(Érase una vez)
LAS LUCES DEL ÉXITO, LAS SOMBRAS
DE LOS PINCHAZOS, LOS BACHES DE LAS SUSPENSIONES, Y LOS CONCIERTOS DE
NUNCA JAMÁS… EN DIRECTO
Mientras los conciertos con éxito
absoluto y reventón de público suelen saltar a la palestra del recuerdo sin
apenas exprimir la memoria, los menos afortunados, aquellos que pincharon
por poca asistencia de público y los suspendidos por diversos motivos –con o
sin “certificado médico” – se quedan colgados en el limbo de la historia
musical de la ciudad a la espera de ser
rescatados en alguna publicación anecdótica que, como ésta, recopila al alimón
historias e histerias de la escena musical coruñesa.
En más de una ocasión, y ante las
anulaciones de los conciertos, los aficionados que ya tenían su entrada
adquirida me hicieron llegar su desilusión y su malestar por la socorrida
disculpa de los problemas de salud de los protagonistas y los tópicos “problemas
técnicos” que impiden la celebración de los mismos.
En principio, aclarar que
efectivamente los problemas de voz – afonías, catarros y demás-, arrojan un
porcentaje muy alto en las suspensiones y los certificados médicos
correspondientes confirman la veracidad
de las causas de suspensión.
Lo que más mosquea es cuando el
certificado en cuestión sale a relucir, oportuno, coincidiendo con la escasa
venta anticipada de entradas ya que si está es buena, los artistas arriesgan, a
pesar de su afonía, echando mano de su profesionalidad, como hizo Raphael en su
última visita al Palacio de la Ópera , donde con la voz notoriamente tomada aguantó
sobre el escenario tres horas.
Es decir que, junto a los
“problemas técnicos” que surgen al
amparo de las causas veraces que obligan
a suspender algunos conciertos, se cuelan otras artificiales que son motivadas
por la falta de interés mostrada por el público. Suele pasar.
En este capítulo, dividido en
varios episodios a modo de conciertos, escribiré sobre aquellos de alto nivel
artístico que se celebraron, o pudieron
haberse celebrado, en la ciudad.
También saldrán a la palestra los
que obtuvieron éxito artístico y no fue refrendado por el público y de aquellos
que tuvieron mucho público y artísticamente dejaron bastante que desear. Y cómo no, los de
aquellos artistas y grupos que cumplieron con las expectativas que en ellos
pusieron los organizadores y los aficionados.
Empezamos con algunos conciertos llamados
de “Nunca Jamás”, aquellos cuya celebración se barajó como posible, pero que,
por falta de recintos con capacidad adecuada se fueron con la música a otra
parte.
NUNCA JAMÁS
PAUL McCARTNEY, SIMPLE MINDS, TRANSVISION VAMP, MIKE OLFIELD, ROLLING STONES, U2
Aunque sin duda el concierto de Nunca
Jamás más manoseado fue el de Paul
McCartney, que salió en varias ocasiones a relucir tras declarar el ex alcalde Paco Vázquez en su día que
le gustaría que el Coliseo se inaugurara con el concierto del ex beatle, otros
estuvieron en el punto de mira de los concejales de cultura y fiestas del
Ayuntamiento coruñés. Unos se mantuvieron
en el redil de la discreción, otros se filtraron como posibles y algunos se
anunciaron con fecha y precios, para no celebrarse nunca jamás.
Que a Mike Olfield le apetecía
actuar en La Coruña estaba reiteradamente cantado y contado en los medios de
comunicación que, en más de una ocasión, hicieron sonar las “tubular bells” de
esta posibilidad tras la visita privada de Oldfield a la ciudad en 1991, en la que
conoció a Luar na Lubre en una "folk sessión"
“Justamente, este
mismo año, en el mes de agosto, Luar na Lubre y Mike Oldfield efectuaron en
conjunto un concierto en la Playa de Riazor (La Coruña)”.
Concierto que nunca jamás
existió a pesar de que, efectivamente, se hubiera contactos por parte de Bieito
Romero de Luar na Lubre y el Ayuntamiento encaminados a su celebración.
Se intento ubicar el concierto primero en Riazor y más tarde en la Torre de
Hércules pero, finalmente, el esperado concierto de Mike Olfield y Luar na
Lubre , tuvo que esperar tres años más, cuando junto a The Corrs provocó en
la vecina playa de Sta. Cristina – Oleiros un tsunami de gente.
