Mientras los conciertos con éxito absoluto y reventón
de público suelen saltar a la palestra del recuerdo, sin apenas exprimir la
memoria, los menos afortunados, aquellos que pincharon a causa de la r
poca asistencia de público y los suspendidos por diversos motivos –con o sin
“certificado médico” – se quedan relegados al olvido , colgados en el
limbo de la historia musical de la ciudad a la espera de ser rescatados
en alguna publicación anecdótica que, como ésta, recopila al alimón historias e
histerias de la escena musical coruñesa.
En más de una ocasión, y ante las anulaciones de los
conciertos, los aficionados que ya tenían su entrada adquirida me hicieron
llegar su desilusión y su malestar por la socorrida disculpa de los problemas
de salud de los protagonistas y los tópicos “problemas técnicos” que impiden la
celebración de los mismos.
En principio, aclarar que efectivamente los problemas
de voz – afonías, catarros y demás-, arrojan un porcentaje muy alto en las
suspensiones y los certificados médicos correspondientes confirman la
veracidad de las causas de suspensión. Lo que más mosquea es
cuando el certificado en cuestión sale a relucir, oportuno, coincidiendo con la
escasa venta anticipada de entradas ya que si está es buena, los artistas
arriesgan, a pesar de su afonía, echando mano de su profesionalidad, como hizo
Raphael en alguna ocasión actuando con la voz notoriamente tomada aguantando
sobre el escenario tres horas.
Es decir que, junto a los “problemas técnicos”
que surgen al amparo de las causas veraces que obligan a suspender
algunos conciertos, se cuelan otras artificialesque son motivadas
por la falta de interés mostrada por el público. Como es puede ser una
escasa venta de entradas anticipada. Suele pasar.
En este capítulo, dividido en varios episodios a modo de
conciertos, escribiré sobre aquellos de alto nivel artístico que se
celebraron, o pudieron haberse celebrado, en la ciudad.
También saldrán a la palestra los que obtuvieron éxito artístico y no fue
refrendado por el público y de aquellos que tuvieron mucho público y
artísticamente dejaron bastante que desear. Y cómo no, los de aquellos
artistas y grupos que cumplieron con las expectativas que en ellos pusieron los
organizadores y los aficionados.
Empezamos con algunos conciertos llamados de “Nunca Jamás”,
aquellos cuya celebración se barajó como posible, pero que, por falta de
recintos con capacidad adecuada se fueron con la música a otra parte.
LOS CONCIERTOS DE "NUNCA JAMÁS"
Sin duda el concierto de Nunca Jamás
más manoseado fue el de Paul McCartney, que salió en varias ocasiones a
relucir tras quedar inutilizado el Pabellón Municipal de Deportes,
lugar habitual de la celebración de espectáculos en la ciudad hasta entonces y
dedicarlo exclusivamente al deporte y también la prohibición de que
Estadio de Riazor albergara conciertos multitudinarios, La esperanza
de poder presenciar conciertos de alto standing, que requerían
instalaciones con capacidad superior a las 6.000 personas quedaba a expensas de
la inauguración del Coliseo, capacitado para estos conciertos, siempre que no
llegaran a 10.000 --aunque en algunas ocasiones puntuales ese límite fue
sobrepasado.
Ante la perspectiva del cierre del Pabellón Municipal
de Deportes para los espectáculos musicales, lugar habitual hasta entonces para
su celebración, que podía dejar a la ciudad musicalmente a oscuras ,el
por entonces alcalde Paco Vázquez lanzó un mensaje pidiendo,
"calma, paciencia y tranquilidad ", que fue acogido con
satisfacción y proporcionó un rayo de esperanza para los ciudadanos que
veían como se alejaban de la ciudad las oportunidades de disfrutar de
conciertos musicales de gran calibre. Todo llegará
en su momento, dijo el alcalde: A Coruña tiene que ser una
ciudad de servicios completa y en su día los circuitos internacionales de la
música llegaran a la ciudad.Incluso manifesto que para inaugurar el
Coliseo le gustaría contar con Paul McCartney.
Los circuitos musicales llegaron antes de la inauguración del Coliseo en 1990
con el concierto de Prince en 1990 en un recinto improvisado en el campo
de deportes del colegio Sta. María del Mar y posteriormente surge la
oportunidad de que Tina Turner venga a la ciudad . En
primera instancia se desestima por los altos costes de producción que
acarrearía utilizar d nuevamente el campo de deportes del Colegio de Sta.
María del Mar. A la espera de que el Coliseo entre en funcionamiento, el
concejal de fiestas, Eduardo Blanco, ante la expectación que
levanta la noticia, tiene que recomponer su estrategia de no utilizar recintos
deportivos para otros usos, y habilitar el Pabellón de Deportes cuya capacidad
queda restringida a 8.000 personas por las necesidades del aparatoso
montaje.Entonces negocia dos actuaciones de Tina en Coruña, para que
puedan verla y escucharla más personas de las que puede albergar el Pabellón de
los Deportes. Así se hace, y aunque los costes se disparan, al asumir el
Ayuntamiento parte del precio de las localidades, encarecidas por el
aforo restringido,Tina Turner actúa en A Coruña los días 1 y 2 de
octubre.
Por fin el 19 de mayo de 1991 se inaugura el Coliseo y a pesar de que el
alcalde Paco Vázquez había manifestado en su día que le gustaría
contar con Paul McCartney para inaugurarlo, no fue posible y en su lugar
fue Sting, ex lider de Police, el que dio el primer concierto estelar en el
Coliseo en junio de 1991.
