viernes, 25 de octubre de 2013

AÚN SIGO “VIVO Y COLEANDO”

LA AMISTAD TAMBIÉN "MATA"

Mantenerse vivo, y en activo, en el mundo de la música durante casi cincuenta años, más que un mérito, ronda la heroicidad, sobre todo en España, donde tenemos la mala costumbre de subir al pedestal de la fama a los artistas y una vez allí, trabajar los tobillos hasta que se caigan de él. Andar a patadas se nos da muy bien…En países como Norteamérica, Inglaterra o Francia –por citar algunos– los aficionados a la música envejecen junto a sus ídolos y los conservan como oro en paño. Spain is different, para lo bueno y lo malo.

Salta al oído que un servidor no canta, al menos fuera de la ducha  -donde suelo emitir ruidos  más o menos armonizados-, de las fiestas rachadas y alguna que otra ocasión especial, como cuando me hicieron cantar en Luar, el programa de la TVG, disfrazado de Lee Marvin y destrozando esa maravillosa canción, Wandering star -Estrella errante-, que él interpreta en la película La leyenda de la ciudad sin nombre. Recuerdo el día que fui a grabar el play back en los estudios de A Estrada: el técnico de sonido tuvo que armarse de paciencia para conseguir que mi registro vocal se acoplara a la melodía. Difícil misión: mi rugosa, alquitranada, o escarallada voz pasaba de las escalas con soltura e iba por libre.

Al final de la grabación, el técnico acabó más afónico que yo de tanto gritarme ¡Nonito sube el registro!,, a lo que yo le respondía ¡Como no me traigas una banqueta!. Después de varias horas repitiendo tomas, mi voz llegó a sonar casi como la de Lee Marvin, pero gracias a las manipulaciones técnicas.

Dicho esto, y sin que por ello me considere ningún héroe, agregar que mi estancia en activo, desde hace tantos años, en los ambientes musicales, me coloca en el nicho de los supervivientes, aunque  me mandaran a dar una vuelta por el otro mundo.

¡AMIGO, AÚN SIGUES VIVO!
Julio Iglesias. Rueda de prensa en el Coliseo. Agosto del 2001

Se anuncia en el Coliseo de A Coruña, para el martes 21 de agosto el único concierto en Galicia de Julio Iglesias presentando el disco Noche de cuatro lunas. Días antes se ponen a la venta las entradas anticipadas. El ritmo no es lo rápido que se espera. Conocedor de esta lentitud, Julio Iglesias pone en marcha toda la maquinaria promocional para acelerar la venta de entradas anticipadas. 

Nueve días antes de la fecha del concierto, recibo una llamada de la secretaría de Julio, que me concedía un phoner -entrevista telefónica- con él. Fijamos día y hora. La llamada se retrasa, y yo salgo de casa para hacer unas gestiones.

A mi regreso, tengo dos avisos en el contestador con la voz de Julio que, con la amistad que nos une, me pone a parir y me cita para el día siguiente. Puntualmente, recibo la llamada de la secretaría que me dice que en ese momento a Julio le es imposible ponerse al teléfono, porque está ensayando en el auditorio de Cartago, en Túnez, uno de los mejor conservados del mundo, donde actuará horas más tarde.

Por fin suena el teléfono y escucho la voz de Julio Iglesias, que me saluda con mucho afecto y me pone en antecedentes del concierto que está a punto de dar: Este anfiteatro de Cartago es una joya y desde hace varios días están todas las entradas vendidas. Por cierto, Nonito, ¿cómo va la venta de las de A Coruña? ¡Tenemos que llenar!.

En la conversación, varias veces interrumpida por la falta de cobertura de su móvil, ya que va en coche camino del hotel, me muestro siempre optimista y nos despedimos hasta A Coruña.

 La rueda de prensa

El día del concierto se convoca una rueda de prensa en el Coliseo que tiene lugar después de las pruebas de sonido, durante las cuales Julio ha tenido sus más y sus menos con el técnico francés que trae, al no lograr éste encontrar el punto acústico al recinto. Desde la pista  vacía asisto al ajuste sónico, saludo con la mano a Julio, que en el escenario busca posturas al micrófono. Hago gestos de que nos veremos después.

Llega la hora de la rueda de prensa y la sala del Coliseo se llena de una nutrida representación de la prensa escrita y de la radio, fotógrafos y cámaras de televisión. Saludo a la secretaria y me coloca en la primera fila, que está vacía. Llega Julio, todo simpatía y bromea,  a modo de salutación, con los asistentes. Se sienta y se dirige a mí:

-Hombre, Nonito, aún sigues vivo...

Risas y cachondeos en el ambiente, mientras para mis adentros pienso… vaya morro tiene, si hace una semana estuvimos hablando media hora por teléfono y acabamos de vernos en el escenarioYa ves -le respondo-. ¡Vivo y coleando!. Así le sigo el juego, ya que enseguida pillo el sentido del saludo, con el que trataba, utilizando nuestra amistad iniciada treinta años atrás, de recordar a la prensa que, a pesar de los años, el que estaba vivo artísticamente era él. Me utilizó con la habilidad que le caracteriza y ya en el camerino, después del concierto, volvimos a sellar nuestra amistad con un abrazo.

HOMENAJE POSTUMO, DE CUERPO PRESENTE.
Víctor Manuel y Ana Belén. Coliseo. Agosto del 2004







Todos los días uno no tiene el privilegio de asistir a su propio homenaje póstumo con una cerveza en la mano. Así, de esta guisa, me pillaron Víctor Manuel y Ana Belén en el Coliseo de A Coruña el día en que me dedicaron una canción in memoriam, Sólo pienso en ti, convencidos de que había muerto dos años atrás. No estaba muerto, estaba de parranda, tituló La Voz de Galicia dos días después del concierto. Hablaba de mí.

Tanto como de parranda no, pero tomándome una cerveza sí que estaba en compañía de César Casal, subdirector de La Voz, con quien comentaba, en el pasillo central del Coliseo, la gran profesionalidad de los músicos que acompañaban a Ana Belén y Víctor Manuel, y catábamos el sonido.

En ésas, Víctor Manuel, con cara y voz solemne, va y dice: Queremos dedicar esta canción a un gran amigo que murió hace dos años y al que siempre visitábamos cuando veníamos a A Coruña: ¡Nonito Pereira!

Al oír la dedicatoria y el motivo de la misma, me quedé tieso, pero, de la sorpresa y no reaccioné hasta que César me dio en el codo y me dijo:

-¡Nonito que te acaban de matar!

Me pellizqué para comprobar que estaba vivo, mientras un murmullo de sorpresa recorrió el Coliseo ante la noticia. Sobre mi persona empezaron a caer miradas de la gente. Me miraban perplejos y alguna que otra persona me señalaba incrédula. El muerto gozaba de buena salud y estaba de "parranda"...

Tocaba tomar mi muerte a cachondeo, y así lo hice. No fui el único, ya que a pocos metros, y en las gradas, el concejal de Cultura del Ayuntamiento de A Coruña, Carlos González-Garcés  -al que había saludado momentos antes-  estaba sentado con su esposa al lado de mi mujer, y todo serio se acercó para darle el pésame.

El productor Jesús Manzano y Ramón Barros, director del Coliseo, reaccionaron con premura y se fueron hacia el backstage para deshacer el entuerto y desenterrar al muerto, que era yo. Le comunicaron al hermano y mánager de Ana y Víctor que estaba vivo y, después de echarse las manos a la cabeza, pasó la noticia a los cantantes, que no salían de su asombro.