Otro concierto de “Nunca jamás”
fue el de los Rolling Stones en La Coruña. El Xacobeo andaba repartiendo
conciertos estelares en 1999 por las grandes ciudades gallegas y se pensó traer
a los Stones a La Coruña. Con el
Estadio Municipal de Riazor inutilizado para estos usos por negativa del Deportivo,
concesionario del mismo, el concejal de Cultura, a la sazón Méndez
Romeu, intentó atrapar el concierto de sus Satánicas Majestades para la ciudad y propuso como lugar para su
celebración el muelle de Trasatlánticos que ya había estado en alguna ocasión
en la recámara de Eduardo Blanco. Al final Xerardo Rodríguez, coordinador del
Xacobeo, visitó el lugar y no lo consideró del todo apto. Al final el
concierto se celebro en el Monte del Gozo.
Verano del 2005.Una vez anunciado que la gira
mundial 'Vértigo 2005' de la banda irlandesa U2, desde el Ayuntamiento
coruñés, concretamente el Concejal de Fiestas Esteban Lareo, mostró su interés
para que la ciudad estuviera en la gira española del mismo. De nuevo la falta
de recintos que pudieran albergar en La Coruña la gigantesca infraestructura
del mismo y tuviera capacidad para más de 30.000 personas, echo un inicial
jarro de agua fría sobre el interés inicialmente mostrado, que fue congelándose
con la llegada de otras cláusulas del
contrato. La gira de U2 necesitaba campos de fútbol – el grupo actuó en
el Camp Nou de Barcelona, Anoeta en San Sebastián y el Vicente Calderón de Madrid – y la utilización de Riazor era problemática.
Por otra parte el Ayuntamiento, además de la cesión gratuita del recinto,
debería abonar 100 millones de las antiguas pesetas a los organizadores que no
darían ni un solo céntimo al consistorio de la taquilla obtenida. Tres
cláusulas, sobre todo la primera, que incluyeron este concierto estelar en el
capítulo del “nunca jamás”.
EL “JUDAS” SUPERSTAR
CARL ANDERSON. 1976
Carl Anderson fue el
primer Judas Iscariote de Jesucristo Superstar. Cuando se estrenó en
1971 en teatro, él lo interpretó. Después, en la película dirigida por Norman
Jewison en 1973, volvió a dar vida a ese personaje en la obra de Andrew Lloyd
Webber y Tim Rice. El disco de la banda
sonora de Jesucristo Superstar (1974) – que está considerada una de las
mejores de la historia junto con las de West Side Story y Hair-
vendió millones de copias en todo el mundo. La canción No sé cómo amarle
(I don´t know how to love him), cantada por la que hacía de María
Magdalena, también fue un éxito de ventas. Los protagonistas de la película
fueron Ted Neeley (en el papel de Jesús), Carl Anderson (Judas) e Yvonne
Elliman (María Magdalena).
Todo este éxito no sirvió de nada
a Carl Anderson cuando por sorpresa se presentó en el Palacio de los Deportes
de La Coruña en el verano de 1976. Fue uno de los primeros conciertos
internacionales que se celebraron en la ciudad y, a pesar del reciente éxito de
la BSO de Jesucristo Superstar, la respuesta del público fue mínima.
Sonó un repertorio de música soul y funky adornado con alguna de las canciones
estrellas de la ópera rock en la voz de su protagonista. Un concierto deslucido
por la ausencia de público que, en número aproximado de 400 personas, dejó en
taquilla menos de 30 monedas de oro.
LOS ALUMNOS DE “FAMA”
La famosa serie de Fama , en la
que se narraban las peripecias, desventuras, esfuerzos, éxitos y frustraciones
de los profesores y los alumnos de la Escuela de Arte de Nueva York (New York
City High School for the Performing Arts) fue estrenada por Televisión española
el 20 de febrero de 1983, alcanzando un notable éxito. Cada episodio comenzaba
con unas palabras de Lydia, la profesora de baile, que resumían la filosofía
que alimentaba las tramas y que se hicieron muy populares en su momento: Queréis
la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor.
Los jóvenes intérpretes de la
serie alcanzaron una enorme popularidad tanto dentro como fuera de Estados
Unidos, y se organizaron giras de conciertos en directo, incluso después de la
cancelación de la serie. Una de esas giras protagonizadas por algunos de los
“alumnos” de la serie actuó, al poco tiempo de desaparecer de las pequeñas
pantallas españolas -- en America se había terminado antes -- llegó al Pabellón
de Deportes de A Coruña con el bailarín Gene Anthony Ray -- Leroy
Johnson en la serie -- y Erica Gimpel
que interpretaba el papel Coco Hernández, al frente de un cuerpo de baile y
cantantes que interpretaron una selección de los temas musicales de la famosa
serie.
El espectáculo no llegó a crear
demasiada expectación y el Pabellón volvió a mostrar nuevamente el cemento de
sus gradas y el esqueleto de madera de muchas de las sillas de pista.