Fue un concierto de Nunca Jamás aunque el interés por traer al
ex- beatle no recayó y siempre estuvo en el candelero cada vez que este
anunciaba gira.
Otros conciertos estelares estuvieron en el punto de mira de los concejales
de cultura y fiestas del Ayuntamiento coruñés. Unos se mantuvieron en el
redil de la discreción, otros se filtraron como posibles y algunos se
anunciaron con fecha y precios, para no celebrarse Nunca Jamás.
A "GOZAR" AL MONTE CON LOS ROLLING STONES
Otro concierto de “Nunca jamás” fue el de los Rolling
Stones en Coruña.
El Xacobeo andaba repartiendo conciertos estelares en
1999 por las grandes ciudades gallegas y se pensó traer a los Stones a
Coruña.Con el Estadio Municipal de Riazor inutilizado para estos
usos por negativa del Deportivo, concesionario del mismo, el
concejal de Cultura, a la sazón Méndez Romeu, intentó atrapar el concierto de
sus Satánicas Majestades para la ciudad y propuso como lugar
para su celebración el muelle de Trasatlánticos que ya había estado en alguna
ocasión en la recámara de Eduardo Blanco. Al final Xerardo Rodríguez,
coordinador del Xacobeo, visitó el lugar y no lo consideró del todo apto. Al
final el concierto se celebro en el Monte del Gozo.
“DE VÉRTIGO”: BONO Y CÍA EN RIAZOR
Verano del 2005.Una vez anunciado que la gira
mundial 'Vértigo 2005' de la banda irlandesa U2, desde el
Ayuntamiento coruñés, concretamente el Concejal de Fiestas Esteban Lareo,
mostró su interés para que la ciudad estuviera en la gira española del
mismo.
De nuevo la falta de recintos que pudieran albergar en Coruña la
gigantesca infraestructura del mismo y tuviera capacidad para más de 30.000
personas, echo un inicial jarro de agua fría sobre el interés inicialmente
mostrado, que fue congelándose con la llegada de otras cláusulas del contrato.
La gira de U2 necesitaba campos de fútbol – el grupo actuó en
el Camp Nou de Barcelona, Anoeta en San Sebastián y el Vicente Calderón
de Madrid – y la utilización de Riazor era problemática. Por otra parte
el Ayuntamiento, además de la cesión gratuita del recinto, debería abonar 100
millones de las antiguas pesetas a los organizadores que no darían ni un solo
céntimo al consistorio de la taquilla obtenida. Tres cláusulas, sobre todo la
primera, que incluyeron este concierto estelar en el capítulo del Nunca
Jamás
MIKE OLFIELD, PRIMER INTENTO FALLIDO..
Que a Mike Olfield le apetecía actuar en La Coruña
estaba reiteradamente cantado y contado en los medios de comunicación que, en
más de una ocasión, hicieron sonar las Tubular Bells” de esta
posibilidad tras la visita privada de Oldfield a la ciudad en 1991,
en la que conoció a Luar na Lubre en una folk sessión
De hecho esta posibilidad rozó el techo de la
realidad tras la aparición en 1996 del disco Voyager de
Oldfield en el que se incluía una versión -- The Song of the Sun –
de la canción de Bieito Romero O son do ar. Tanto es así que
hoy aún se puede leer en Internet :
“Justamente, este mismo año, en el mes de
agosto, Luar na Lubre y Mike Oldfield efectuaron en conjunto un concierto en la
Playa de Riazor (La Coruña)”.
Concierto que nunca jamás existió a
pesar de que, efectivamente, se hubiera contactos por parte de Bieito Romero de Luar
na Lubre y el Ayuntamiento encaminados a su celebración. Se intento
ubicar el concierto primero en Riazor y más tarde en la Torre de Hércules pero,
finalmente, el esperado concierto de Mike Olfield y Luar na Lubre ,
tuvo que esperar tres años más, cuando junto a The Corrs provocó en la vecina
playa de Sta. Cristina – Oleiros un tsunami de gente.
CONCIERTOS QUE NO LEVANTARON EL INTERÉS DEL PÚBLICO
EL “JUDAS” SUPERSTAR, CARL ANDERSON. 1976
Carl Anderson fue el primer Judas Iscariote de Jesucristo
Superstar. Cuando se estrenó en 1971 en teatro, él lo interpretó. Después,
en la película dirigida por Norman Jewison en 1973, volvió a dar vida a ese
personaje en la obra de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice.
El disco de la banda sonora de Jesucristo Superstar (1974) –
que está considerada una de las mejores de la historia junto con las de West
Side Story y Hair- vendió millones de copias en todo el
mundo. La canción No sé cómo amarle (I don´t know how to
love him), cantada por la que hacía de María Magdalena, también fue un
éxito de ventas. Los protagonistas de la película fueron Ted Neeley (en el
papel de Jesús), Carl Anderson (Judas) e Yvonne Elliman (María Magdalena).
Todo este éxito no sirvió de nada a Carl Anderson
cuando por sorpresa se presentó en el Palacio de los Deportes de La Coruña en
el verano de 1976. Fue uno de los primeros conciertos internacionales que se
celebraron en la ciudad y, a pesar del reciente éxito de la BSO de Jesucristo
Superstar, la respuesta del público fue mínima. Sonó un repertorio de
música soul y funky adornado con alguna de las canciones estrellas de la ópera
rock en la voz de su protagonista. Un concierto deslucido por la ausencia de
público que, en número aproximado de 400 personas, dejó en taquilla menos
de 30 monedas de oro.
