viernes, 25 de octubre de 2013

EL “CIELO COLOR BURDEOS” DE LUIS MORO



CANCIONES QUE BUSCAN LA COMPLICIDAD  DE UN AUDITORIO ALEJADO DE FRIVOLIDADES



De siempre he sentido fascinación por el cosmos creativo de los cantautores, de su ordenamiento inicial tras la llegada de la inspiración creativa, y de sus posteriores secuencias en las que filtran textos y música para vestirlas como canción.  La pregunta tópica de conocer  que nace primero la música o la letra, siempre encuentra respuesta…unas veces es un pensamiento que busca refugió literario en los acordes musicales y otras son estos los que ofrecen alojamiento a los textos…Sea como fuere, el trabajo final encuentra su salida en busca de la comunicación necesaria para compartirlo con un auditorio alejado de frivolidades y predispuesto a escuchar narraciones de las que cuelgan vivencias, ilusiones, sueños, desilusiones o testimonios de esperanza que visionan con sonidos.

El cantautor Luis Moro acaba de dar a luz un nuevo trabajo “Cielo color Burdeos”  que sigue el camino emprendido en 2003 con “Psicodelia?”, y proseguida con “Los Vulnerables”, “En lo profundo”,“ Defectografía” y  “Carnaval humano”. Siete canciones que son otros tantos episodios –“Cielo color Burdeos”, “Santa María”, “Marianne” ,Judith Mishima & Alex Lafontaine”. “Valentina”, “El fondo diamante de su mirada triste” y “Un adiós hubiera bastado” ---arrancados de las fibras emocionales que nacen de dentro, con ánimo gris y son entregados hechos canción.

Un trabajo en el que mantiene su identidad interpretativa, de saturación anímica intensa, como el color rojo púrpura, oscuro, elegido para “pintar” el cielo creativo que cubre el disco y bajo el que se refugia creativamente. Letras que nacen sentidas, con talante perezoso,  para ser apreciadas a paso lento, con la inclusión de descriptivos silencios que actúan como pausas reflexivas y dan mayor claridad a la oscuridad textual y ayudan a valorar satisfactoriamente la imagen auditiva.



Luis Moro, con una voz lánguida, educada en el sentimiento, transporta los lamentos, el desánimo, y los hace poema para asomarlos al exterior – que en el fondo es una terapia para “optimizarlos” --, masticando lentamente las palabras, con dicción somnolienta. Textos que son silueteados con pespuntes de guitarra y  ropaje rítmico sobrio, sin florituras, equilibrado entre lo etéreo y lo terrenal, que propicia la orientación interna con un tapiz sónico intrigante. Junto a él --voces, acústicas, eléctricas, slides, percusión – comparten créditos José García (co productor) – baterías, percusiones, shakers, maracas, cacerolas, mazas, panderetas, campanillas, ruidos : Andrés Saavedra – bajos--;fran borrego – eléctricas, slides --;Felix Arias – acústicas; enrique moro – shakers, kalimba, percusión ; Brais Maceiras – acordeón y Arturo kress – baterías, shakers, crótalo. El diseño y la fotografía del disco corresponde a Luía Rolle.




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