HACE 37 AÑOS:
Repasando
el amplio listado de conciertos que uno tuvo la suerte de presenciar a lo largo
de más de 50 años de contactos con la música, asistiendo a conciertos en
diferentes países, hay uno que llevo tatuado preferentemente y fue al que asistí el 21 de abril
de 1981 en el Palacio de los Deportes de Montjuïc, cuando Bruce Springsteen
vino por primera vez a España a presentar su disco “The River”.
El
Boss vino posteriormente en dos ocasiones a Santiago. La primera durante el
Xacobeo de 2003, inaugurando el Auditorio del Monte do Gozo. La segunda, en
2009, con una asistencia de 40.000 personas.
Allí
estuve disfrutando de los conciertos, pero sin llegar al impacto emocional que
experimente la primera vez que lo vi y escuche en directo hace 37 años .
Un
concierto que tengo mitificado, al que
asistí junto a colegas de la prensa, radio y Tv española, invitado por la
multinacional discográfica CBS.
Bruce Springsteen ya había cosechado gran éxito mundial con
su tercer disco, Born to Run (1975), y con el cuarto, Darkness on the edge of
town (1978), pero en España su popularidad andaba algún peldaño por debajo que
en los países anglosajones.
Aquí el mito fue engordando gracias a grabaciones piratas
adquiridas por correo postal y posteriormente difundidas de casete a casete,
mientras las publicaciones musicales especializadas ejercían su impagable labor
de prescripción y análisis.
Para cuando en octubre de 1980 llegó a las tiendas el quinto
trabajo de Springsteen,The
River, su éxito mundial comenzaba a ser real y en España ya había
mimbres para una primera visita.
En
el recinto habría alrededor de 6000 personas y bastantes huecos en las gradas
hacia donde nos dirigimos para contemplar y escuchar el concierto de quién se
anunciaba promocionalmente como el “nuevo Bob Dylan” en sus primeras
grabaciones .
En
los minutos previos a la salida del boss, por los altavoces sonaba un surtido
de soul y rhytm and blues que calentaba el ánimo.
Música
norteamericana que se alzaba como documento de identidad de lo que
posteriormente íbamos a escuchar, en unos momentos musicales en los que el pop
británico vivía un espléndido momento y “solapaba” en las listas a la norteamericana
.
Springsteen
se plantó en el escenario con una estética de largas patillas, amago de tupé y
chupa tejana acompañado de la E Street Band con Miami Steve Van Zandt, a la
guitarra,en la batería Max Weinberg, le
pegaba a los cuatro tambores que utilizaba como un verdadero poseso. Gerry
Talletn, hacía sonar el bajo con "golpes salvajes", mientras Roy Bittan, al
plano, y Danny Federici, al órgano, creaban los ambientes, y, al final,
Clarence Clemons, al saxo, "lanzaba" unos solos que cortaban el aliento.
Un prodigio de banda a la altura del jefe
Un prodigio de banda a la altura del jefe
Lo
que escuché me aplastó literalmente en el asiento y también a Rafa Revert el
gran jefe de Los 40 Principales, que estaba a mi lado.
.
Lo cantó todo, piezas de todos sus elepés,canciones de
Creedence Clearwater Revival y de Woody Guthrie. Empezó con "Factory" y después
de tres horas acabó con un medley
rockero de alta tensión .
La
primera parte duró hora y media ,con un descanso de treinta minutos, y el
"jefe" volvió al escenario , para continuar luego a un ritmo
frenético, como si hora y media de actuación fuera sólo un precalentamiento,
que me dejó pasmado. por el desarrollo no solo musical sino por detalles de
"inseguridad" puesto que el público llegaba literalmente al pié del
escenario a no haber barreras de seguridad y Bruce invitaba a las fans a
subirse al escenario (algo inédito por entonces en un concierto multitudinario
de rock) .
Los
asistentes que estábamos "apabullados" desde un principio por la intensidad
y la marcha del héroe, pasamos ahora a alucinar con su resistencia física. Una
hora y media más y aquello parecía no tener fin. Pero lo tuvo.
Cuando los músicos se retiraron del
escenario la "bronca" fue sonora. Todos queríamos más
Nadie se movía, a la espera de los
"bises" que llegaron con el frenesí rockero de Rosalita (Come out
tonight),
la gradilocuencia de ·"Born to run" y el descabello final con la fiesta desbocada del "Detroit Medley"
Sin
duda este concierto lo tengo enmarcado en la zona VIP de mis andanzas musicales
y me dejó "secuelas" de satisfacción que al día de hoy aún revivo cuando
pincho el vinilo de The River.
la gradilocuencia de ·"Born to run" y el descabello final con la fiesta desbocada del "Detroit Medley"
Un
concierto INOLVIDABLE que tengo enmarcado en la zona VIP de mis andanzas
musicales y me dejó "secuelas" de satisfacción que al día de hoy aún
revivo cuando pincho el vinilo de The River.
Se dice que este concierto quedó
grabado también en la memoría de Srpringteen como una noche donde se quedaron estupecfactos
con la respuesta del público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario