El
mundo de la producción electrónica y DJs es altamente competido, conforme la
lista de géneros y nombres aumenta, se vuelve más difícil innovar, generar un
sonido fresco y voz genuina que destaque del resto. Sobre todo en un entorno
global en el que es muy fácil llegar a la mayor cantidad de oídos exigentes y
receptivos, mismos que de una u otra manera saben detectar cuando hay pan con
lo mismo.
Dentro
de los modelos más encumbrados en la música electrónica desfilan los nombres de
los más grandes, exitosos y adinerados, mismos que son vistos con recelo por el
underground y con admiración por los grandes públicos.
¿Qué es lo
que los hizo llegar a donde están? ¿Fue un asunto de pura y llana meritocracia,
suerte o destino? ¿Existe una fórmula para llegar al éxito? Los DJs y
productores amateurs escarban constantemente en los archivos, tomando nota de
los trucos, equipo, técnica o estrategias empleadas por los más grandes. Lo
cierto es que la grandeza detrás de cada artista varía y cambia según el caso.
El
éxito actual de los DJ´s me lleva al "baúl de los recuerdos" de donde
recupero un artículo publicado hace seis años en El Ideal Gallego.
El Consejo de Ministros ha aprobado
el título de Formación Profesional de Dj – discjockey – donde se aprenderá a
mezclar, reproducir sonidos y realizar sesiones de animación. Lo bueno del caso
es que está “titulación” ya existía y estaba regulada, aunque no se le hizo
“mucho caso”.
Para lograrla había que superar unos exámenes para obtener el
carnet de profesional del Sindicato Nacional del Espectáculo –tengo el carnet
profesional desde el 11 de diciembre de 1974– bajo el epígrafe de “montadores
de discos” –traducción del inglés “discjockey– incluyéndolos en el apartado de
la Unión de Trabajadores y Técnicos dentro de la Agrupación Nacional de Circo,
Variedades y Folklore.
Por entonces el Sindicato del
Espectáculo se había hecho eco de las peticiones que a nivel nacional
realizaban los dj´s de entonces para que se reconociera su trabajo como una
especialidad laboral reglamentada y evitar, entre otras cosas, los excesos de
amateurismo y la competencia desleal de la que se aprovechaba el segmento
empresarial dando retribuciones –cuando se daban– a pesar de que del trabajo de
los mismos dependía loa buena marcha del negocio.
Escribo con conocimiento de
causa ya que me toco ser “examinador” de “montadores de discos” por la
experiencia adquirida desde 1964, época en la que no existían mesas mezcladoras
y los cambios se hacían a golpe de conmutadores al son de las r.p.m.
–revoluciones por minuto –y no de b.p.m, “beats por minuto”– como ahora.
Por entonces casi nadie valoraba el
trabajo de los dj´s y cuando alguien pedía con la “boca pequeña” alguna
remuneración se encontraba con la tópica respuesta empresarial :” ¿Como se le
va a pagar alguien que está haciendo lo que le gusta?”.
Decir que la decisión de
profesionalizar a los dj´s en aquellos años levantó mucha polémica ya que los
músicos se negaban a admitirlos en su Sindicato por considerar que eran unos
intrusos que ocupaban sus puestos de trabajo. De ahí que nos metieran, con el
nombre de “montadores de discos” en el epígrafe de
“circo y folklore” revuelto con las “variedades”.
Hoy los Dj´s estrella ganan
una “millonada” y son los "amos" de los "cotarros" festivaleros, y visitan asiduamente las listas de éxitos formando parte importante del "gran circo de la música".
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