jueves, 28 de noviembre de 2013

HISTORIA E HISTERIA DEL "ROCK DE UNA NOCHE DE VERANO" EN EL ESTADIO MUNICIPAL DE RIAZOR DE ACORUÑA

SE ANUNCIA  LA CELEBRACIÓN DEL " ROCK DE UNA NOCHE DE VERANO" EN EL ESTADIO DE RIAZOR Y SURGE LA POLÉMICA





Solo con el anuncio de la autorización concedida por el Ayuntamiento para la celebración del concierto" El rock de una noche de verano", de Miguel Ríos, el 24 de agosto de 1983 en el Estadio Municipal de Riazor de A Coruña, se levanto una tormenta dialéctica en la que, los aficionados al fútbol y al atletismo, descargaron truenos y relámpagos verbales en contra de ella. A pesar de las protestas, el concierto se celebró -- por los pelos, eso si -- una lluviosa noche de verano que empapó por dentro y por fuera, de música y lluvia, a más de 18.000 personas que, a pesar de las inclemencias del tiempo acudieron , pasando por taquilla, la noche del 24 de agosto de 1983, al Estadio Municipal de Riazor, para presenciar la actuación de Leño, Luz Casal y Miguel Ríos en lo que fue el primer concierto multitudinario celebrado en A Coruña. Un concierto que, además de marcar un hito en la historia musical de la ciudad, propició otras anécdotas que iremos narrando en esta recopilación de "Historias, histerias y anécdotas musicales de la ciudad"

ROCK & RIOS

En 1982, la gira "Rock & Rios" fue recibida en A Coruña de forma multitudinaria. El Pabellón de los Deportes, abarrotado con 9.000 personas, había chorreado entusiasmo desde el primer momento en que el "viejo rockero"  dio la "bienvenida a los hijos del rock and roll" a miles de personas, jóvenes y menos jóvenes, que no quisieron perderse lo que era la resurrección del rockero más carismático del país. Eufórico por los buenos resultados a nivel nacional de la gira, coincido en Madrid con Miguel -- al que me une una amistad que se remonta a los tiempos del Circo Price, allá por el año 1962 --, en la presentación de un disco en el que se recogian las aventuras y desventuras del verano anterior : " En la movida del verano del 82, la basca fue la estrella del verano español en el que la juventud inventó su rito y su grito. Era el rock de una noche de verano...". 

  Durante la presentación, Miguel me habla de su proyecto para 1983. Una gira con una campaña promocional de coste y dimensiones nunca vistas en España que se estaba planificando con minuciosa organización y poderío económico al frente de la que estaba el abogado Miguel Pérez Solis, experto en la organización de eventos multitudinarios. Se me hace la boca agua según Miguel va narrando el proyecto y quiero saber si A Coruña figura entre las ciudades elegidas. Lo que escucho no me gusta: " ¿ Sabes que pasa Nonito? -- dice Miguel --, el Pabellón de Deportes se nos queda pequeño, no solo por el montaje, sino también para el público que esperamos acuda al concierto, que se va a llamar, El rock de una noche de verano. Necesitamos plazas de toros o campos de fútbol. ¿ Está disponible el de A Coruña? ". "Ni idea-- le contesto -- pero, es de suponer que, dada la importancia de la gira y que actuarás en campos de fútbol de las principales ciudades de España, no creo que el Ayuntamiento desaprovechará la oportunidad. De todas formas, con preguntar, sales de dudas ".

PERMISO CONDICIONADO
Y de dudas salió ya que, al cabo de algún tiempo, me llama de parte de Miguel Rios el abogado Pérez Solís para decirme que ya existía un pre contrato en el que el Ayuntamiento autorizaba la celebración de concierto previo pago del alquiler correspondiente y una serie de exigencias técnicas y de seguridad para que el Estadio Municipal de Riazor, que lucia flamante reforma realizada con motivo del Mundial 82, no sufriera desperfectos. Como él iba a estar de un lado para otro, me pide que coordine las áreas de promoción y producción local, toda vez que la complejidad técnica del concierto y las demandas municipales requerían un constante seguimiento para que el engranaje funcionara a la perfección.

ALARMA ROJA
Primero el anuncio de la actuación de Miguel Ríos en el Estadio Municipal de Riazor, y a los pocos días la noticia de que la gira Momentos de Julio Iglesias también llegaría al Estadio Municipal de Riazor de A Coruña, irrita a las fuerzas vivas del deporte coruñés. El mundo del fútbol y el del atletismo de la ciudad -- por entonces a partir un piñón --, así como los aficionados de ambas disciplinas deportivas acogen la celebración de estos conciertos con evidente preocupación, que se convierte en "alarma roja" una vez que empieza a ponerse en marcha la gira por España delante de Miguel Ríos. Las noticias sobre ella y los "destrozos" que causaba -- aireados y magnificados por la prensa deportiva -- en los campos de fútbol donde actuaba, como consecuencia de la masiva  afluencia de personas -- la gira de Julio Iglesias recibía un tratamiento menos agresivo por no cubrir las expectativas de asistencia de público -- , disparan los dispositivos de una protesta contra el uso "no deportivo" de las instalaciones del Estadio Municipal de Riazor. 

Protestas que llegaban incluso a "exigir" del Ayuntamiento la inmediata cancelación de ambos conciertos frente a una minoría que opinaba, que los estadios -- no confundir con campos de fútbol --, sobre todo si eran municipales, debían albergar todo tipo de espectáculos multitudinarios.  Los primeros argumentaban su negativa -- no sin razón --, en que, tanto el terreno de juego, como las pistas de atletismo recién inauguradas, podrían sufrir graves desperfectos. 

Los segundos, entre los que me encontraba, intentábamos razonar al respecto que, para evitar problemas, se debían adoptar medidas protectoras que impidieran, o minimizaran, el deterioro de las instalaciones, con el consiguiente seguro a todo riesgo por cuenta de los organizadores del evento. Nada nuevo que no se hiciera con anterioridad, como había comprobado personalmente en varias ocasiones, en Wembley, la catedral del fútbol europeo, que acogió conciertos de más de 100.000 personas o en diferentes campos de fútbol de España.

DIFICIL DECISION
Acosado por la polémica, el Ayuntamiento se encuentra entre la espada y la pared de mantener o no la inicial autorización dada para ambos conciertos. Tanto es así que, en los medios de comunicación locales, aparecen algunas comentarios que anuncian la posibilidad de suspender el concierto de Miguel Rios, por considerarlo el más conflictivo, y mantener la autorización para el de Julio Iglesias que llevaba una gira muy "tranquila". Fue como echar más leña al fuego porque, en ese momento, los rockeros se sintieron agraviados por la discriminación y empezaron a mostrar su disconformidad ayudados por la opinión de los ciudadanos " normales" -- los no fanáticos del fútbol -- que reaccionaron ante tal posibilidad. Por fin el Ayuntamiento opta por subirse al autobús de "los tiempos del cambio" -- slogan socialista propiciado precisamente por Miguel Ríos -- y concede la definitiva autorización para que se celebren ambos conciertos en el Estadio Municipal de Riazor, los días 24 y 28 de agosto de 1983, poniendo muy alto el listón de las exigencias para mantener la máxima seguridad en las instalaciones, y salvaguardar el orden público.

"CHUZOS DE VERANO" SUPENDEN EN PRIMERA INSTANCIA EL CONCIERTO DE MIGUEL RIOS

La autorización definitiva concedida por el Ayuntamiento a Miguel Ríos para celebrar en el Estadio Municipal de Riazor el concierto "El rock de una noche de verano" el 24 de agosto de 1983 no apaga el fragor de la polémica en los cenáculos deportivos cuya preocupación ante posibles daños en las instalaciones del Estadio y las pistas de atletismo -- inutilizadas para la celebración de eventos atléticos -- es azuzada por las noticias que llegan a través de los medios de información donde la gira por España de Supertramp esta ocasionando desperfectos en los recintos deportivos por donde pasa. Tanto el mini estadio del Barcelona como el Estadio Insular de Las Palmas se convierten en "campos de batalla" para grupos de alborotadores que se dedicaron a reventar puertas e instalaciones de diversa índole con la disculpa de querer entrar gratis a un espectáculo de pago. 

Estos actos de gamberrismo, no privativos de las "huestes rockeras " y que saltan a la actualidad -- afortunadamente solo de vez en cuando -- escenificados por seguidores ultras  de algunos equipos de fútbol, preocupan seriamente tanto al Ayuntamiento coruñés, como a la organización del concierto que intenta reconducir el concierto por los cauces de la normalidad dando "consignas" para que el comportamiento de la juventud "rockera" que acuda al evento se comporte correctamente dentro de la dinámica específica que conlleva un concierto de rock.

"¡ SER BUENOS CHICOS!"
Los "consejos" que la organización hacía llegar oficiosamente a los medios de comunicación para su difusión, los días anteriores al concierto, iban  encaminados a que  los asistentes mantuvieran una norma de conducta "ejemplar" para evitar altercados que pudieran "aguar" la fiesta: " Vestir ropas muy cómodas; no llevar botellas ni magnetofónes; ir al concierto con las manos libres, sin bolsos; calzar zapatillas o similares; pagar ochocientas pesetas, que es el precio único de la entrada y vivir una fiesta musical a tope demostrando que, ser joven y rockero es, sobre todo y ante todo, normal". Cuando llegó a mis manos el contrato con las condiciones estipuladas para la celebración del concierto, mi primer impulso fue el de llamar a Miguel Ríos y dimitir de mi condición de coordinador , "encasquetada" por la amistad que nos unía. El abogado Miguel Pérez Solís me instaba continuamente, vía teléfono, a que cumpliera al pié de la letra las claúsulas del mismo.

