Coruña, Orense, Vigo, Ferrol, Lugo... Una de
ellas cae en nuestra mesa y me hace sentir importante. Parecía que media
Galicia estaba dentro del Casablanca.
Nuevo cambio de orquesta y con él Pucho Boedo abandona el escenario y se da
una vuelta por la sala saludando a sus amistades. Cuando llega a nuestra mesa
me lo presentan y me quedo henchido de satisfacción. Sigue su recorrido
mientras mi familiar toca retirada. Visto y oído el primer pase de Los Tamara
era hora de marchar, pero, yo lo estaba pasando francamente bien, aunque fuera
de mirón, y hago saber mi intención de prolongar mi estancia un
poco más. Y allí me quedó, después de que mi familiar me arrimara, por encargo
paterno, un poco de dinero para llegar hasta fin de mes.
El sorbito de champán...
Al quedarme solo en la mesa, recibo de inmediato la visita del camarero
que, muy profesional, recoge los vasos vacíos y me pregunta que voy a
tomar. Me lo pienso y, con dinero fresco en el bolsillo, me lanzo a pedir un
whisky... El camarero, a la vista de mi juventud, se siente obligado a decirme
el precio de la consumición, que me pone colorado pero, con aires externos de
suficiencia, aguanto el impacto e insisto... ¡whisky por favor!
Mientras espero ser servido inspecciono el local recorriendo con mi mirada
el plantel de chicas cañón que allí hay y observo cómo una de
ellas, que está sentada en una mesa vecina, me aguanta la mirada. Llega el
camarero, me sirve la consumición y me da la nota para que pague de inmediato.
Así lo hago y cuando se retira me encuentro con la chica de la
mirada a mi lado pidiéndome fuego. Se lo doy y le ofrezco una silla,
al tiempo que recurro a los tópicos de presentación preguntando por su nombre.
Me lo dice, le digo el mío, y en la creencia de que es un diminutivo, me da el
suyo para darme confianza en el trato.
Pues eso… Empezamos a hablar y, en plena conversación, levanta un brazo
llamando la atención del camarero que se acerca a la mesa solícito. “¿Qué va a
ser?”, pregunta y sin darme tiempo a nada, la chica responde “¡ champán!”.
El camarero busca con la mirada mi aprobación, se la doy y, a los pocos
minutos, tengo sobre la mesa una botella de champán, y otra chica más
sentada a mi lado, que se incorpora a la mesa para acabar cuanto antes con la
botella.
Los Tamara regresan al escenario y me lanzo con una de ellas a
demostrar mis habilidades como bailarín –adquiridas a golpe de espejo en la
residencia– durante la interpretación de unos twist. Llega la tanda
de las lentas, Pucho Boedo coge el micrófono y yo me arrimo a mi pareja. En
esas estoy cuando Pucho dedica una canción a un amigo de La Coruña, al tiempo
que mira para mí. Me sale el orgullo y redoblo mi ansia exhibicionista sobre la
pista.
Sudorosos, hacemos un alto y nos dirigimos hacia la mesa para reponer
fuerzas y tomar una copa de champán. Me encuentro que con que la botella estaba
vacía porque la otra chica ha dado buena cuenta de ella. Ahora soy yo el que
levanta la mano para llamar al camarero y, en vista de que la noche se presenta
propicia para el ligue, pido otra botella más. El camarero la
sirve sin darme precio e invito a bailar a la otra chica.
De regreso a la mesa me encuentro con la segunda botella vacía y,
ante las insinuaciones recibidas por mis acompañantes de una noche loca,
entro al trapo y pido una tercera botella. Baile viene, agarrón va, la tercera
botella que vuela y Los Tamara que dan por acabado otro pase ante
los aplausos del público. Regreso a la mesa con mi pareja y después de negarme
a pedir otra botella de champán, mis acompañantes se van al servicio para,
según ellas, retocarse el maquillaje... Tan pronto se levantan de la mesa llega
el camarero a las proximidades con la intención de cobrar la factura de las
tres botellas de champán...
Pasan quince minutos y las chicas no vuelven. Las busco con la mirada y a
quién encuentro es al camarero que, con los brazos cruzados está a mi espalda a
la espera de que haga efectivo el importe de las consumiciones. Lo llamo y le
pregunto por el paradero de mis acompañantes... Lo que oigo me deja
tocado de ala... “¿Se refiere usted a las señoritas que estaban en la mesa?”,
responde con respetuoso cachondeo el camarero... “¡Ya hace un buen rato que se
marcharon!”.
