lunes, 23 de julio de 2018

RECORDANDO EL CONCIERTO DE CAMARON DE LA ISLA EN CORUÑA 1981

UN CONCIERTO QUE ACABO EN "BATALLA CAMPAL"


                        
La actuación de Camarón de la Isla y Tomatito en Coruña, había levantado una gran expectación entre los entusiastas del flamenco. 

La empresa G&G, que se dedicaba a la organización de veladas de boxeo y espectáculos musicales, había contactado conmigo para que les asesorara y prepara la logística de una serie de actuaciones que tenían previsto realizar en Coruña, entre las que se encontraba la de José Monge, "Camarón de la Isla",  que concentraba el fervor y adoración de los gitanos y el aplauso de los aficionados al flamenco.

Aún reconociendo la genialidad de este monstruo del flamenco,no tenia muy claro su capacidad de convocatoria en la ciudad, por mucho que los empresarios me expusieran reiteradamente algo que ya sabia: su condición de número uno. 

Mis dudas se centraban exclusivamente en torno al " número " de aficionados de verdad -- los de boquilla, que suelen ser muchos, rompen las previsiones y " boicotean " encuestas -- que podrían acudir " aproximadamente " al Pabellón de Deportes.La verdad es que no lo tenía nada claro.

Con dos semanas de antelación se ponen  las entradas en la tienda de discos "Nito's" con respuesta inicial de publico que me deja sorprendido.Desde el primer día empezó a acudir una inesperada cantidad de personas que compraban inusuales cantidades de entradas."! Esto funciona ­",pensaba en la convicción de que se trataba de reventas que "olfateaban " un buen negocio. Al segundo día, ya se había agotado el taquillaje más caro, el que correspondía a las primeras filas de sillas. 

El perfil de los compradores, con mayoría absoluta de personas de etnia gitana, me indujo a sustituir la opinión de inicial sobre la personalidad de quiénes habían comprado el primer dia una cantidad tan elevada de entradas

.No eran "reventas", eran fanáticos de Camarón que compraban entradas para toda la familia .Llegaban, sacaban un buen fajo de billetes, pedían 20 ó 30 entradas ,pagaban sin rechistar y se marchaban. 

Al tercer día,empezaron los problemas. Con las primeras filas cubiertas, las muestras de descontento empezaron a hacerse patentes cuando se indicaba que la fila más próxima al escenario era la 9 ..."! Anda resalao­, ¨no tienes ninguna de cerca guardada por ahí?", preguntaban a la vez que aireaban billetes de mil pesetas como propina. 

Otros manifestaban su intención de pagar "lo que fuera " por estar cerca de Camarón...!Es que es Dios­!, exclamaban con pasional vehemencia algunos.Gitanos de toda Galicia peregrinaban devotamente a las taquillas para estar lo más cerca posible del " divinizado " Camarón de la Isla.

En vista del cariz que estaban tomando los acontecimientos, y de la marcha de la ventas de entradas, contacto con los organizadores para ponerles en antecedentes de la situación : Todo el mundo quería "primeras filas". Si no las había, se marchaban sin comprar la entrada. Tanto es así que al cuarto día de estar a la venta las localidades, con los primeros bloques de sillas agotados, se dejaron de vender prácticamente entradas.

Del optimismo de los primeros días pasamos a un total pesimismo. No solo no habría una buena entrada sino que, el bajón de venta anticipada, auguraba un pinchazo.Apenas se habían vendido localidades de gradas y del tercer bloque de sillas

 LLega el día del concierto y acudo a la cita programada con el representante de Camarón para hacerle una entrevista. El lugar de reunión era la cafetería del Hotel Riazor donde me estaba esperando con su inseparable guitarrista Tomatito. Me atiende educado, pero se le nota distante y ojeroso. Está cansado y se mantiene a la defensiva. Sus "problemas" de adicción y solo cuando sale a relucir algunas anécdotas de la actuación de Paco de Lucia en  Coruña, su mirada parece recobrar intensidad.


Le comento el movimiento de entradas anticipadas, y como se han vendido. Casí no habla pero sus ojos avivan la expresión cuando le cuento detalles y reacciones de su gente. En un momento de la conversación empiezan a llegar a la cafetería mujeres gitanas con niños en brazos para que Camarón les " pusiera sus manos " a manera de bendición. 

No podía creer lo que estaba viendo.Si no fuera por el lugar donde nos encontrábamos, bien podría ser un ritual religioso celebrado en un templo. Quiere dormir un poco antes de la actuación y nos despedimos hasta el concierto. Voy al Pabellón para supervisar los últimos detalles y ver como va la taquilla. 

! Sorpresa! ­, y no agradable. La organización, en vista de la demanda en taquilla de primeras filas -- se repetía la dinámica de la venta anticipada -- y acuciada por la escasa demanda de localidades alejadas del escenario, toma la resolución de añadir un bloque de sillas en la parte delantera y poner las entradas a la venta. 

Considero un engaño el que, después de haber vendido las entradas debidamente numeradas  como de primera, segunda o tercera fila, el público se encuentre con la desagradable sorpresa de estar en la quinta, sexta o séptima fila. 

Un engaño grave que, a mayores, posibilita una posible alteración " gorda " del orden público dado el máximo interés mostrado por parte de los madrugadores compradores de estar a la " vera, vera " de Camarón. Vamos..., encima de él,  si fuera posible.