LAS CLAÚSULAS
Las claúsulas, letra pequeña incluida, no dejaban ningún cable -- y eran muchos -- suelto. De ahí la complicación de atarlos bien atados. Exigencia de reforzar y proteger, para que los "toros" y las grúas no dejaran huella de su actividad, la zona donde se instalaría el escenario  en la zona del Palacio de Deportes -- en cuyas instalaciones estaban los camerinos --. Recubrir el césped con una lona especial para minimizar los efectos que pudieran causar el "pisoteo", con baile incluido, de miles de personas, así como la construcción de unos accesos peatonales de madera -- cuyo coste ascendió por cuenta de la organización a un millón de pesetas de entonces -- directos desde las gradas hasta el campo que permitieran al público acceder al mismo sin pisar las pistas de atletismo. 

Otra de las claúsulas, además del alquiler del recinto varias veces millonario, obligaba a los organizadores a cubrir una póliza de seguros de amplias garantías, tanto para personas como para instalaciones, con indemnización en caso de suspensión del concierto, siempre que fuera por causas justificadas. El tema más controvertido estaba en la obligación exigida a la organización del concierto de Miguel Ríos para que el campo de fútbol estuviera en condiciones para el primer partido de liga. Una responsabilidad, que a juicio de los organizadores del  concierto de Miguel  tendría que ser compartida por la organización del de Julio Iglesias que sería el último antes del comienzo de la liga. La gira de "El rock de una noche de verano" estaba planificada con minuciosidad y exactitud "casi" germana, y con un montaje escénico, junto a equipos de luz y sonido de última generación , "casi" inglés, por lo buenos que eran. Dos equipos completos de montaje recorrían España. Mientras Miguel actuaba en una ciudad, para ganar tiempo, el equipo de montadores se desplazaba a la siguiente con el andamiaje de otro escenario para que todo estuviera a punto para recibir los equipos de luz y sonido.

¡BORRASCA A LA VISTA!
Tres días antes del concierto llegan los trailers con todo el material de montaje para el escenario,. Junto a ellos se incorpora personalmente a la coordinación de lo que iba a ser el primer concierto multitudinario de la ciudad, el abogado Pérez Solís que sobre el terreno y con la constante presencia de técnicos municipales, y los agentes de seguros,  supervisan los trabajos. Incluso el Alcalde, personalmente, acudió en varias ocasiones al Estadio  para inspeccionar la marcha de las faenas del montaje. Un día antes llega el equipo técnico con el productor Carlos Narea al frente, mientras que la demanda de entradas en venta anticipada prediccen una asistencia superior a las 20.000 personas para asistir al concierto despedida de Leño, Luz Casal y Miguel Ríos

Pero, el gozo de la organización se ve amenazado con otra predicción, esta vez metereológica, que  anuncia, cuarenta y ocho horas antes, la posibilidad de que una borrasca descargue sobre el Norte y Noroeste de España. Con un "¡malo será que acierten!", sé quiere espantar los malos augurios climáticos, aunque quién más, quién menos no saca la vista del cielo que luce tremendos nubarrones, mientras el viento empieza a soplar con fuerza. Se busca alivio a la preocupación llamando continuamente al Instituto Meteorológico en busca de buenas noticias que no llegan : "se esperan borrascas puras y duras, con lluvias y vientos racheados". Al tiempo que Carlos Narea manda sujetar las lonas exclama ... "¡ Otra vez el tiempo tocando la gaita norteña !". 

La tarde anterior al día del concierto, el semblante de los miembros de la organización muestra signos de preocupación y la posibilidad de suspender el concierto, de cumplirse las predicciones, aletea sobre el Estadio de Riazor. "¡ Seguro que los aficionados al fútbol echaron el mal de ojo! " ,  se queja un técnico de sonido, pero, nadie le sigue la broma. La preocupación se alivia momentáneamente con la noticia que trae el encargado de taquilla anunciando que la venta de entradas sigue con muy buen rítmo...¡ Eso, más entradas para devolver si suspendemos!,  replica el gracioso de turno  que se gana abundantes "gorrazos" verbales.

EL CONCIERTO SE SUSPENDE
La mosca de la suspensión revoloteaba por encima de nuestras cabezas cada vez que había que refugiarse de la lluvia . Se intentaba en lo posible espantarla, pero, ahí estaba zumbando. Carlos Narea me llama a parte y me comunica que se ha tenido que suspender el concierto en Gijón, en el estadio de El Molinón, por las inclemencias del tiempo. Y eso no es todo: " la suspensión ha provocado incidentes de orden público". La noticia es un golpe bajo para la moral -- que ya andaba un poco frágil por la húmedad del ambiente --y solo cabía esperar un milagro en forma de anticlón de las Azores que se llevara lejos la borrasca. 

Después de llover toda la noche, el día del concierto amaneció con los elementos de la naturaleza desatados y también desatadas las lonas por las rachas del viento. A media mañana llega el autobús con los músicos y los artistas al Estadio de Riazor. El panorama que se encuentran hace que Miguel Rios, que ya venía  caliente tras la suspensión de Gijón, lance una retahila de "gorgoritos" no aptos para ser reproducidos en esta historia. Sobre la una del mediodía Miguel acude al Ayuntamiento para ser recibido por el alcalde. Lo que estaba previsto fuera un acto protocolario se convierte en una película intriga e incertidumbres. Media hora más tarde, en el cuartel general de la organización instalado en las oficinas del Pabellón de Deportes se recibe una llamada desde el Ayuntamiento suspendiendo en concierto. Empieza el suspense...

CONTRA VIENTO Y LLUVIA EL CONCIERTO SE CELEBRA Y EL ALCALDE MUESTRA SU SATISFACCION.

Eran las 13.30  del día 24 de agosto de 1983-- fecha del concierto --cuando el cuartel general de "El rock de una noche de verano" se recibe desde el Ayuntamiento, a donde había acudido para ser recibido por el alcalde Paco Vázquez en un acto protocolario, una llamada de Miguel Ríos con la orden de suspender el concierto. Carlos Narea empieza a preparar el desmontaje de todo lo instalado. 

Excuso decir a los lectores el estado de ánimo de todo el equipo cuando, y nunca mejor dicho, un rayo de sol ilumina nuestros semblantes. La borrasca amaina momentáneamente, y con los claros que aparecen en el cielo, llega desde el Ayuntamiento una nueva llamada que da contra orden: ¡ Todo el mundo quieto!...el concierto sigue en marcha.

 Miguel se agarra a un rayo de sol y quiere agotar hasta el límite las posibilidades de actuar pese a que, Carlos Narea, le aconsejaba que era una auténtica locura que podía traer graves consecuencias en forma de accidentes para los músicos que estuvieran "conectados" a la energía eléctrica a través de los  instrumentos, toda vez que la bonanza era un espejismo y las nubes amenazaban  con seguir regando los  ánimos.

DESHOJANDO LA DECISION



La cosa no estaba clara. A Miguel Ríos, la decisión de suspender o no, le iba y le venía con la misma rapidez con que las nubes, acompañadas de vientos fuertes, soltaban sus aguaceros sobre las instalaciones. Sobre las 14.30 vuelve a llamar y Narea sigue aconsejando la suspensión y me pasa el auricular porqué Miguel quiere hablar conmigo. "Nonito, ¿ Cuántas  entradas se llevan vendidas hasta el momento?. Le aproximo una cifra superior a las 15.000. ¡ Pásame a Carlos!. 

Narea se pone al teléfono y retuerce el gesto narrando un rosario de problemas que pueden surgir de seguir adelante, pero, no convence a Miguel. ¡ Seguimos adelante!, anuncia con semblante serio y confiando en que la suerte nos acompañe. Durante toda la tarde, el viento sopla con fuerza y la lluvia sigue incordiando. En esta situación se realizan las pruebas de sonido, eso si con bastante dificultad. 

 Momentos antes de abrir las puertas, se inspecciona las lonas que cubren el campo de fútbol , y salvo algunas pozas de agua, parece estar todo en su sitio. Lo que más preocupa es el viento que hincha las lonas del escenario que se asemeja a un velero, a punto de "volar" por los cielos a delante -- con "tripulación" incluida --.. Dos horas antes se abren las puertas y el público, desafiando la borrasca, empieza a llegar al Estadio Municipal de Riazor para coger asiento cubierto. Nadie baja al campo de fútbol hasta que la lluvia cede en intensidad, y cuando lo hacen, utilizan las pasarelas de madera habilitadas para la ocasión. Media hora antes del concierto, las proximidades del escenario están atiborradas de público que se "esmaga" contra las vallas de seguridad del escenario.

LEÑO Y LUZ CASAL




En el backstage todos estabamos en "estado de alerta". Había mucha preocupación por el riesgo que iban a correr los artistas si persistían las fuertes ráfagas de viento que hacían ineficaz la protección de las lonas contra el agua. La nada dudosa posibilidad de que los músicos sufrieran descargas eléctricas no flotaba: se vivía en el ambiente. A pesar de esta contingencia, Leño, con Rosendo al frente salen a por todas al escenario para despedirse de sus miles de seguidores en lo que era gira del adiós.  Se dio el caso de que, más de un espectador, pago la entrada para rendir honores a Leño, y marcharse después. Me consta

. Durante la actuación de Leño , que abre el concierto ante aproximadamente 20.000 personas -- la Sociedad de Autores había liquidado el taquillaje correspondiente a 18.769 personas, sin contar invitaciones -- no llueve y el público abandona el refugio de las gradas cubiertas para participar en el ritual del rock bailando y brincando en el terreno de juego, sobre todo en las cercanías del escenario. Cuando sale Luz Casal al escenario empieza de nuevo a llover intermitentemente, pero, el público más joven sigue a pié de escenario calentando el ambiente.

FELICITACIONES DEL ALCALDE

En vista de que parece que el tiempo estaba poniendo buena cara, Carlos Narea  agiliza al máximo los preparativos para cambiar el backline de Miguel Ríos. Todo iba bien y el concierto estaba controlado con la ayuda ejemplar del público. La Policía Nacional y Municipal, Protección Civil, que estrenaba uniformes para la ocasión, así como la Cruz Roja,   solventaban con eficacia los problemas que surgían, mayoritariamente de carácter etílico. El gobernador civil y el alcalde bajan hasta el backstage para supervisar la marcha del concierto y muestran su contento por como se iba desarrollando todo. Paco Vázquez se lamenta, eso sí, del mal tiempo: "Si no hubiera llovido, ahora estarían aquí más de 25.000 personas". ¡ O más señor alcalde!. Termina la actuación de Luz Casal y a los pocos minutos salta al escenario en una perfecta sincronización del equipo del escenario y el de producción. El recibimiento es apoteósico cuando empiezan a sonar los acordes de salutación... ¡ A los hijos del rock and roll....Bienvenidos!

GRACIAS POR ESTAR AQUÍ


¡ Gracias por estar aquí!. El público vibra ante el saludo de Miguel Ríos y se arremolina junto al escenario para participar del gran rito del rock. Empieza a llover de nuevo, pero, es igual los aficionados, agrupados en las cercanías de la estructura metálica del escenario, aguantan a pié firme y celebran la aparición de Miguel, coreando y votando al compás de la canción. Ante los bríos mostrados por los rockeros, la seguridad tensa su atención y rescata de las avalanchas a los que corrían riesgo de aplastarse contra las vallas.
 El Estadio de Riazor era una fiesta que se prolongaba a las casas de detrás de la Torre de Maratón, en el Paseo de Ronda, que participaban en ella haciendo guiñar a sus ventanas, apagando y encendiendo  las luces. Miguel se apercibe de la participación y, les invita a que sigan llevando el rítmo en la siguiente canción. Así lo hacen, y el público, a petición de Miguel, les da un fuerte aplauso. Mientras el público se lo pasaba en grande, Carlos Narea y yo, compartíamos intranquilidad. El viento seguía soplando y el agua entraba en el escenario durante la actuación. A pesar de que tanto Miguel como los músicos reculaban para protegerse, el riesgo de que alguien sufriera descargas eléctricas aumentaba. Todos le echaron unos "bemoles" increíbles para que el concierto siguiera adelante. Al final, con las caras demudadas por los "acongojonamientos" padecidos, hubo felicitaciones para todo el mundo. De nuevo gobernador civil y alcalde mostraron su satisfacción por el comportamiento cívico de los rockeros y por el desarrollo ejemplar del concierto. 

A pesar de ello, una nueva borrasca verbal descargaría días más tarde con abundante "treboada" de opiniones del sector deportivo de la ciudad, apagando los rescoldos de las felicitaciones y prendiendo el fuego de una nueva polémica que se zanjaría con la concesión por cincuenta años de las instalaciones del Estadio Municipal de Riazor al Deportivo , por la simbólica cantidad de una peseta al año.

 "GOLAZO" DEL DEPORTIVO QUE VALE POR 50 AÑOS DE CESIÓN  DEL ESTADIO DE RIAZOR, POR 1 PESETA.





Una vez terminado el  hoy  histórico concierto de "El rock de una noche de verano" en el Estadio Municipal de Riazor -- con algunos asistentes más "empapados" que otros, según estuvieran o no a cubierto de la lluvia -- comienza a desmontarse toda la infraestructura. En pocas horas llegaría el equipo de montaje de la gira Momentos, para preparar la actuación de Julio Iglesias, el día 28 también en el Estadio.

 Entre uno y otro evento se evalúan los desperfectos causados en las instalaciones y salvo el estado en que quedo el césped  -- completamente aplastado por la lona que lo cubría, con partes del mismo convertidas en lodazal por los efectos de las lluvias torrenciales que se habían filtrado por la cubierta y los "pisotones" de miles de personas, sobre todo en la zona del área del Palacio de Deportes donde estaba colocado el escenario -- no se aprecia, a primera vista, nada anormal.

 Las evaluaciones técnicas consideraban que, de empezar ese mismo día la rehabilitación terreno de juego,podría estar apto para la práctica del fútbol en pocos días. Pero, el césped del Estadio aún tenia que "aguantar" un concierto más.