LOS ALUMNOS DE “FAMA”
La famosa serie de Fama , en la que se narraban las
peripecias, desventuras, esfuerzos, éxitos y frustraciones de los profesores y
los alumnos de la Escuela de Arte de Nueva York (New York City High School for
the Performing Arts) fue estrenada por Televisión española el 20 de febrero de
1983, alcanzando un notable éxito. Cada episodio comenzaba con unas palabras de
Lydia, la profesora de baile, que resumían la filosofía que alimentaba las
tramas y que se hicieron muy populares en su momento: Queréis la fama,
pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor.
Los jóvenes intérpretes de la serie alcanzaron una
enorme popularidad tanto dentro como fuera de Estados Unidos, y se organizaron
giras de conciertos en directo, incluso después de la cancelación de la serie.
Una de esas giras protagonizadas por algunos de los “alumnos” de la serie
actuó, al poco tiempo de desaparecer de las pequeñas pantallas españolas -- en
America se había terminado antes -- llegó al Pabellón de Deportes de A Coruña
con el bailarín Gene Anthony Ray -- Leroy Johnson en la serie
-- y Erica Gimpel que interpretaba el papel Coco Hernández, al frente de un
cuerpo de baile y cantantes que interpretaron una selección de los temas
musicales de la famosa serie.
El espectáculo no llegó a crear demasiada expectación
y el Pabellón volvió a mostrar nuevamente el cemento de sus gradas y el
esqueleto de madera de muchas de las sillas de pista.
EL CONCIERTO MÁS “TAQUILLERO”
EDUARDO RODRIGO Y TERESA RABAL. 1978
El primer pinchazo con suspensión que recuerdo tuvo
como protagonistas al cantautor argentino Eduardo Rodrigo y su esposa Teresa
Rabal en 1978, antes de comenzar a incursionar en el mundo infantil y componer
la obra musical para niños Una cigarra llamada Teresa, que los
subiría en 1979 en el pedestal del éxito.
Eduardo Rodrigo tenía un buen cartel en el circuito
musical español al haber ganado en 1972 el festival de Benidorm con la
canción A María yo encontré, a la que seguirían Indio, Por
eso te quiero, Uds. Mujeres y otras. Un buen día
recibo su llamada telefónica para comunicarme que estaban de gira por Galicia y
que vendrían a actuar a La Coruña. Yo era el contacto que le había dado en la
casa de discos RCA Fernando Muñoz, jefe de promoción, que fue quién me los
había presentado una noche en la madrileña discoteca Carrusel.
Pregunto el lugar donde darán el concierto y Eduardo
Rodrigo me dice que será en el Pabellón de Deportes. Tiene dudas de que éste
sea el recinto más idóneo para un concierto acústico como el suyo, y tampoco se
las saco de la cabeza.
Andan apretados de tiempo y el concierto estaba apenas
sin anunciar. Se gestionan entrevistas en la prensa y la radio locales, donde
se anuncia el concierto. Sin carteles publicitarios, llega el día de la
actuación.
Como es costumbre en mí, me acerco al recinto uno hora
antes y no veo a nadie en las taquillas. Voy a saludarlos al camerino y la duda
sobre la asistencia de público revolotea sobre la conversación. Eduardo me
pregunta.
-¿Cómo lo ves?
-Hay que esperar al tirón final de taquilla.
Respondo caritativo para dar ánimos, pero, el esperado
tirón no llega y quince minutos antes de salir al escenario las taquillas
siguen vacías. Se han vendido alrededor de 50 entradas.
Ante la evidencia de esta escasa concurrencia, la
pareja decide suspender el concierto y devolver en taquilla el importe de las
entradas. En el momento de la devolución Eduardo, guitarra en mano, y Teresa se
acercan a la zona de taquillas y empiezan a cantar. Ofrecen un mini concierto
al aire libre para los que se iban a quedar sin poder escucharlos. Sorprendido
por esta actitud, se forma un corro que va aumentando con la incorporación de
los viandantes que pasaban por allí. Al final hay aplausos de reconocimiento,
no sólo para las canciones, por el detallazo de los artistas.
Fué sin duda, el concierto “más taquillero” que he
presenciado en mi vida profesional.
LUCÍA,… PERO NO “LUCIÓ”
María Isabel Rodríguez Lineros, Lucía de
nombre artístico, fue la representante de España en el Festival de Eurovisión
de 1982.
Aún recuerdo la euforia que se vivía en la discográfica Movieplay por la
elección de esta cantante que lucía más por su palmito –
por entonces tenía 18 años y fue la intérprete más joven que nos
representó en el Eurofestival --, que por su voz . El caso es que,
en plena guerra de las Malvinas, en la que estaban enfrascados el Reino Unido y
Argentina, alguien tuvo la ocurrencia de elegir un tango, Él, para
que Lucía defendiera el honor musical patrio en Harrogate- Reino Unido.
Los abucheos y silbidos del público durante la actuación cantaban una
clasificación que al final no fue tan catastrófica por las
habituales componendas eurovisivas que la colocaron en
un honroso décimo lugar.