EL CONCIERTO MÁS “TAQUILLERO”
EDUARDO RODRIGO Y TERESA
RABAL. 1978
El primer pinchazo con suspensión
que recuerdo tuvo como protagonistas al cantautor argentino Eduardo Rodrigo y
su esposa Teresa Rabal en 1978, antes de comenzar a incursionar en el mundo
infantil y componer la obra musical para niños Una cigarra llamada Teresa,
que los subiría en 1979 en el pedestal del éxito.
Eduardo Rodrigo tenía un buen
cartel en el circuito musical español al haber ganado en 1972 el festival de
Benidorm con la canción A María yo
encontré, a la que seguirían Indio, Por eso te quiero, Uds.
Mujeres y otras. Un buen día recibo
su llamada telefónica para comunicarme que estaban de gira por Galicia y que vendrían
a actuar a La Coruña. Yo era el contacto que le había dado en la casa de discos
RCA Fernando Muñoz, jefe de promoción, que fue quién me los había presentado
una noche en la madrileña discoteca Carrusel.
Pregunto el lugar donde darán el
concierto y Eduardo Rodrigo me dice que será en el Pabellón de Deportes. Tiene
dudas de que éste sea el recinto más idóneo para un concierto acústico como el
suyo, y tampoco se las saco de la
cabeza.
Andan apretados de tiempo y el
concierto estaba apenas sin anunciar. Se gestionan entrevistas en la prensa y
la radio locales, donde se anuncia el concierto. Sin carteles publicitarios, llega
el día de la actuación.
Como es costumbre en mí, me
acerco al recinto uno hora antes y no veo a nadie en las taquillas. Voy a
saludarlos al camerino y la duda sobre la asistencia de público revolotea sobre
la conversación. Eduardo me pregunta.
-¿Cómo lo ves?
-Hay que esperar al tirón final
de taquilla.
Respondo caritativo para dar
ánimos, pero, el esperado tirón no llega y quince minutos antes de salir al
escenario las taquillas siguen vacías. Se han vendido alrededor de 50 entradas.
Ante la evidencia de esta escasa
concurrencia, la pareja decide suspender el concierto y devolver en taquilla el
importe de las entradas. En el momento de la devolución Eduardo, guitarra en
mano, y Teresa se acercan a la zona de taquillas y empiezan a cantar. Ofrecen
un mini concierto al aire libre para los que se iban a quedar sin poder
escucharlos. Sorprendido por esta actitud, se forma un corro que va aumentando
con la incorporación de los viandantes que pasaban por allí. Al final hay
aplausos de reconocimiento, no sólo para las canciones, por el detallazo de los
artistas.
Es, sin duda, el concierto “más
taquillero” que he presenciado en mi vida profesional.
LUCÍA,… PERO NO “LUCIÓ”
María Isabel Rodríguez Lineros, Lucía de
nombre artístico, fue la representante de España en el Festival de Eurovisión
de 1982. Aún recuerdo la euforia que se vivía en la discográfica Movieplay por
la elección de esta cantante que lucía más por su palmito – por
entonces tenía 18 años y fue la
intérprete más joven que nos representó en el Eurofestival --, que por su voz . El caso es que, en plena guerra de las
Malvinas, en la que estaban enfrascados el Reino Unido y Argentina, alguien
tuvo la ocurrencia de elegir un tango, Él,
para que Lucía defendiera el honor musical patrio en Harrogate-
Reino Unido. Los abucheos y silbidos del público durante la actuación cantaban una
clasificación que al final no fue tan catastrófica por las
habituales componentes eurovisivas que
la colocaron en un honroso décimo
lugar.
Para aprovechar el tirón
promocional de su presencia en Eurovisión, Lucía emprende una gira por España,
que llegó al Pabellón de los Deportes y se marchó sin que Lucía
pisara el escenario para lucir su donosura ante el desconsuelo de
cinco personas que habían comprado entradas para el concierto que se suspendió
sin que la cantante tuviera la amabilidad de cantar en las taquillas
durante la devolución del dinero que por cierto solo fue reclamado por cuatro
personas ya que la quinta – fan incondicional de la sevillana – optó por
conservarla y enmarcarla como recuerdo de aquel día en el que le dio dos besos,
en la mejilla a Lucía, cuando la cantante compungida, salía del pabellón.
LALO RODRÍGUEZ. 1990
Leído en Internet, en la
página web www.musicofpuertorico.com:
“Apenas comenzando el 1990, Lalo Rodríguez ofreció en España
galas en La Coruña, Vigo, Bilbao y Madrid, llenando la capacidad de las más
populares plazas y discotecas. Cabe mencionar que durante una de dichas
presentaciones se encontraba entre su público el afamado músico de jazz Quincy
Jones”.