TRATO DESIGUAL
Una vez desmontado el escenario de Miguel y antes de levantar el de Julio Iglesias, hablo con su manager Alfredo Fraile, para transmitirle el encargo de Perez Solís: " pueden utilizar el mismo material, ya instalado,  a cambio de una cantidad de dinero". La respuesta de Alfredo Fraile me deja tieso: "En nuestro contrato no figura ninguna claúsula que nos obligue a instalar rampa alguna para bajar de las gradas a las sillas. Eso correrá por cuenta del Ayuntamiento". 

Acudo a un técnico municipal que estaba supervisando la instalación del escenario de Julio Iglesias, al igual que lo hizo con toda meticulosidad con el de Miguel Ríos, y le comento lo que hay: "No tengo ni idea de lo que pone en el contrato de Julio Iglesias", comenta desentendiéndose del asunto. 

Llamo por teléfono Al abogado Pérez Solis, encargado de la gira de Miguel, para contarle que no hay arreglo: "Busca personal y que retiren las bases de madera del escenario y de las pasarelas ". Ya es tarde para lo primero, toda vez había  parte de la infraestructura del escenario colocada. Cuando se va a realizar el segundo encargo, el técnico municipal y Alfredo Fraile lo impiden. Les enseñó la factura de 968.000 pesetas abonada por Miguel Ríos a Maderas Peteiro  por los "tablones de marras" y con la misma digo: "los tablones son de Miguel y me han dado orden de retirarlos". No me dejan, y para evitar mayores jaleos comunico a Pérez Solís que me inhibo del asunto. Total, que Julio Iglesias se aprovecha, sin soltar una peseta, de toda la infraestructura de "madera" exigida a Miguel Ríos.

"YA LO DECÍA YO..."
Si el estado del campo, al acabar el concierto de Miguel Ríos, permitía plantar patatas, el día después del concierto de Julio Iglesias --con menos público del que se esperaba -- el césped semejaba ser un campo de golf, y no por su buen aspecto precisamente. Estaba lleno de hoyos a causa de las sillas instaladas sobre su superficie. El 29 de agosto el personal del Estadio miraba con cara compungida  los efectos del paso de las "hordas rockeras" galopando sobre el césped de Riazor. 

Del concierto del día anterior,  no se hablaba en los corrillos formados por decenas de curiosos que se habían congregado para evaluar los destrozos, como si de "auditores de infraestructuras" se tratara. Todos a una, demostraban sus dotes de adivinación proclamando un, " ya decía yo que esto iba a pasar", que calentaba la olla del "cabreo" ambiental post - concierto. Y aunque el horno no estaba para bollos, intento minimizar  el impacto de la visión del lodazal, augurando que para el comienzo de la Liga, allí se podría jugar al fútbol. Ver para creer.

EL "HUNDIMIENTO" DEL AREA
Prensa y  radio desplazan sus efectivos para recoger las opiniones a pié de "campo de batalla" cuando, de repente, estalla la bomba. Alguien, a gritos, y con la cara desencajada , da la noticia de que el área de la portería del Palacio de Deportes se había hundido. El revuelo que se monta es considerable y se empiezan a pedir cabezas responsables. Efectivamente el desnivel del campo ,en esa zona, existía aunque no era perceptible  a primera vista. El terreno había cedido justo en el área en la que, años después  Djukic fallaría aquel fatídico penalty -- afortunadamente  para Miguel Ríos el tiempo había pasado y nadie le echó la culpa --. Al poco de darse la alarma se presentan en el Estadio técnicos municipales para  comprobar el hundimiento. No tardan mucho en hacer acto de presencia personal  de la compañía aseguradora del concierto de Miguel Ríos para comprobar la veracidad del desperfecto que, en un primer diagnóstico técnico, se achaca a la concentración de público en las cercanías del escenario durante el concierto de Miguel Ríos.  Las investigaciones posteriores así lo confirman, pero, añaden un dato al que se agarra la compañía aseguradora para intentar eludir responsabilidades: " el mal estado del drenaje del campo de fútbol".

UN MAL DRENAJE
El atasco de los conductos de drenaje, que no se había corregido en la remodelación del Estadio de Riazor,  realizada con motivo de los Mundiales del 82, había producido -- por lo que pude oír en conversación privada de dos técnicos -- oquedades en el subsuelo que dejaban  casi en el aire, sin apoyo, a la capa de la superficie. Una anomalía que se evidenció cuando estas zonas soportaron un peso inusual y cedieron. La compañía de seguros se escuda en que, si el drenaje hubiera estado en condiciones, el terreno de juego no hubiera cedido, mientras que, el Ayuntamiento, con la póliza de seguros en la mano, reclama daños y perjuicios. 