Para aprovechar el tirón promocional de su presencia
en Eurovisión, Lucía emprende una gira por España, que llegó al Pabellón de los
Deportes y se marchó sin que Lucía pisara el escenario
para lucir su donosura ante el desconsuelo de
cinco personas que habían comprado entradas para el concierto que se suspendió
sin que la cantante tuviera la amabilidad de cantar en las
taquillas durante la devolución del dinero que por cierto solo fue reclamado por
cuatro personas ya que la quinta – fan incondicional de la sevillana – optó por
conservarla y enmarcarla como recuerdo de aquel día en el que le dio dos besos,
en la mejilla a Lucía, cuando la cantante compungida, salía del pabellón.
LAS CALENTURAS DE “VEN, DEVÓRAME OTRA VEZ” SE
CONGELAN EN EL PALACIO DE LOS DEPORTES
LALO RODRÍGUEZ. 1990
Apenas comenzando el 1990, Lalo Rodríguez ofreció en
España galas en La Coruña, Vigo, Bilbao y Madrid, llenando la capacidad de las
más populares plazas y discotecas. Cabe mencionar que durante una de dichas
presentaciones se encontraba entre su público el afamado músico de jazz Quincy
Jones”.
No tengo constancia
de lo que sucedió en las otras ciudades incluidas en la gira, pero en el concierto
de La Coruña Lalo Rodríguez se llevó un buen batacazo. No congregó a más de 150
personas en el Palacio de los Deportes. Los asistentes terminaron de pie
bailando salsa, y cantando lo de Ven, devórame otra vez, que era
sin duda la canción reclamo, el gran éxito salsero del puertorriqueño. Gracias
a ella, Lalo Rodríguez obtuvo en 1989 tres premios otorgados por la prestigiosa
revista Billboard: cantante del año en música tropical, canción del
año por Ven, devórame otra vez, y mejor producción discográfica del
año por su elepé Un nuevo despertar, con el que volvía a los
circuitos discográficos después de cuatro años de silencio.
La verdad es el concierto de Lalo pasó desapercibido,
y el pinchazo fue, al menos para mí, toda una sorpresa: durante las Navidades
de 1989, y en fechas precedentes, había sido una canción de gran impacto
popular. Con posterioridad al mismo, y buscando posibles causas del fracaso con
el mánager del artista, se le echó la culpa a la fecha del mismo, en pleno
invierno, cuando los fríos y los vientos congelaron las calenturas salseras que
tendrían más movilidad y aceptación en una sala de baile, y no en Palacio de
Los Deportes, en el que la única calefacción que existía era la humana.
Por cierto, es seguro que en el concierto de A Coruña
no estuvo Quincy Jones. Lo habría visto entre tan poca gente.
EL “ACCIDENTADO” PRIMER AÑO DEL COLISEO 1991.
Sting abre el Coliseo para las grandes estrellas y
asisten 9.000 personas
La Concejalía de Fiestas, con Eduardo Blanco al
frente, estaba lanzada por los buenos resultados (más artísticos y
promocionales de la ciudad que económicos) alcanzados en los conciertos
estelares de 1990. El de Prince había sido un éxito a pesar de dos factores.
Uno, la competencia directa del Ayuntamiento vigués, que había organizado para
el mismo día y hora un concierto de Madonna en el estadio de Balaídos. Y dos,
el alto coste de producción que supuso el cerrar con un muro de madera
las instalaciones deportivas del colegio de Santa María del Mar,
incrementado con las múltiples exigencias del artista –camerinos
con gimnasio, paneles con grandes fotografías exóticas, sala de billar,
cafetería y varios caprichos más–. Estos costes que devolvieron el protagonismo
al Pabellón de Deportes, que, con una capacidad reducida para estrellas de
tirón internacional, acogió el doblete de Tina Turner, que llenó el primer día
y consiguió más de media entrada el segundo.
Coincidiendo con la inauguración del Coliseo, se pone
en marcha una programación de alto standing internacional.
La intención era la de incrustar a la ciudad en el circuito de las estrellas
internacionales de la mano del asesoramiento de Jesús Manzano. Manzano era y es
un gran conocedor de los entresijos del show bussines desde su
etapa como batería en destacados grupos de pop de los años 60 y principios de
los 70, entre ellos el de Andrés Do Barro. Ha sido el artífice de los
conciertos nacionales e internacionales más importantes que se han celebrado en
la ciudad.
Se cuenta que se hizo lo posible para satisfacer
la petición del alcalde Paco Vázquez y que fuera Paul McCartney el que
inaugurara el flamante recinto multiusos, pero fue imposible. En la
programación que se quiere poner en marcha figuran artistas de la talla de
Sting, Paul Simon, Bee Gees, Transvision Vamp, New Kids on the Block y el rumor
de la posible llegada de Gloria Estefan, que desués llegó. Un circuito con
tráfico artístico comparable al de Madrid y Barcelona. Se asumió soportando
algunos kilos de más, que eran amortizados sobradamente por
las contraprestaciones promocionales a nivel nacional e internacional de
nuestra ciudad.
El primero en llegar a La Coruña fue Sting, que
el día 6 de junio de 1991 trajo al Coliseo su gira Soul Cages.
Había serias dudas sobre la rentabilidad de este concierto. Su coste total
rondaba los 100 millones de pesetas, y con la capacidad del Coliseo no
salían las cuentas. Para rentabilizarlo se requería un recinto lleno con 30.000
personas que pagasen 3.000 pesetas.
La cifra se salía de madre, pero Eduardo Blanco y Jesús Manzano se fajaron en
una dura gestión con Gamerco, empresa que gestionaba la gira de Sting por
España. Finalmente, tras vencer una serie de problemas técnicos que surgieron
por ser el primer concierto de esta envergadura que se celebraba en el recinto
multiusos coruñés, se llegó al acuerdo. El Ayuntamiento arrimaría el ascua de
un dinero fijo – aproximadamente 25 millones de pesetas – y el resto correría a
cargo de la empresa en cuestión.