Protesto, pero ni caso. La evidencia de recaudar 500.000 pts m s, supera mis preocupados augurios, compartidos por el personal del Pabellón . La organización  " asume " riesgos y, a los pocos minutos de ponerse a la venta, esas entradas se agotan. Los últimos en llegar serían los primeros...

Se abren las puertas y la gente entra, en avalancha, corriendo a ocupar las primeras filas sin tener localidad para ello. Los acomodadores se las ven y desean para sentar en los lugares correspondientes a la numeración de las entradas. Se impone la táctica del " aquí te cojo, aquí me siento ".

 Hombres, mujeres y niños, incluso bebés, se avalanzaban a por los asientos vacíos próximos al escenario. Casi nadie recurre a los acomodadores, algunos de los cuáles cuelgan el brazalete distintivo y se " abren"  ante las múltiples discusiones y los conatos de pelea que suscita el " quitamé  de la silla ".

 El desaguisado provoca un largo retraso sobre el horario anunciado lo que añade a la situación de desorden sonoras muestras de desagrado.No lo dudo, me cuelo en los camerinos y aviso a Camarón para que salga a escena y calme los excitados  ánimos.Así sucede.

Me tocaba presentarlo y cuando Camarón y Tomatito suben a un sobrio escenario, decorado en negro, es recibido con muestras de entusiasmo por parte de los asistentes.Bajo del escenario, tras una breve presentación, y me pongo junto al acceso a camerinos, desde dónde observo como la actuación de Camarón ejerce de bálsamo ambiental tranquilizando a las " ma - sas". Es solo un espejismo que no vá  más allá de la segunda canción.

 Pronto se reproducen las maniobras de trasiego en las locali dades y, el tono de las discusiones aumenta de tal manera que, el mismísimo Camarón, tiene que pedir silencio y tranquilidad. Los organizadores estaban " ausentes ",haciendo caja y despachando con la S.G.A.E. a puerta cerrada ,mientras aquello se estaba calentando más de lo normal. 

En vista de lo cuál, opto por acercarme a los tres Policias Nacionales que estaban en el " backstage " y les cuento mis miedos y temores. 



A punto de hacer una inspección ocular para contrastar mi información, suenan dos o tres " golpes " secos que retumban en el Pabellón.! Son disparos ­, grita uno de los agentes emprendiendo la carrera con sus compañeros hacia la zona donde empezaba a aglomerarse la gente. Yo, me quedo " tieso "al pié de la escalera del escenario, mientras se monta una auténtica batalla campal a pocos metros. 

Busco con la mirada la puerta de salida más próxima -- que era la misma que comunicaba con los cameri nos -- y, en pocos segundos, veo como una incontrolada masa de mu jeres y niños, gritando y llorando, intentaban salir por ella. Junto al electrecista del Pabellón pido orden y calma para facilitar
el desalojo a la vez que pretendemos abrir una hoja mas de la puerta . Inútil, no habia manera de parar la desbandada ... Regreso al pié del escenario y me encuentro con los Policias Nacionales que iban  a buscar refuerzos para controlar la batalla campal.

Con la salida totalmente bloqueda y los " congojos" por agmídolas,miro para el escenario y veo plantados en el mismo a Camarón y Tomatito que seguian atónitos el espectáculo. Mi espíritu de supervivencia me " recomienda " refugiarme en su compañíia. Nadie mejor que ellosl para defender mi integridad física, pensé y, con la misma lo cojo de los hombros y me situo a  su espalda, utilizándolo a manera de "parapeto" Camarón estaba extrañamente sereno aunque
murmuraba repetidas veces..." ! Siempre pasa lo mismo. Siempre pasa lo mismo" ­ , torciendo el gesto en desaprobación de la absurda violencia generada  por algunos "representantes" de la etnia gitana...Como quién no quiere la cosa, puse mis manos en sus hombros y lo fui dirigiendo hacia los camerinos y Tomatito enganchado al "tren"mientras gritaba: "! Abran paso,abran paso, es Camarón­" y, milagrosamente, el "paso se abría ".

Una vez a salvo,intento llegar al teléfono de la portería del Pabellón para llamar a La Voz de Galicia y dar la noticia de la " batalla campal" que, según la Cruz Roja, arrojaba varios heridos de armas de fuego y blancas.

De repente, veo como salen de las taquillas los organizadores ajenos a todo el mogollón que se había montado a causa de las sillas " a mayores ". Se quedan demudados ante el cuadro. 

Acto seguido, llegan varios coches patrulla de la Policía Na-cional y disuelven los últimos grupos "combatientes" mientras los heridos son trasladados a la Ciudad Sanitaria. Hablo con el mando de la Policía y me ruega que espere para informar sobre lo sucedido. 

Se hacen varias detenciones y se saca la " conclusión " de que, allí,...no pasó nada. Nadie había disparado, nadie había sacado navajas y los heridos se habían " lastimado " al intentar salir. Ninguno de los bandos  implicados en el conflicto denunció al otro. 

Un ataque de amnesia colectivo fue el resultado obtenido por parte de la policía al intentar aclarar las causas de aquella trifulca colectiva. Era "la ley del silencio" . Doy mi versión de los hechos y marcho para casa .

Al día siguiente supe por las informaciones de la prensa que tampoco los heridos hospitalizados, ni sus familiares, habían arrojado luz sobre el tema.

Todo había sido un " sueño " del que se despertó a las pocas semanas con la noticia de un incendio,al parecer intencionado, de varias chabolas de gitanos en Ferrol, al que le sucedió otro, esta  vez, en un poblado gitano de Coruña..



















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