Con la rapidez que demanda el inicio de la Liga, se acondiciona el drenaje -- cuyo mal estado era la causa de que el terreno de juego estuviera, con anterioridad al concierto, siempre encharcado y en malas condiciones para la práctica del fútbol -- y el asunto llega a las instancias judiciales, donde el Ayuntamiento obtiene una sentencia favorable que condena a la aseguradora del concierto de Miguel Ríos a pagar los gastos de la "desfeita".  Para nada se mencionó el trasiego del montaje y desmontaje del escenario de Julio, efectuado en la zona "hundida", por dónde pasaron grúas y toros. Una vez más a los rockeros les toca bailar con todo el petate.

EL "DEPOR" SALE GANANDO

El refrán de que, "no hay mal que por bien no venga", se cumple. Con la prensa deportiva en pié de guerra, los aficionados al fútbol "echando pestes" contra el uso de los campos de fútbol para conciertos de rock -- con el refuerzo de los aficionados al atletismo, por entonces aliados a los futboleros, que se unieron al coro de la protesta, a pesar de que las pistas no habían sufrido daño alguno --, llega la Liga a Riazor en un ambiente muy caldeado. En el partido inaugural el alcalde es recibido con una fuerte pitada cuando se dirige al circulo central del campo, para hacer entrega de un trofeo. 

De esa manera, los aficionados al fútbol-- muchos de los cuales habían asistido al concierto de Miguel Ríos --mostraban su descontento por la autorización dada. A los pocos días, el Alcalde anuncia en los medios de comunicación la cesión de las instalaciones municipales del Estadio de Riazor al R.C. Deportivo -- cuyo presidente era el Sr. Corzo --, durante cincuenta años por la simbólica cantidad de una peseta. Todo un "golazo" a favor del Deportivo. Un gol obtenido de "tiro directo", tras señalar el juez de la contienda una falta  cometida por los "rockeros" al borde del  área "maldita". Pero, la historia de aquel concierto de "una noche de verano" , aún no acaba aquí...



 LAS  ESTRELLAS DE LA MÚSICA INTERNACIONAL VISITAN LA CIUDAD Y EL ROCK VUELVE AL ESTADIO CON EL "CONCIERTO DE LOS MIL AÑOS"

La historia continua... con el gozo y contento en la directiva y los socios del Real Club Deportivo por la cesión del Estadio Municipal de Riazor por cincuenta años, a cambio de 1 peseta. Una alegría compartida por los aficionados al deporte rey, y los atletas que, por entonces confiaban en seguir usando las pistas del Estadio. Todo indicaba que, después de la trifulca montada, el campo de fútbol del Deportivo quedaría vedado para la celebración de otros espectáculos que no fueran el " balón pié" con lo que la ciudad quedaba huérfana de la única instalación posible para albergar cualquier tipo de actividades de índole diversa capaces de congregar multitudes superiores a la capacidad del Pabellón Municipal de Deportes, lugar habitual de la celebración de espectáculos en la ciudad hasta entonces. Un recinto que, a instancias de la política deportiva puesta en marcha por Concejal de Deportes Eduardo Blanco, también cerraría sus puertas a toda actividad extra deportiva para ser dedicado a la práctica de deportes minoritarios.

EL COLISEO
Apenas hubo tiempo para que germinara una nueva polémica por parte de los ciudadanos coruñeses que, sin carnet de socios del Depor, creían desproporcionada dicha concesión. El anuncio por parte del Alcalde del proyecto de construcción de un amplio recinto multiusos, con estructura y capacidad suficiente para albergar  algunas de las actividades "deshauciadas " del Estadio y el Palacio de Deportes, y otras, como las corridas de toros -- ausentes de la ciudad desde el derribo de su plaza --, sereno los ánimos. 

El mensaje de Paco Vázquez  pidiendo,  "calma, paciencia y tranquilidad ", es acogido con satisfacción y  proporciona un rayo de esperanza para los ciudadanos que veían como se alejaban de la ciudad las oportunidades de disfrutar de conciertos musicales de "gran calibre". " Todo llegará  en su momento", dijo el alcalde: "A Coruña  tiene que ser una ciudad de servicios completa y en su día los circuitos internacionales de la música llegaran a la ciudad". Y llegaron, como también llegó el Coliseo.

PRINCE
¡ La que había "montado", sin ningún tipo de premeditación ni alevosía, Miguel Ríos solo con "El rock de una noche de verano!. Charlando con él tiempo después le cuento todo el proceso posterior al concierto: " Pues nada... a lo mejor el Depor me hace socio de honor por los ´servicios´ prestados", responde con buen humor, después del mal trago. Todo el mundo contento. Por una lado el  Depor que consigue un campo de fútbol, "regalado" por toda la ciudad, y la ciudad que gana un recinto dónde albergar actividades diversas, incluidos espectáculos musicales de alcance internacional. Pasa el tiempo y Paco Vázquez cumple su promesa, incluso antes de que el Coliseo estuviera terminado, cuando surge la oportunidad de incluir a la ciudad en el circuito internacional de las grandes estrellas de la música. Jesús Manzano oferta al Ayuntamiento de A Coruña, el concierto de Prince . ¡ Todo un acontecimiento a escala mundial!. Solo un "pero": se necesitan instalaciones o recintos capaces de albergar las infraestructuras del concierto y rentabilizar el mismo con la asistencias multitudinarias. 

