UN CONCIERTO DURANTE LA TRANSICIÓN
No era un concierto politizado. Solo
era, y ya era mucho, uno de los primeros conciertos multitudinarios a cargo de
las estrellas internacionales , que hasta la segunda mitad de la década de
los 70, no se habían dignado a visitar el país, bien por no estar
"democratizado" o por no tener un mercado musical de cierta
envergadura para rentabilizar las visitas.
La primera vez que Cat Stevens-- hoy conocido
como Yusuf Islam, tras su conversión al islamismo-- actuó en España,en el
Pabellón del Real Madrid, --28 de Mayo de
1976 -- los periodistas musicales de provincias invitados al acontecimiento
llegamos en grupo y fuImos instalados en unas de las barras del recinto donde
poco a poco fueron concentrándose el resto de invitados de los
medios de Madrid.
Situados en la improvisada zona de
prensa, cada uno tenía libertad de movimientos para buscarse la vida y
encontrar un buen sitio desde donde ver y escuchar la actuación con la consigna
de volver al ambigú al termino de la misma y, desde allí, todos los "provincianos"
ir a cenar juntos.
Después de recorrer el Pabellón y no
encontrar ningún sitio -- estaba a tope de gente -- desde donde poder ver y
escuchar bien el concierto, decidí volver a la "oficina móvil "de
prensa desde donde se podía escuchar con nitidez pero no se podía ver. No fui
el único que tuvo esa idea ya que, luna buena parte de la prensa musical,
estaba allí instalada escuchando el concierto aunque sin posibilidad de
verlo.
Para subsanar esta falta de visión, nos
acercábamos de forma intermitente a una de las entradas interiores de acceso al
recinto para, desde allí, realizar inspecciones oculares de seguimiento
del concierto. El ambiente era de gala y también el número de Policías
Nacionales que dentro y fuera del Pabellón ponían e imponían respeto para
que las multitudes guardaran la debida "compostura", disolviendo
cualquier tipo de concentración que pudiera derivar en manifestación toda vez
que estábamos inmersos en lo que hoy se conoce como "transición" y el
ambiente ciudadano estaba tenso.
La presencia de los anti-disturbios
imponía respeto aunque el público solo mostraba interés en participar en
el acontecimiento musical. Todo iba bien hasta que, en una de esas
"inspecciones " al recinto, me encuentro con un "tapón" de
cuatro agentes del orden plantificados en el acceso a nuestro
"mirador". De manera educada y respetuosa, solicito la posibilidad de
que me dejen pasar para ver la actuación y me encuentro con unas miradas
disciplentes que me examinan de arriba a abajo sin hacer el menor caso a mi
petición. Allí no se mueve nadie y regreso al ambigú para informar de la
"barricada" que nos impide el paso. No le damos mayor importancia
hasta que escuchamos fuertes aplausos en la sala y queremos saber el
motivo. Instintivamente vamos al "vomitorio" y de nuevo nos
topamos con la
barrera que impide la visión y que
produce un atasco en el acceso.
Me coloco a la altura de los agentes que
están de espaldas y de nuevo solicito, con educación , que me abran paso,
al tiempo que hago ademán de apartar a uno de ellos que, de inmediato me
fusila con la mirada por mi osadía. "A dónde va Ud. !", oigo
detrás de mí una voz enérgica que dice "Por aquí
no se puede pasar!" y siento una mano que me sujeta por el hombro .
Molesto por la acción giro la cabeza y digo, "¨Como no se va a
poder pasar?... precisamente esta es una entrada del público al recinto y
lo que no se puede hacer es bloquearla...
¡Que oportunidad perdí de estar
callado!. La réplica del agente fue‚ de "ordeno y mando", ante lo que
esgrimí mi entrada y me sitúo‚ delante de ellos que se quedaron cubriendo la
retaguardia . De vez en cuando, miraba de reojo para atrás y los veía conversando
y haciendo gestos que me señalaban .Decído regresar al ambigú y, cuando estoy a
medio camino, dos de los Policias Nacionales me cortan el paso y con
toda contundencia solicitan que me identifique. Les hago entrega del DNI
que miran con detalle. No contento con ello, me invitan a que les acompañe para
proceder a una identificación vía radio-patrulla.
Cuando todo daba a entender que estaba
"retenido", se cruza con el grupo, mi amigo Xerardo Rodriguez, por
entoces de la Cope de Vigo que, al igual que yo, iba y venia desde
el ambigú para presenciar la actuación. Al ver Xerardo que me sacaban
"escoltado" me pregunta el porqué y con "prisas" -- los
agentes me apremiaban para que no interrum-piera la marcha -- le explico los
motivos de lo que aparentaba ser una detención. Sorprendido por lo desagrabable
de la escena Xerardo intenta dialogar con mis acompaantes que, con gesto
adusto y malhumorado no le hacen ni caso...Llegamos a las puertas del Pabellón
y le pido a Xerardo que avise al "jefe de la expedición", Carlos
Juan Casado de Ariola, de lo que estaba pasando mientras me conducen hasta
una "lechera" aparcada en las inmediaciones.
Cuando las puertas del vehículo policial
ya estaban abiertas para "facilitar" mi acomodo en el interior,
aparece corriendo el "grueso" de mis compañeros alertados por
Xerardo. Todos a "una" piden respetuosamente
"explicaciones" que nadie parece querer dar y mi
"acongojonamiento" me lleva a pensar en una noche en comisaría .
El concierto de Cat Stevens se estaba
convirtiendo en un mal sueño por la testarudez de unos agentes de la autoridad.
Por fín, cuando ya estaba instalado en el vehículo policial aparece en escena
un teniente que parece más " asequible" al diálogo con mis compañeros
y, después de diez minutos,--que me parecieron toda una eternidad-- sentado en
el coche patrulla oigo una voz salvadora que dice, "!Puede Ud. salir",
al tiempo que una mano me extiende mi documento de identidad.
Ni una explicación más. Tampoco
estaba en condiciones de pedirla por si se arrepentían del rasgo de
generosidad y volvían a las "andadas". Así que pusimos tierra por
medio y regresamos al ambigú para retomar el concierto entre risas a mi
costa por lo sucedido que, aún sin hacerme ninguna gracia, fueron
protagonistas del resto de la velada que por momentos creí que acabaría en
comisaría aunque no tarareando "Wild World"
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