Cerrado el contrato, se anuncia el concierto para el 6
de julio. Aunque no se llegó al abarrote total, el recinto lució una buena
entrada, próxima las 9.000 personas. Muchas de ellas se habían desplazado de
diferentes puntos de Galicia y el vecino Portugal. Disfrutaron sobre todo
cuando sacó del baúl de los recuerdos los temas que habían alcanzado la
popularidad en su etapa con Police.
La pérdida, que la hubo, fue asumida por
Gamerco, que ya anunciaba para el día 28 de julio la celebración del siguiente
concierto estelar del verano de 1991: Bee Gees.
CON ENTRADAS A LA VENTA LOS BEE GEES SUSPENDEN EL
CONCIERTO
Anunciado y con entradas a la venta, pocos días antes del concierto una noticia
de agencia levanta la liebre: Bee Gees no actuarán en A Coruña. Desagradable
sorpresa, pues se seguían pegando los carteles y vendiendo las entradas
anticipadas, al tiempo que la Concejalía de Fiestas daba la callada por
respuesta.
Al final se dijo que el concierto de Bee Gees se suspendía por insalvables
“causas técnicas”, que muy bien pudieron estar relacionadas con el escaso tirón
de la venta de entradas anticipadas: Tres días antes del concierto sólo se
habían vendido 600.
Tras el petardazo de los Bee Gees y para sacarse
la espina, se anuncia por parte de la Concejalía de Fiestas la próxima
celebración en el Coliseo de tres conciertos estelares. El primero, del que ya
se tenían noticias, fue el de Paul Simón, mientras que la sorpresa fue el
anunció de la llegada al recinto coruñés, el mismo día del grupo Transvision
Vamp con la maciza rubia Wendy James al frente
PAUL SIMON HUÉRFANO DE PÚBLICO EN CORUÑA
El Coliseo se vestía de gala para recibir el 28 de
julio a Paul Simon, que llegaba a la ciudad con su Born At
The Right Time Tour, iniciado en enero de ese mismo año. Un concierto
estelar, con entradas a 2.500 pesetas, en el que Simon interpretaría los
clásicos de Simón & Garfunkel y exploraría la música étnica, en esta
ocasión de Brasil y Camerún.
Junto a el venían diecisiete músicos que cubrían el
amplio espectro de la carrera musical de Simon, con el genial saxofonista
Michael Brecket y el sin par batería Steve Gadd al frente. La formación se
completaba con el guitarrista Vincet N´Guini, cuatro percusionistas brasileños
(Sidinho Moreira, Dom Chacal, Mingo Araujo y Cyro Baptista), el saxofonista
Barney Rachabane, el trompeta Chris Botti, los teclistas Tony Cedras y Richard
Tee, el bajista Armando Sabal Lecho y los guitarristas Ray Phir y John
Selolwane. Todos ellos arropados por la potente sección rítmica brasileña de
Olodum y las voces del trío The Waters. A todo esto había que sumarle un
innovador sistema de sonido con 105 canales de microfonía sólo para el
escenario.
Sólo con ojear los créditos del concierto, a uno se le
hacía la boca agua. Prometía ser espectacular, grandioso. Y lo fue. El único
fallo que hubo fue el público. Cuando se esperaba una buena entrada, rozando el
lleno del Coliseo, alrededor de 3.000 personas –5.000 fue la cifra
barajada en los medios para disfrazar el pinchazo– asistieron a este
espectacular concierto. Fue, sin duda, uno de los mejores conciertos, posiblemente
el mejor, que he escuchado en mi vida profesional, y no sólo en La
Coruña.
Muchos aficionados que se consideran aficionados a la
música con calidad se lo perdieron. Sonido impecable, con cristalina nitidez,
interpretaciones magistrales.
Los ritmos y melodías fueron llenando dos horas y media de un concierto
de ameno e histórico repertorio, desde Sound of silence hasta The
boxer, pasando por Bridge over troubled water. Y recreando
los temas más destacados de los álbumes Graceland y The
rhythm of the saints: The boy in the bubble, You can
call me all, I know what I know, Graceland, Gumboots, Late
in the evening, Still crazy after all these years, entre otros.
Al final del concierto de Paul Simon, el Coliseo parecía un gallinero, porque
nos puso la piel de gallina, erizada por la emoción que nos había
proporcionado.
Un dato. Ese mismo concierto, con los mismos
protagonistas y repertorio, se celebró en el Central Park de Nueva York un mes
después. Lo que en La Coruña fue un pinchazo en la Gran Manzana fue un
reventón. Más de 750.000 personas no se quisieron perder el Born At The
Right Time Tour de Paul Simon.
SIMPLE MINDS TOMAN LAS DE "VILLADIEGO"
Aunque la respuesta del público no siempre respondiera
al optimismo de los organizadores, la Concejalía de Fiestas, con Eduardo Blanco
al frente, perseveraba en la idea de convertir a La Coruña en sede de buena
parte de los conciertos de calado internacional que llegaban a España. Las
puertas estaban abiertas para posibles actuaciones de súper grupos de gira por
otras ciudades españolas. Se habló de que vendría Gloria Estefan, pero las
gestiones no llegaron a buen fin en esta ocasión. Con la caña y la carnaza
preparada, se sigue esperando a que pique una buena pieza… Y pica. Se trata del
grupo escocés Simple Minds, que había anunciado conciertos de su gira Real
Life Tour en Madrid, Barcelona y Marbella. Las anteriores giras
españolas de esta banda referencial del pop rock mundial de la década de los 80
habían cosechado un considerable éxito de público y de crítica.