Pone la nota de las consumiciones encima de la mesa y hace la estatua
sometiéndome a un control riguroso mientras trato de digerir, a golpe de
auto reproches, el plantón.Mi amor propio queda hecho trizas ante la evidencia
y, asumiendo el papel de pardillo que me corresponde, hago un repaso
mental de mis finanzas al tiempo que ojeo la nota, cuya cuantía es tres veces
superior al dinero que tengo. El camarero, avezado en estas lides, debe de
percatarse de mis ruinas y mantiene una actitud vigilante. ¡No se
separa de mí! Me levanto, voy al servicio y él viene conmigo hasta la puerta...
La verdad es que lo tengo muy negro. Vuelvo a la mesa escoltado, me siento y
espero... No sé el qué, pero espero. El espectáculo acaba, la gente
empieza a marcharse, se encienden las luces de la sala y se acerca la hora de
la verdad. El camarero recoge las mesas de mi entorno y se encara conmigo para
que le pague.
Que sea lo que Dios quiera…-Mire usted -le digo con cara compungida- la
verdad es que no tengo dinero. Si le parece le dejo el carné de identidad en prenda
y mañana vengo a pagar...El camarero llama al maitre y lo pone
en antecedentes. Mientras, yo espero acontecimientos con el cuerpo bañado en
sudor y las piernas temblando En éstas estoy cuando aparecen por el
lateral del escenario Prudencio Romo, Enrique Paisal y Pucho Boedo. Pucho se
para a mi altura y me pregunta “Neno, ti que fas aínda eiquí?”. Con
aspecto desolado le cuento mi problema. Al terminar, Pucho se apiada de
mí y llamando al maitre, le dice que apunte mis consumiciones a su cuenta. Dicho
esto, me obsequia con un cariñoso “rapapolvos” --¿Pero a ti neno, como
se te ocurre facer iso? -- por mi inocente conducta que
me llevó a meterme en tal berenjenal con mis años,.y tras la "bronca paternal", me invita a que los
acompañe a tomar pollo frito a un mesón de la carretera de Alcobendas de donde
regresamos cuando amanecía.
Aquella muestra de amistad, por el mero hecho de ser
paisano, me quedó grabada para siempre e hizo que interiormente lejurara eterno agradecimiento.
Pasó el tiempo y, por esas cosas de la vida, nuestros caminos volvieron a
cruzarse. Ya como profesional de la radio y prensa musical tuve la
oportunidad de corresponder aquel gran favor que me había hecho...
MIÑA GALICIA VERDE
Pasaron
los años y cada vez que coincidía con Los Tamara en alguna sala de fiestas o
verbena, no dejaba de saludarlos, hasta que nuestros caminos se
encontraron en el plano musical, lo que sucedió cuando su compañía de discos
contacta conmigo para presentar en directo en el Playa Club, el disco de Los
Tamara “Miña Galicia Verde” –con poemas musicados de Rosalía de Castro,
Curros Enríquez y Celso Emilio Ferreiro.,en 1974..Me vuelco en esta
presentación, a la que acude desde Madrid Pepe Domingo Castaño, arrimando a mi
respeto y admiración por Los Tamara, el recuerdo de aquella deuda que tenía
pendiente con Pucho. La presentación fue todo un éxito .
Año y
medio más tarde, aproximadamente, Pepe Domingo Castaño rinde homenaje a Los
Tamara durante las fiestas de Santiaguiño do Monte en Padró y dada la amistad
que me unía con ellos, me toco hacerle entrega del obsequio recordatorio
correspondiente a Pucho. Fue esa noche cuando empezó a sentirse mal…En
1976 Paco Montero lo sustituye y meses más tarde el grupo se disuelve aunque
“revive” un tiempo después con el mismo nombre, pero sin sus componentes
originales.
EMPIEZAN LOS HOMENAJES: A CORUÑA
A partir de ahí, pierdo de vista a Pucho, aunque amigos mutuos me hablan de
que está en Mallorca actuando, entre las sesión y sesión de diálisis, en un
local de Palma propiedad de su gran amigo, el “betanceiro” Amador exjugador del
Atlético de Madrid y embajador de Galicia en Mallorca.