Con el estadio "fuera de juego", se busca un emplazamiento idóneo para todo el entramado técnico y logístico que acarrea un concierto de esta envergadura, y al que se esperan acudan más de 20.000 personas. En la búsqueda emprendida por Eduardo Blanco, también Concejal de Fiestas, se encuentra  el campo de deportes  -- siempre el deporte por medio  de la música-- del Colegio Sta. María del Mar que puede valer efectuando una serie de  adaptaciones requeridas por las necesidades de producción. Tras atar muchos hilos para atender las peticiones de los "güiris", y cercar el recinto con vallas de madera -- ¡ los tablones otra vez de protagonistas! -- se pone fecha al concierto de Prince: el domingo 29 de julio de 1990. Vigo, en lo que aparenta ser un "ataque de celos", no quiere quedar al margen del circuito de las estrellas y negocia la actuación de Madonna en el Estadio Municipal de Balaidos. 

Lo que podía ser otro regalo para los aficionados a la música de Galicia, se convierte en un dilema al coincidir ambos conciertos en la misma fecha. Por aquí, se lamenta la coincidencia y se habla de "competencia desleal" toda vez que la actuación de Prince había sido anunciada con anterioridad.

TINA TURNER
¡ Oh casualidad!, Carlos Narea, el productor de "El rock de una noche de verano" de Miguel Ríos viene de productor de la gira española de Prince. El concierto se celebra con éxito de organización y una estimable asistencia de público -- aproximadamente 18.000 personas -- a pesar de la coincidencia con el concierto de Madonna, al que acudió menos público. A Coruña da la talla para formar parte del circuito de las estrellas. Surge entonces la oportunidad de que Tina Turner venga  a la ciudad .  Se desestima en primera instancia por los altos costes de producción que acarrearía, de utilizarse nuevamente el campo de deportes del Colegio de Sta. María del Mar. Para que Tina Turner venga a A Coruña, Eduardo Blanco tiene que recomponer su estrategia de no utilizar recintos deportivos para otros usos, y habilitar el Pabellón de Deportes cuya capacidad queda restringida a 8.000 personas por las necesidades del aparatoso montaje. 

A la espera de que el Coliseo entre en funcionamiento, el concejal de fiestas, ante la expectación que levanta la noticia, negocia dos actuaciones de Tina en A Coruña, para que puedan verla y escucharla más personas de las que puede albergar el Pabellón de los Deportes. Así se hace, y aunque los costes se disparan, al asumir el Ayuntamiento parte del precio de las localidades,  encarecidas por el aforo restringido, Tina Turner actúa en A Coruña los días 1 y 2  de octubre.

EL ROCK VUELVE AL ESTADIO
Cuando nadie lo esperaba, salta la sorpresa. Organizado por el Xacobeo 93 se anuncia en el Estadio Municipal de Riazor para los días 8, 9 y 10 de julio de 1993, el "Concierto de los Mil Años". Curiosamente, en esta ocasión, no se oyen protestas, ni por parte del Deportivo, ya concesionario del Estadio-- el Ayuntamiento siempre estuvo abierto a celebraciones múltiples en el recinto --, ni por tampoco por parte de otros estamentos deportivos de la ciudad. 

Tal vez porque, a pesar de que serían tres días seguidos de conciertos multitudinarios, la importancia de relación de artistas que en ellos iban actuar, "callaba" las protestas, o tal vez fuera porque era la Xunta de Galicia, a través del Xacobeo 93, quién organizaba el evento. ¡ Vayan ustedes a saber!. El caso es que el rock volvió al campo de fútbol del Deportivo y lo hizo para inscribir la página más gloriosa de esta ciudad en cuanto a espectáculos musicales respecta. ¡ Fue el "Concierto de los Mil Años", lo más apoteósico que uno pudo echarse a la cara y a los oídos en esta ciudad, no ya en el siglo XX, sino también,  casi seguro a lo largo del  siglo XXI y el XXII. ¡Irrepetible, grandioso!. 

Tuve que darme palmadas en abundancia para despertarme de lo que creía un sueño. Chris Isaak, George Benson, Neil Young, Sting, John Mayall, Robert Plant, Bob Dylan, The Kikns, Eric Burdon, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, Wilson Picket, Bo Didley reunieron en el estadio a más de 100.000  y nadie se rasgó las vestiduras tras el "Conciertazo", posiblemente porque el "drenaje" estaba a punto. Quién sabe si de nuevo, algún día, en alguna otra ocasión, el campo de fútbol del Deportivo, el Estadio Municipal de Riazor, sigue los caminos del legendario Wembley y vuelve acoger, para festejar alguna celebración especial, más conciertos de rock. 





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