Se inician con rapidez las gestiones pertinentes para
incluir a las huestes de Jim Kerr en el calendario musical de verano coruñés, y
el concierto se cierra para el domingo día 28 julio de 1991 en el Coliseo. Se
ponen las entradas a la venta y la respuesta es escasa. A última hora, aparecen
por el medio las temibles “causas técnicas” y una actuación en Francia, que
obliga a cambiar favorablemente la fecha del concierto al sábado 27. Un
adelanto que en principio debía de mover más número de personas desplazadas
desde otras ciudades dado el carisma de la formación. Y así sucede. El ritmo de
entradas anticipadas se acelera y la previsión se acerca a una asistencia de
10.000 aficionados al Coliseo.
A la espera del día del concierto, salta la noticia:
Simple Minds suspende el concierto de La Coruña. Desilusión y estupor ante la
espantada, toda vez que el éxito de público estaba asegurado. Había conversado
telefónicamente con Jim Kerr, el líder del grupo, el día 22 y todo parecía
encauzado. ¿Motivos? Lío entre el manager del grupo y el representante español.
El primero, el guiri había cedido los
derechos de la gira española al segundo, y este, comienza a buscar fechas para
la gira española que comenzaría en Barcelona y proseguiría en La Coruña. Todo
estaba controlado hasta que el manager del grupo, sin consultar con el
representante español, firma una actuación en Francia para dos días del
concierto de La Coruña con lo que, por proximidad de las fechas, no da tiempo a
que el grupo se desplace de un lugar a otro.
Se intenta arreglar el desaguisado adelantando
la fecha de La Coruña, para que el grupo y las infraestructuras de
producción pudieran viajar a Francia con el tiempo suficiente. No hay acuerdo,
ya que el guiri no se aviene a razones y decide que tras Barcelona,
el grupo viaje a Francia, sin pasar por La Coruña. En vista de lo cuál el
público que había comprado las entradas anticipadas para el concierto coruñés,
peregrina rumbo hacia las taquillas para recuperar el dinero de las entradas,
mientras se habla de que el concierto suspendido se pospone para el mes de
octubre, pero nunca se llegará a realizar.
EL PRECIO DE LAS ENTRADAS RESTÓ PÚBLICO. A FRANK SINATRA.
Pinchazo en principio increíble, como inicialmente, resultaba increible que la Voz, viniera
a dar un concierto por estos lares.Ni más ni menos que Sinatra en el Coliseo.
Si, a sus 76 años, venía de actuar durante seis días en el Albert Hall de
Londres, con el cartel de entradas agotadas en la taquilla ,
en lo que sería finalmente el último concierto que era el colofón a su última
mundial y el último que daría en Europa.
La inicial incredulidad dio paso
al pasmo al comprobar como en el Coliseo no había más de 2.500
personas para ver y escuchar a toda una leyenda. Acompañado por una gran
orquesta dirigida por su hijo y sobre un escenario pelado colocado
en la mitad de la pista como un ring de boxeoSinatra, a pesar de
los años, dio una lección de como interpretar, fraseando sobre el swing de
forma magistral.
Al final del concierto los comentarios de satisfacción
ratificaban la excelencia de lo escuchado y lamentaban que no hubiera acudido
más público.El vacío que Coruña le hizo a Frank
Sinatra tuvo su explicación: el elevadísimo precio de las entradas. Como
suele ocurrir las más caras 15.000 pesetas (90,15
euros) se vendieron enseguida., mientras que las más baratas,
6.000 pesetas (36,06 euros), no tuvieron tan buena acogida
JUAN LUIS GUERRA, LA MONTÓ EN EL COLISEO, A MERENGAZO LIMPIO
Juan Luis Guerra no reventó físicamente el
Coliseo gracias a la fortaleza del hormigón, que estaba bien armado y que
aguantó a pesar de los muchos y tórridos meneos tropicales.
Ambientalmente si que aquello fue una guerra a
merengazo limpio. ¡Una locura! Se habló de que fueron 14.000 las personas
que acudieron al concierto ofrecido por Juan Luis Guerra en el Coliseo el
verano de 1991. Y se especuló con que unas 10.000 personas se habían quedado
con las ganas de embadurnarse con el merengue de Juan Luis Guerra. Es, sin
duda, el concierto más multitudinario que ha acogido hasta la fecha el Coliseo.
También el de más riesgo: por momentos, la seguridad del recinto estuvo
sobrepasada y se rondó la tragedia.
Cuando acudo a los conciertos del Coliseo, muchas
veces rememoro con cierta angustia aquel día en que no se podía circular por
los pasillos, las escaleras habían desaparecido y las gradas
estaban a reventar. Mientras, en el ruedo, convertido en gigantesca pista de
baile, no cabía ni un alfiler y la gente bailaba el merengue agarrado, como si
fuera un bolero, por falta de espacio. Había mucha calentura que se enfriaba
con alguna salida al exterior. El concierto traía un montaje escénico y de
sonido de lo más pataconero.