No tengo constancia de lo que
sucedió en las otras ciudades incluidas en la gira, pero en el concierto de La
Coruña Lalo Rodríguez se llevó un buen batacazo. No congregó a más de 150
personas en el Palacio de los Deportes. Los asistentes terminaron de pie
bailando salsa, y cantando lo de Ven, devórame otra vez, que era sin
duda la canción reclamo, el gran éxito salsero del puertorriqueño. Gracias a
ella, Lalo Rodríguez obtuvo en 1989 tres premios otorgados por la prestigiosa
revista Billboard: cantante del año en música tropical, canción del año
por Ven, devórame otra vez, y mejor producción discográfica del año por
su elepé Un nuevo despertar, con el que volvía a los circuitos
discográficos después de cuatro años de silencio.
La verdad es el concierto de Lalo
pasó desapercibido, y el pinchazo fue, al menos para mí, toda una sorpresa: durante
las Navidades de 1989, y en fechas precedentes, había sido una canción de gran
impacto popular. Con posterioridad al mismo, y buscando posibles causas del
fracaso con el mánager del artista, se le echó la culpa a la fecha del mismo,
en pleno invierno, cuando los fríos y los vientos congelaron las calenturas
salseras que tendrían más movilidad y aceptación en una sala de baile, y no en Palacio
de Los Deportes, en el que la única calefacción que existía era la humana.
Por cierto, es seguro que en el
concierto de A Coruña no estuvo Quincy Jones. Lo habría visto entre tan poca
gente.
EL “ACCIDENTADO” PRIMER AÑO
DEL COLISEO
1991.
La Concejalía de Fiestas, con
Eduardo Blanco al frente, estaba lanzada por los buenos resultados (más
artísticos y promocionales de la ciudad que económicos) alcanzados en los
conciertos estelares de 1990. El de Prince había sido un éxito a pesar de dos
factores. Uno, la competencia directa del Ayuntamiento vigués, que había organizado
para el mismo día y hora un concierto de Madonna en el estadio de Balaídos. Y
dos, el alto coste de producción que supuso el
cerrar con un muro de madera las instalaciones deportivas del colegio de Santa María del Mar,
incrementado con las múltiples exigencias del artista –camerinos con gimnasio,
paneles con grandes fotografías exóticas, sala de billar, cafetería y varios
caprichos más–. Estos costes que devolvieron el protagonismo al Pabellón de
Deportes, que, con una capacidad reducida para estrellas de tirón internacional,
acogió el doblete de Tina Turner, que llenó el primer día y consiguió más de
media entrada el segundo.
Coincidiendo con la inauguración
del Coliseo, se pone en marcha una programación de alto standing internacional. La intención era la de incrustar a la ciudad
en el circuito de las estrellas internacionales de la mano del asesoramiento de
Jesús Manzano. Manzano era y es un gran conocedor de los entresijos del show
bussines desde su etapa como batería en destacados grupos de pop de los años
60 y principios de los 70, entre ellos el de Andrés Do Barro. Ha sido el
artífice de los conciertos nacionales e internacionales más importantes que se
han celebrado en la ciudad.
Se cuenta que se hizo lo posible para satisfacer la petición del
alcalde Paco Vázquez y que fuera Paul McCartney el que inaugurara el flamante
recinto multiusos, pero fue imposible. En la programación que se quiere poner
en marcha figuran artistas de la talla de Sting, Paul Simon, Bee Gees, Transvision
Vamp, New Kids on the Block y el rumor de la posible llegada de Gloria Estefan.
Un circuito con tráfico artístico comparable al de Madrid y Barcelona. Se
asumió soportando algunos kilos de más, que eran amortizados
sobradamente por las contraprestaciones promocionales a nivel nacional e
internacional de nuestra ciudad.
Sting
abre el Coliseo para las grandes estrellas
El primero en llegar a
La Coruña fue Sting, que el día 6 de
junio de 1991 trajo al Coliseo su gira Soul Cages. Había serias dudas
sobre la rentabilidad de este concierto. Su coste total rondaba los 100
millones de pesetas, y con la capacidad del Coliseo no salían las cuentas. Para rentabilizarlo se
requería un recinto lleno con 30.000 personas que pagasen 3.000 pesetas. La
cifra se salía de madre, pero Eduardo Blanco y Jesús Manzano se fajaron en una
dura gestión con Gamerco, empresa que gestionaba la gira de Sting por España. Finalmente,
tras vencer una serie de problemas técnicos que surgieron por ser el primer
concierto de esta envergadura que se celebraba en el recinto multiusos coruñés,
se llegó al acuerdo. El Ayuntamiento arrimaría el ascua de un dinero fijo – aproximadamente
25 millones de pesetas – y el resto correría a cargo de la empresa en cuestión.