La enfermedad de Pucho lo mermaba
ostensiblemente sus capacidades físicas. La posibilidad de transplante se abría
como la solución más beneficiosa para su salud. En 1979, recibo en los estudios
de la Radio Felíz, la visista de Amador, que me pone en antecedentes de un
proyecto de homenaje a Pucho..Me cuenta su delicada situación, y no solo
física, derivada de una su enfermedad, que mermaba ostensiblemente sus
capacidades..La posibilidad de un transplante se abría como la solución más
beneficiosa para su salud.
Así pues, el homenaje que Amador estaba preparando en A Coruña, además de
pretender un reconocimiento popular a la larga e intensa carrera de Pucho, iba
también encaminado a recaudar fondos para facilitar dicha operación quirúrgica.
Sin dudarlo, pongo a disposición de Amador los medios a mi alcance –prensa y
radio –para promocionar el homenaje y acepto presentarlo con Carlos Tena de
Radio Nacional. Teníamos dudas sobre la afluencia de público, ya que cabía la
posibilidad de que hubiera “ caído” en el olvido y alguna que otra
“malintencionada” opinión que sobre él, todo hay que decirlo, tenían algunos
colegas de profesión, que aún siendo escasos, “enmerdaban” el proyecto.
Curiosamente, alguno de ellos, tras el éxito del homenaje , se proclamaba amigo
de Pucho de “toda la vida”. Cosas…
Poco a poco vamos conociendo los artistas que confirman su participación
desinteresada en el homenaje, gracias a una eficaz labor en Madrid de Fernando
Moreno el marido de Betty Missiego, amigo de Pucho y Amador.Los nombres de Juan
Pardo, Rocio Durcal, Betty Missiego, Los Tamara y Los Satélites, entre otros,
disipan las dudas sobre la afluencia de público, que al final llenó el Palacio
de Deportes. Desde toda Galicia y proximidades llegaron miles de personas
y los admiradores de Pucho Boedo hicieron cola para conseguir entradas
para el homenaje al cantante.
Tanto es así que horas
antes del concierto, rebasaban las más optimistas expectativas y hubo que
habilitar la grada posterior al escenario para que cientos de personas
que se habian quedado sin entrada pudieran participar en el homenaje. En las
afueras del Palacio de Deportes pude comprobar como un matrimonio de
Villafranca pagaba en el “reventa” 10.000
pts, por dos entradas que
en taquilla costaban 4.000.
El festival, celebrado el 5 de febrero, fue apoteósico, histórico diría yo,
y todo un reconstituyente moral para Pucho:”Nunca penséis que tivera tantos
amigos”, exclamaba Pucho emocionado ante las muestras de cariño de la gente al
salir al escenario con Los Tamara.
RUMBO A LONDRES: LA APOTEÓSIS...
Meses después, recibo la visita de un
coruñés que era presidente de una Sociedad Gallega en Londres y me explica su
idea de repetir el homenaje a Pucho Boedo en esta ciudad a la vez que
solicitaba mi colaboración como presentador. Me ofrecí para tal menester y
con la misma se formó una embajada artística de que se uniría al homenaje de la
colectividad gallega en Londres. Allí nos fuimos, Pedro Abelenda – que hizo de
guía por la city londinense--Carlos O’Xestal y Suso Vaamonde, entre otros,
mientras Amador y Pucho volarían desde Mallorca.
Al llegar a Londres y bajar del avión nos encontramos
con la noticia de que se habían agotado las entradas y que se estaban
recibiendo peticiones de toda Gran Bretaña .Miles de gallegos pagaban lo que
“fuera necesario”—alguno hasta 20.000 pts.— para estar en el Odeón
Hamermiths de Londres junto a Pucho. Cuando me reúno con la organización para
conocer el orden de actuación previsto, me encuentro con una auténtica “batalla
campal”. Sin contar los artistas desplazados desde Galicia , músicos y
cantantes gallegos que actuaban en diferentes salas de Londres se habían
apuntado en masa para participar en el homenaje. Haciendo un cálculo estimado,
de actuar todos, se superarían con creces , las cinco horas previstas para el
homenaje.
Ante el cariz que iban tomando los acontecimientos
hice la de la “avestruz” y me abrí por el foro. LLegó el día y “embarque”, por
lo que pudiera pasar, al recordado Pedro Abelenda para que, entre canción
y canción, metiera un chiste de “Amilito” y me arropara con su habilidad de
“showman”.