Los instrumentos de los músicos y las voces de Juan
Luis Guerra y Los 4.40 se adivinaban, pero no se oían sepultadas por los
cánticos del público que se las sabía todas, convirtiendo el recinto en un
gigantesco karaoke. Cuando acabó el concierto, respiré aliviado, y conmigo los
responsables de aquel gran merengazo que estuvieron en vilo durante todo el
tiempo que duró el merengazo.
EL DE MECANO OTRO LLENAZO
Otro de los primeros conciertos en los que las
taquillas del Coliseo colgaron el cartel de “no hay entradas” fue el de Mecano.
Presentaban su disco Aidalai, su sexto disco publicado en 1991,
arropado por sus grandes éxitos, que fueron los que realmente levantaron el
interés del público.
Llegaron a La Coruña para actuar después de Juan Luis Guerra, y aunque
hubieran podido vender casi tantas entradas como el dominicano, tras el susto,
y por motivos de seguridad, sólo se pusieron a la venta 12.000. Los menos
madrugadores se quedaron sin verlos.
UN GRAN PLATÓ DE TELEVISIÓN PARA WHITNEY
Si en el verano de 1991 hubo conciertos pinchazo,
reventones y suspensiones, el de Whitney Houston, concierto estelar del
otoño coruñés de ese mismo año, tuvo suspense inicial y desarrollo atípico
final.
Por aquel entonces, a Whitney Houston se la conocía
como La novia del éxito, ya que seis años de premios consecutivos
(Grammys, Emma y American Awards) jalonaban la trayectoria de esta
rompedora de récords. La euforia musical que se vivía en la ciudad, aunque no
siempre fuera correspondida en las taquillas, introdujo en los corredores del
rumor la posibilidad de que Whitney Houston actuara en el Coliseo.
El rumor no acababa de coger visos de realidad y
Eduardo Blanco, al frente de la Concejalía de Fiestas, echaba balones fuera,
aunque reconocía que se estaban haciendo gestiones para traer a La Coruña a
Whitney Houston, al tiempo que reconocía la existencia de escollos de carácter
económico que estaban dificultando el acuerdo.
Tras deshojar la margarita – viene, no viene – por fin
se anuncia el concierto de Whitney Houston para el 2 de octubre en el Coliseo.
El único que daría Whitney en España, televisado por TVG y a través de Sky
Channel, vía satélite, para toda Europa. Se filtra el coste del mismo, que
asciende a 100 millones de pesetas. De nuevo, como se había realizado con
Sting, el Ayuntamiento se haría cargo de 30 millones en concepto de ayuda por
la promoción y publicidad de la ciudad que representaría la retransmisión
anunciada para toda Europa, con documental de La Coruña incluido.
En principio, el concierto pintaba bien aunque,
curtido en más de mil y un conciertos –bastantes más–, no las tenía conmigo y
así se lo hice ver a los organizadores, que por un poco me corren a gorrazos
por mi declarado pesimismo, adquirido tras la decepcionante asistencia de
público al concierto de Paul Simon.
La verdad, y así lo publique, me asaltaban serias
dudas sobre la expectación que podía causar el concierto de Whitney Houston,
una artista cuya calidad contrastada no generaba histerias ni apasionamientos
–elementos fundamentales para mover las taquillas– entre la juventud más
propicia a otros estilos musicales, aunque el éxito obtenido en 1987 con I
wanna dance with somebody flotaba en el recuerdo. Otro gallo o gallina
cantaría si el concierto se hubiera celebrado en 1992, tras el espectacular
éxito de la canción I will always love you, compuesta por la
cantante country Dolly Parton en 1973 y que Whitney cantaba en la banda sonora
de El guardaespaldas (1992).
Mi buen amigo Jesús Manzano, que se había fajado con
los guiris para traerse el concierto para La Coruña, no sin esfuerzo y
trabajosas gestiones, quiso en todo momento que cambiara mis oscuras
perspectivas sobre esta actuación. Alababa la categoría de esta estrella que,
por lo que a mí respecta, estaba fuera de toda duda. Me convenció con variedad
de argumentos. Entre otros, que se estaba jugando la continuidad del circuito
de las estrellas.
Había que tocar todas las teclas para interesar al
público y conseguir una entrada lo suficientemente importante para que el
circuito musical de las estrellas siguiera pasando por La Coruña. Tampoco
Eduardo Blanco lo tenía muy claro y, en continuas apariciones en los medios de
comunicación, llamaba la atención sobre el concierto picando el amor propio y
ajeno del público: “Si la gente no responde, vendrá la Pantoja”. Con
posterioridad vino Isabel Pantoja, La viuda de España, y congregó
tres veces más de público que La novia del éxito que atrajo
alrededor de 1.000 personas.
Como buen aficionado a la música, y a pesar de las
dudas manifestadas, me involucré en la promoción del concierto, ya que era una
ocasión única para ver y escuchar a una de las estrellas más rutilantes de la
canción a nivel internacional.
Medía hora antes del concierto, la frialdad ambiental
del recinto hacía tiritar de preocupación a los responsables del mismo. El
público no había respondido a la llamada y el recinto mostraba un aspecto
próximo a la desolación. Con este panorama, la intranquilidad de poder dar una
buena imagen televisiva del concierto se mascaba en la organización. A mayores,
estaba la mella que podía hacer en el ánimo de la cantante, que venía de llenar
todos sus conciertos europeos. No tuvo la temperatura solicitada y tampoco sintió
un excesivo calor del público, pero cantó para el presente y el ausente, y lo
hizo de manera excelente hasta que rompió la voz, e incluso después de ello
siguió ofreciendo un concierto
Se había hecho un gran despliegue técnico para que las
retransmisiones y grabaciones televisivas, a nivel europeo y autonómico,
pudiesen realizarse con las máximas garantías de calidad de imagen. El
concierto estaba montado en función de dichas retransmisiones y el
Coliseo se convirtió en un gran plató de televisión con una batería de 90 focos
de 1.000 vatios iluminando constantemente el recinto. Una luz que cegaba el
recogimiento de los aficionados a la hora de degustar las exquisitas baladas de
la Houston. Pero, faltó algo que condicionó de manera sobresaliente el
desarrollo del concierto: la calefacción.