Cerrado el contrato, se anuncia
el concierto para el 6 de julio. Aunque no se llegó al abarrote total, el
recinto lució una buena entrada, próxima las 9.000 personas. Muchas de ellas se
habían desplazado de diferentes puntos de Galicia y el vecino Portugal. Disfrutaron
sobre todo cuando sacó del baúl de los recuerdos los temas que habían alcanzado
la popularidad en su etapa con Police.
La pérdida, que la hubo, fue asumida por
Gamerco, que ya anunciaba para el día 28 de julio la celebración del siguiente
concierto estelar del verano de 1991: Bee Gees.
Los
Bee Gees suspenden
Anunciado y con entradas a la
venta, pocos días antes del concierto una noticia de agencia levanta la liebre:
Bee Gees no actuarán en A Coruña. Desagradable sorpresa, pues se seguían
pegando los carteles y vendiendo las entradas anticipadas, al tiempo que la
Concejalía de Fiestas daba la callada por respuesta. Al final se dijo que el
concierto de Bee Gees se suspendía por insalvables “causas técnicas”, que muy
bien pudieron estar relacionadas con el escaso tirón de la venta de entradas
anticipadas: Tres días antes del concierto sólo se habían vendido 600.
Sólo con ojear los créditos del
concierto, a uno se le hacía la boca agua. Prometía ser espectacular, grandioso.
Y lo fue. El único fallo que hubo fue el público. Cuando se esperaba una buena
entrada, rozando el lleno del Coliseo, alrededor de 3.000 personas –5.000 fue la cifra
barajada en los medios para disfrazar el pinchazo– asistieron a este
espectacular concierto. Fue, sin duda, uno
de los mejores conciertos, posiblemente el mejor, que he escuchado en mi
vida profesional, y no sólo en La Coruña.
Muchos aficionados que se
consideran aficionados a la música con calidad se lo perdieron. Sonido
impecable, con cristalina nitidez, interpretaciones magistrales. Los ritmos y
melodías fueron llenando dos horas y media de un concierto de ameno e histórico
repertorio, desde Sound of silence hasta The boxer, pasando por Bridge
over troubled water. Y
recreando los temas más destacados de los álbumes Graceland y The rhythm
of the saints: The boy in the bubble, You can call me all,
I know what I know, Graceland, Gumboots, Late in the evening,
Still crazy after all these years, entre otros. Al final del
concierto de Paul Simon, el Coliseo parecía un gallinero, porque nos puso la
piel de gallina, erizada por la emoción
que nos había proporcionado.
Un dato. Ese mismo concierto, con
los mismos protagonistas y repertorio, se celebró en el Central Park de Nueva
York un mes después. Lo que en La Coruña fue un pinchazo en la Gran Manzana fue
un reventón. Más de 750.000 personas no se quisieron perder el Born At The
Right Time Tour de Paul Simon.
Simple
Minds toman las de Villadiego
Aunque la respuesta del público no siempre respondiera al optimismo de los organizadores, la Concejalía de Fiestas, con Eduardo Blanco al frente, perseveraba en la idea de convertir a La Coruña en sede de buena parte de los conciertos de calado internacional que llegaban a España. Las puertas estaban abiertas para posibles actuaciones de súper grupos de gira por otras ciudades españolas. Se habló de que vendría Gloria Estefan, pero las gestiones no llegaron a buen fin en esta ocasión. Con la caña y la carnaza preparada, se sigue esperando a que pique una buena pieza… Y pica. Se trata del grupo escocés Simple Minds, que había anunciado conciertos de su gira Real Life Tour en Madrid, Barcelona y Marbella. Las anteriores giras españolas de esta banda referencial del pop rock mundial de la década de los 80 habían cosechado un considerable éxito de público y de crítica.
Aunque la respuesta del público no siempre respondiera al optimismo de los organizadores, la Concejalía de Fiestas, con Eduardo Blanco al frente, perseveraba en la idea de convertir a La Coruña en sede de buena parte de los conciertos de calado internacional que llegaban a España. Las puertas estaban abiertas para posibles actuaciones de súper grupos de gira por otras ciudades españolas. Se habló de que vendría Gloria Estefan, pero las gestiones no llegaron a buen fin en esta ocasión. Con la caña y la carnaza preparada, se sigue esperando a que pique una buena pieza… Y pica. Se trata del grupo escocés Simple Minds, que había anunciado conciertos de su gira Real Life Tour en Madrid, Barcelona y Marbella. Las anteriores giras españolas de esta banda referencial del pop rock mundial de la década de los 80 habían cosechado un considerable éxito de público y de crítica.