Nos fuimos para el teatro y nos encontramos con miles
de personas ante el mismo ¿Aún no habrán abierto las puertas?--nos
preguntamos—Si que estaban abiertas y el teatro, una hora antes de dar comienzo
el acto, ya estaba prácticamente lleno. Comparto camerino con Pucho, que estaba
acompañado de Amador, y comentamos el cariño que le tenia la gente mientras
afuera se estaba empezando a montar la “marimorena” por parte de quiénes
,aún ofreciéndose, no podían actuar por falta material de tiempo.
La presión ambiental incrementaba el nerviosismo previo al levantamiento del
telón.
Abriéndonos paso, como podíamos, entre los “ desairados “ artistas que nos
culpaban de su eliminación—el organizador estaba en paradero desconocido—subimos
Pedro y yo al escenario y lo que vimos nos puso la carne de gallina de la
emoción. No cabia un alfiler en la sala .Saludamos y la gente ni caso...”!Que
salga Pucho,que salga Pucho...¡.No tuvimos más remedio que avisar a Pucho para
que saliera a saludar y de paso, calmar el ambiente. No se que sería mejor
.Cuando apareció Pucho el teatro se vino abajo y gritos de, ¡Te queremos!,
¡Pucho non morras!, ¡Eres o mellor¡ etc. se prolongaron durante varios minutos.
Pucho, emocionado, logró articular unas frases de agradecimiento y se despidió
hasta el momento de su actuación.
Empezó la fiesta y todos los cantantes, músicos y
bailarines que actuaban eran recibidos con estruendosas ovaciones
.Aparentemente todo iba sobre ruedas, pero, solo aparentemente. El “back stage”
y los camerinos seguían alborotados. Las escaleras de acceso al escenario
abarrotadas de participantes empujándose para salir. Anunciaba un grupo de
baile y salía un dúo de boleros…, presentaba un solista y salía una orquesta.
Ni Pedro, ni yo, dábamos una en el clavo. Tanto es así que después de intentar
contar un chiste de “Amilito”—contar lo contó pero nadie se enteró—Pedro me
dice que se va a dar una vuelta para ver desde abajo el ambiente. Volvió a las
tres horas.
Totalmente desbordado intento localizar a O’Xestal
para que me echara una mano. Aquello iba saliendo a empujones y, de un momento
a otro parecía reventar. El orden de actuaciones establecido no existia y
cuando iba al camerino de Pucho para contarle “ a desfeita “ me decía socarronamente:…”!Neno,tí
tira pra diante¡”... Y así lo hice solo que cambie de estrategia. Nada de
presentar dando nombres:”A continuación...” y me callaba para ver lo “que
salia”. Si la atracción estaba controlada añadia el nombre y tres frases,
defendiendo el micrófono a codazos porque todos querían largar parrafadas
y no había tiempo para ello. Si no estaban “apuntados” ,les pedía que se
presentaran ellos mismos.
"DESFEITA" TRIUNFAL...
Cuando llevábamos siete horas ,los encargados del
teatro mandaron un aviso de que había que ir terminando el acto puesto que la
hora establecida para finalizar erán las 10 de la noche. Y Pucho sin
salir…Voy a comunicárselo y lo encuentro con las manos en la cabeza y a su lado
Amador intentando poner orden en un grupo de seis personas.¿Que pasa Pucho
?...¡ Que vai pasar...agora todos queren acompañarme e se estan pelexando por
as partituras!... Afuera, los gritos solicitando la presencia de Pucho,
atronaban en el teatro.Solución “salomónica”…:dos canciones unos y otras dos otros
.
Sale Pucho , la gente se arremolina a pie de escenario
para estarmás cerca…,canción viene,discurso va,obsequios múltiples,…otra
canción...¡ Increíble el cariño que la gente siente por Pucho ! .Son casi las
doce de la noche y quedaban aproximadamente cuatro actuaciones pendientes
pero, cuando se coreaba el nombre de “Puchiño” para que regresara ...llegó el
“acomodador y mandó parar”. Con puntualidad británica ,a las 12 de la noche,
cortan la luz sin más. De nada valieron los ruegos de que, al menos, dejaran
despedirnos del público. Con lasluces de emergencia Pucho sale al escenario
para decir adiós . La gente se desborda y todo el mundo quiere llegar hasta él.
A duras penas, nos abrimos paso hasta los camerinos y dejamos que la gente
fuera desalojando el teatro. Horas después Pucho, Amador y yo compartíamos en
un semi-sótano de una casa en las afueras de Londres el desayuno
con varios trabajadores gallegos que, empezaban su jornada laboral, mientras
hacíamos balance de las 9 horas que había durado el homenaje,