A los veinte minutos, Víctor rectificó la noticia y me resucitó con la canción Sólo le pido a Dios, ante los aplausos del público. Entonces, me emocioné. Tal cual lo leen: no todo el  mundo tiene la oportunidad de asistir en vida a un homenaje póstumo y poder comprobar una amistad instaurada a lo largo de 35 años. Yo ya sabía que Ana y Víctor me profesan una amistad que es correspondida, pero no me imaginaba que, además de ser de larga duración, fuera merecedora de ese homenaje. Gracias, Ana. Gracias, Víctor.

Por cierto, para recuperarme de la sorpresa, me acerqué a la barra del Coliseo y pedí una cerveza. A la hora de pagar, el encargado me miró y me dijo:

-¡Aquí los muertos tienen barra libre!. Y me invitó. Todo un detalle.

SOY LÁZARO, Y ACABO DE RESUCITAR


Acabó el concierto. Junto a mi esposa, que aún tenía la cara maquillada de sorpresa, me dirijo a los camerinos entre chascarrillos de mis conocidos. Para haber estado muerto tienes buena cara,… ¿qué tal por allá?, y cosas por el estilo.

Entré en el camerino al grito de ¡Soy Lázaro, el resucitado! Al verme, Ana y Víctor se abrazaron a mí y me pidieron disculpas por haberme "matado". Entre risas, Ana dijo: Nonito, te acabamos de alargar la vida porque ya conoces ese dicho de que cuando alguien te mata por error, te alarga la vida…. ¿Cuántos años?, pregunté interesado entre risas…Por lo menos tantos años como tiempo estuviste desaparecido. Echo cuentas y, según la profecía, pasaré de los 85…

 UNA LLAMADA DE MI VIUDA


Seguimos charlando y apareció en los camerinos el hermano de Ana Belén,  quien, al parecer, fue el artífice de mi defunción. ¿Cómo no contrastaste la noticia?, le preguntó Ana… Lo siento, pero, como además no vimos a Nonito antes del concierto y siempre se pasa a saludarnos, pues…, contestó. Quise saber de cual fue la noticia que anunció mi muerte y me la contaron.
Resulta que hace dos años -comentó el hermano de Ana- me llamó a la oficina una señora que dijo ser tu mujer y me dio la noticia de tu muerte. Le di el pésame y me comentó la posibilidad de que Ana y Víctor intercedieran para que una hija tuya entrara a trabajar en una compañía de discos. Quedamos en que me volvería a llamar para darme los datos y enviarme un currículo, pero no lo hizo. Comenté con Ana y Víctor la noticia. Apenados, quedaron a la espera de más noticias que no llegaron. Pasó el tiempo y al llegar a A Coruña y no verte aparecer antes del concierto, te echamos de menos y repasamos los buenos momentos compartidos. Y el recuerdo a tu persona caía de cajón... Más que de cajón, cayó de féretro, añadí entre risas.

LAS CIRCUNSTANCIAS DE MI ÓBITO

Cierto, desde que nos conocimos en 1971, con el “pingüino de Nonito” de por medio -tal y como narré en el primer volumen de mis histerias-, cuando juntos o por separado Ana Belén y Víctor Manuel venían a A Coruña siempre me acercaba a saludarnos y compartir mesa y mantel, si sus compromisos lo permitían. En aquella ocasión, por compromisos familiares, no pude acercarme a hotel ni tampoco a los ensayos del Coliseo y, en vez de saludarlos antes del concierto, decidí hacerlo al terminar. Y se armó la que se armó.

Ana Belén y Víctor Manuel volvieron a A Coruña en el 2006 para actuar, esta vez, en el Palacio de la Ópera. Un día antes de su llegada la secretaria de ambos pidió mi teléfono a Quique Pena, director del Palacio de la Ópera, y de paso le preguntó si estaba vivo, por si las moscas. Fuimos a comer juntos, acompañado de mi esposa y la comida transcurrió entre anécdotas y recuerdos de sus viajes a A Coruña, ciudad a la que profesan mucho cariño.





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