Se inician con rapidez las
gestiones pertinentes para incluir a las huestes de Jim Kerr en el calendario
musical de verano coruñés, y el concierto se cierra para el domingo día 28
julio de 1991 en el Coliseo. Se ponen las entradas a la venta y la respuesta es
escasa. A última hora, aparecen por el medio las temibles “causas técnicas” y
una actuación en Francia, que obliga a cambiar favorablemente la fecha del
concierto al sábado 27. Un adelanto que en principio debía de mover más número
de personas desplazadas desde otras ciudades dado el carisma de la formación. Y
así sucede. El ritmo de entradas anticipadas se acelera y la previsión se
acerca a una asistencia de 10.000 aficionados al Coliseo.
A la espera del día del
concierto, salta la noticia: Simple Minds suspende el concierto de La Coruña.
Desilusión y estupor ante la espantada, toda vez que el éxito de público estaba
asegurado. Había conversado telefónicamente con Jim Kerr, el líder del grupo,
el día 22 y todo parecía encauzado. ¿Motivos? Lío entre el manager del grupo y
el representante español.
El primero, el guiri había
cedido los derechos de la gira española al segundo, y este, comienza a buscar
fechas para la gira española que comenzaría en Barcelona y proseguiría en La
Coruña. Todo estaba controlado hasta que el manager del grupo, sin consultar
con el representante español, firma una actuación en Francia para dos días del
concierto de La Coruña con lo que, por proximidad de las fechas, no da tiempo a
que el grupo se desplace de un lugar a otro.
Se intenta arreglar el
desaguisado adelantando la fecha de La
Coruña, para que el grupo y las
infraestructuras de producción pudieran viajar a Francia con el tiempo
suficiente. No hay acuerdo, ya que el guiri no se aviene a razones y
decide que tras Barcelona, el grupo viaje a Francia, sin pasar por La Coruña.
En vista de lo cuál el público que había comprado las entradas anticipadas para
el concierto coruñés, peregrina rumbo hacia las taquillas para recuperar el
dinero de las entradas, mientras se habla de que el concierto suspendido se
pospone para el mes de octubre, pero nunca se llegará a realizar.
A
merengazo limpio. La “guerra” de Juan Luis
Juan Luis Guerra no reventó físicamente el Coliseo gracias a la
fortaleza del hormigón, que estaba bien armado y que aguantó a pesar de los
muchos y tórridos meneos tropicales. Ambientalmente si
que aquello fue una guerra a merengazo limpio. ¡Una locura! Se habló de que
fueron 14.000 las personas que acudieron
al concierto ofrecido por Juan Luis Guerra en el Coliseo el verano de 1991. Y
se especuló con que unas 10.000 personas se habían quedado con las ganas de
embadurnarse con el merengue de Juan Luis Guerra. Es, sin duda, el concierto
más multitudinario que ha acogido hasta la fecha el Coliseo. También el de más
riesgo: por momentos, la seguridad del recinto estuvo sobrepasada y se rondó la
tragedia.
Cuando acudo a los conciertos del
Coliseo, muchas veces rememoro con cierta angustia aquel día en que no se podía
circular por los pasillos, las escaleras habían desaparecido y las
gradas estaban a reventar. Mientras, en el ruedo, convertido en gigantesca
pista de baile, no cabía ni un alfiler y la gente bailaba el merengue agarrado,
como si fuera un bolero, por falta de espacio. Había mucha calentura que se
enfriaba con alguna salida al exterior. El concierto traía un montaje escénico
y de sonido de lo más pataconero. Los instrumentos de los músicos y las voces
de Juan Luis Guerra y Los 4.40 se
adivinaban, pero no se oían sepultadas por los cánticos del público que se las
sabía todas, convirtiendo el recinto en un gigantesco karaoke. Cuando acabó el
concierto, respiré aliviado, y conmigo los responsables de aquel gran merengazo
que estuvieron en vilo durante todo el tiempo que duró el merengazo.
El
de Mecano, otro llenazo
Otro de los primeros conciertos en los que las taquillas del Coliseo colgaron
el cartel de “no hay entradas” fue el de Mecano. Presentaban su disco Aidalai,
arropado por sus grandes éxitos, que fueron los que realmente levantaron el
interés del público. Llegaron a La Coruña para actuar después de Juan Luis
Guerra, y aunque hubieran podido vender casi tantas entradas como el
dominicano, tras el susto, y por motivos de seguridad, sólo se pusieron a la
venta 12.000. Los menos madrugadores se quedaron sin verlos.
Un
gran plató de televisión para Whitney
Si en el verano de 1991 hubo conciertos pinchazo, reventones y suspensiones, el de Whitney Houston, concierto estelar del otoño coruñés de ese mismo año, tuvo suspense inicial y desarrollo atípico final.
Por aquel entonces, a Whitney
Houston se la conocía como La novia del éxito, ya que seis años de
premios consecutivos (Grammys, Emma y American Awards) jalonaban la
trayectoria de esta rompedora de récords.