Entre las exigencias de la artista figuraba que el
recinto debía de estar ambientado climatológicamente con una temperatura de 22
grados. Y no lo estuvo. No funcionó la calefacción y hacía cierto
pelete, que causó estragos en la voz de la cantante, quien trajo a La Coruña el
mismo repertorio de su gira, con dos canciones de Marvin Gaye (Mercy, mercy
me y What´s going home) que interpretó su hermano.
Whitney Houston salió a por todas, como corresponde a
una profesional que se entrega con poco o mucho público. Poco había en el
Coliseo, pero eran millones los televidentes europeos que a través de la
pequeña pantalla estaban siguiendo el concierto. Una tras otra, las canciones
de Whitney fueron cogiendo vida sobre el escenario, hasta que su voz le jugó
una mala pasada en el tramo final del concierto. En ese momento, empezó a
cantar con más alma y corazón si cabe, transmitiendo sensaciones que no
provienen exclusivamente de la garganta.
El público se había calentado al amparo de las
calorías emocionales emitidas por Whitney Houston y, al despedirse, le
pidieron más. Cuando todos esperaban los habituales bises, la cantante se
plantó sola en el escenario con una toalla enroscada en la garganta. La
retransmisión televisiva había finalizado. Su presencia no era para cantar,
sino para pedir disculpas por no poder seguir el concierto. La explicación,
hecha en inglés, fue recibida por parte del público como una tomadura de pelo,
y así lo hicieron saber con ligeros pitos y abucheos los decepcionados a los
que el concierto les había sabido a poco.
Mientras que al finalizar el concierto los
comentarios del público censuraban su actitud final y su poca profesionalidad,
el mánager me comentaba que no era costumbre de la artista salir a explicar el
motivo por el que no concedía regalos. La buena voluntad de Whitney Houston al
agradecer el trato recibido por el público y disculparse por no regalar ninguna
canción por los problemas de voz se tornó en un arma arrojadiza contra ella,
que tal vez no supo llegar al público con sus palabras. O quizá la traductora
no encontró el sentido de las mismas.
Cuando escribo estas líneas, Whitney tiene 42 años. Su
vida, la vida de una cantante que vendió más de 100 millones de discos y ganó
21 premios de la música, no es feliz. Encerrada en una habitación, se
dedica a consumir drogas rodeada de basura que recoge de las calles.
UN PINCHAZO DESINFLA LA MUÑECA
HINCHABLE DE GURRUCHAGA
Javier Gurruchaga, con el cómico Popocho
enrolado en las filas de la viajera Orquesta Mondragón había presentado ante
más de 6.000 personas su disco Muñeca Hinchable (1979), en el
Palacio de los Deportes, donde posteriormente volvería a actuar presentando a
la baja, de público, sus discos Bon Voyage y Ellas
las prefieren gordas.
A la vista del éxito obtenido al frente de la
Orquesta Mondragón, Gurruchaga decide emprender su carrera como solista en 1990
y se pega el batacazo.
En el 92 resucita a la Orquesta con el disco “El huevo
de Colon”, lanzamiento que coincide con la celebración del Quinto Centenario
del descubrimiento de América y, con la yema del otro, emprende la gira
presentación del mismo que llega al Coliseo coruñés el 28 de agosto de
1993.
Los buenos tiempos habían quedado atrás y Gurruchaga estampa el huevo, el
de Colón, y la yema del vecino, contra el hormigón de las gradas
vacías. Solo 300 personas habían acudido al Coliseo para disfrutar de la bis
histriónica del artista que, ante el éxito obtenido, negocia con la dirección
del Coliseo la suspensión del concierto.
El quiere cobrar toda la pasta por no actuar y la dirección solo le
ofrece pagar los gastos de desplazamiento. No hay acuerdo y el concierto se
llevó a cabo, de aquella manera…
JESÚS VÁZQUEZ, DANDO EL CANTE
El éxito del ferrolano Jesús Vázquez como presentador, queda reflejado en sus
diferentes apariciones al frente de programas televisivos
Éxito que no le acompañó en su meteórica aparición en el panorama musical
aunque su primer disco – y hasta la fecha último – consiguiera ser Disco de
Oro.
En olor de multitudes en 1993, Jesús sacó el do de pecho para
volcarse en el mundo de la musica. Viajó a Italia para grabar su disco A
dos milímetros escasos de tu boca, que encandiló a las jovencitas de media
España. Bueno, no a todas. Llegó al Coliseo de La Coruña a golpe de
bombos y platillos promocionales para presentar su ópera prima. Y el golpe se
lo llevó él, ya que solo atrajo a doscientas jovencitas -- lo de ser
profeta en la tierra de uno, cuesta -- que a pié de escenario acercaban
distancias para recibir los besos artísticos del ferrolano que
hoy es un presentador de éxito, aunque dejó su faceta de cantante…de
momento.