La euforia musical que se vivía en la ciudad, aunque no siempre fuera
correspondida en las taquillas, introdujo en los corredores del rumor la
posibilidad de que Whitney Houston actuara en el Coliseo.
El rumor no acababa de coger
visos de realidad y Eduardo Blanco, al frente de la Concejalía de Fiestas, echaba
balones fuera, aunque reconocía que se estaban haciendo gestiones para traer a La
Coruña a Whitney Houston, al tiempo que reconocía la existencia de escollos de
carácter económico que estaban dificultando el acuerdo.
Tras deshojar la margarita –
viene, no viene – por fin se anuncia el concierto de Whitney Houston para el 2
de octubre en el Coliseo. El único que daría Whitney en España, televisado por
TVG y a través de Sky Channel, vía satélite, para toda Europa. Se filtra el
coste del mismo, que asciende a 100 millones de pesetas. De nuevo, como se había
realizado con Sting, el Ayuntamiento se haría cargo de 30 millones en concepto
de ayuda por la promoción y publicidad de la ciudad que representaría la
retransmisión anunciada para toda Europa, con documental de La Coruña incluido.
En principio, el concierto
pintaba bien aunque, curtido en más de mil y un conciertos –bastantes más–, no
las tenía conmigo y así se lo hice ver a los organizadores, que por un poco me
corren a gorrazos por mi declarado pesimismo, adquirido tras la decepcionante
asistencia de público al concierto de Paul Simon.
La verdad, y así lo publique, me
asaltaban serias dudas sobre la expectación que podía causar el concierto de
Whitney Houston, una artista cuya calidad contrastada no generaba histerias ni
apasionamientos –elementos fundamentales para mover las taquillas– entre la
juventud más propicia a otros estilos
musicales, aunque el éxito obtenido en 1987 con I wanna dance with somebody
flotaba en el recuerdo. Otro gallo o gallina cantaría si el concierto se
hubiera celebrado en 1992, tras el espectacular éxito de la canción I will always
love you, compuesta por la cantante country Dolly Parton en 1973 y que
Whitney cantaba en la banda sonora de El guardaespaldas (1992).
Mi buen amigo Jesús Manzano, que
se había fajado con los guiris para traerse el concierto para La Coruña, no sin esfuerzo y
trabajosas gestiones, quiso en todo momento que cambiara mis oscuras
perspectivas sobre esta actuación. Alababa la categoría de esta estrella que,
por lo que a mí respecta, estaba fuera de toda duda. Me convenció con variedad
de argumentos. Entre otros, que se estaba jugando la continuidad del circuito de
las estrellas.
Había que tocar todas las teclas
para interesar al público y conseguir una entrada lo suficientemente importante
para que el circuito musical de las estrellas siguiera pasando por La Coruña.
Tampoco Eduardo Blanco lo tenía muy claro y, en continuas apariciones en los
medios de comunicación, llamaba la atención sobre el concierto picando el amor
propio y ajeno del público: “Si la gente no responde, vendrá la Pantoja”. Con
posterioridad vino Isabel Pantoja, La viuda de España, y congregó tres
veces más de público que La novia del éxito que atrajo alrededor de 1.000
personas.
Como buen aficionado a la música,
y a pesar de las dudas manifestadas, me involucré en la promoción del concierto,
ya que era una ocasión única para ver y escuchar a una de las estrellas más
rutilantes de la canción a nivel internacional.
Medía hora antes del concierto,
la frialdad ambiental del recinto hacía tiritar de preocupación a los
responsables del mismo. El público no había respondido a la llamada y el
recinto mostraba un aspecto próximo a la desolación. Con este panorama, la intranquilidad
de poder dar una buena imagen televisiva del concierto se mascaba en la
organización. A mayores, estaba la mella que podía hacer en el ánimo de la
cantante, que venía de llenar todos sus conciertos europeos. No tuvo la
temperatura solicitada y tampoco sintió un excesivo calor del público, pero
cantó para el presente y el ausente, y lo hizo de manera excelente hasta que
rompió la voz, e incluso después de ello siguió ofreciendo un concierto
Se había hecho un gran despliegue
técnico para que las retransmisiones y
grabaciones televisivas, a nivel europeo y autonómico, pudiesen realizarse con
las máximas garantías de calidad de imagen. El concierto estaba montado en
función de dichas retransmisiones y el Coliseo se convirtió en un gran
plató de televisión con una batería de 90 focos de 1.000 vatios iluminando
constantemente el recinto. Una luz que cegaba el recogimiento de los
aficionados a la hora de degustar las exquisitas baladas de la Houston. Pero,
faltó algo que condicionó de manera sobresaliente el desarrollo del concierto:
la calefacción.
Entre las exigencias de la
artista figuraba que el recinto debía de estar ambientado climatológicamente
con una temperatura de 22 grados. Y no lo estuvo. No funcionó la calefacción y hacía cierto pelete, que causó estragos en la
voz de la cantante, quien trajo a La Coruña el mismo repertorio de su gira, con
dos canciones de Marvin Gaye (Mercy, mercy me y What´s going home)
que interpretó su hermano.
Whitney Houston salió a por
todas, como corresponde a una profesional que se entrega con poco o mucho
público. Poco había en el Coliseo, pero eran millones los televidentes europeos
que a través de la pequeña pantalla estaban siguiendo el concierto. Una tras
otra, las canciones de Whitney fueron cogiendo vida sobre el escenario, hasta
que su voz le jugó una mala pasada en el tramo final del concierto. En ese
momento, empezó a cantar con más alma y corazón si cabe, transmitiendo
sensaciones que no provienen exclusivamente de la garganta.
El público se había calentado al
amparo de las calorías emocionales emitidas por Whitney Houston y, al despedirse, le pidieron
más. Cuando todos esperaban los habituales bises, la cantante se plantó sola en
el escenario con una toalla enroscada en la garganta. La retransmisión
televisiva había finalizado. Su presencia no era para cantar, sino para pedir
disculpas por no poder seguir el concierto. La explicación, hecha en inglés,
fue recibida por parte del público como una tomadura de pelo, y así lo hicieron
saber con ligeros pitos y abucheos los decepcionados a los que el concierto les
había sabido a poco.
Mientras que al finalizar el concierto los comentarios
del público censuraban su actitud final y su poca profesionalidad, el mánager
me comentaba que no era costumbre de la artista salir a explicar el motivo por
el que no concedía regalos. La buena voluntad de Whitney Houston al agradecer
el trato recibido por el público y disculparse por no regalar ninguna canción
por los problemas de voz se tornó en un arma arrojadiza contra ella, que tal
vez no supo llegar al público con sus palabras. O quizá la traductora no encontró
el sentido de las mismas.
Cuando escribo estas líneas,
Whitney tiene 42 años. Su vida, la vida de una cantante que vendió más de 100
millones de discos y ganó 21 premios de la música, no es feliz. Encerrada en una habitación, se dedica a
consumir drogas rodeada de basura que recoge de las calles.
UN PINCHAZO DESINFLA LA MUÑECA
HINCHABLE DE GURRUCHAGA
Javier Gurruchaga, con el cómico Popocho enrolado en las filas de la
viajera Orquesta Mondragón había presentado ante más de 6.000 personas su disco
Muñeca Hinchable (1979),
en el Palacio de los Deportes, donde posteriormente volvería a actuar
presentando a la baja, de público, sus discos Bon Voyage y Ellas las prefieren gordas.
A la vista del éxito obtenido al frente de la Orquesta Mondragón, Gurruchaga
decide emprender su carrera como solista en 1990 y se pega el batacazo. En el 92 resucita a la Orquesta con el
disco “El huevo de Colon”, lanzamiento que coincide con la celebración del
Quinto Centenario del descubrimiento de América y, con la yema del otro,
emprende la gira presentación del mismo que
llega al Coliseo coruñés el 28 de agosto de 1993. Los buenos tiempos habían
quedado atrás y Gurruchaga estampa el huevo, el de Colón, y la yema del vecino,
contra el hormigón de la gradas vacías. Solo 300 personas habían acudido al
Coliseo para disfrutar de la bis histriónica del artista que, ante el éxito
obtenido, negocia con la dirección del Coliseo la suspensión del concierto. El
quiere cobrar toda la pasta por no actuar y la dirección solo le ofrece pagar
los gastos de desplazamiento. No hay acuerdo y el concierto se llevó a cabo, de
aquella manera…
JESÚS VAZQUEZ, EL “CANTANTE “
El éxito del ferrolano Jesús Vázquez como presentador, queda reflejado en sus diferentes apariciones al frente de programas televisivos. Éxito que no le acompañó en su meteórica aparición en el panorama musical aunque su primer disco – y hasta la fecha último – consiguiera ser Disco de Oro. En olor de multitudes en 1993, Jesús sacó el do de pecho para volcarse en el mundo de la musica. Viajó a Italia para grabar su disco A dos milímetros escasos de tu boca, que encandiló a las jovencitas de media España. Bueno, no a todas. Llegó al Coliseo de La Coruña a golpe de bombos y platillos promocionales para presentar su ópera prima. Y el golpe se lo llevó él, ya que solo atrajo a doscientas jovencitas -- lo de ser profeta en la tierra de uno, cuesta -- que a pié de escenario acercaban distancias para recibir los besos artísticos del ferrolano que hoy es un presentador de éxito, aunque dejó su faceta de cantante…de momento.
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