viernes, 9 de mayo de 2014

PERFILES CIUDADANOS: MIGUEL MOSQUERA (1953-2008)

MIGUEL MOSQUERA, ¡QUÉ LA MÚSICA TE ACOMPAÑE!



El 25 de Abril del 2008, a la edad de 55 años, Miguel Mosquera se fue con la música a otra parte. Miguel no cantaba, tampoco era músico, pero sí un entusiasta aficionado con el que compartí muchas jornadas. Primero en las tertulias musicales que de forma improvisada se montaban en el Playa Club a finales de los años 60 y comienzos de los 70, y posteriormente, siempre con la música como argumento, cada vez que coincidíamos. Mi amistad con Miguel Mosquera se inició en la vecindad de la calle Feijoo, en la que su padre José Mosquera regentaba el Bar Chantada y posteriormente la Cafetería Rima (ambos locales ya desaparecidos). Junto a su padre, siguió recreando su afición a la música y conociendo los entresijos discotequeros en él Chivas de Sada, que en su día era conocido y reconocido por su buena selección musical. De allí, a Perillo, a la discoteca Bolboreta, en las proximidades de la discoteca MacKinlays, puesta en marcha por Manolo Roca y donde Camilo Sesto había actuado por primera vez.

Allí fue modelando su personalidad musical en la cabina como complemento de un ambiente que se hizo referencial no solo en la noche coruñesa, sino de todo el entorno. Fue en esta sala donde Miguel Mosquera entró en contacto con el mundo del espectáculo al contratar artistas en directo para hacer más atractiva aún la estancia en la sala. 


La bomba: Elkin y Nelson
La amistad con Pepe Mosquera y su hijo Miguel hizo que los artistas que venían a actuar a Bolboreta pasaran, antes o después de ir a Radio Coruña, por la tienda de discos Nito´s, en la calle Feijoo, para firmar autógrafos y de paso, algún que otro elepé.

Un buen día aparecen por la tienda dos jóvenes estrafalarios. Era el dúo Elkin y Nelson, dos colombianos a los que hoy se consideran creadores del latin glam. Como lo leen. Eran tiempos (1974) en los que se empezaba a pergeñar el concepto de fusión entre el rock y los sonidos latinos. Su descubridor había sido Juan Pardo, que los había escuchado en una actuación improvisada en un garito poco recomendable y se quedó con la copla asumiendo la producción de esta pareja, que era capaz de desarrollar sobre un escenario una tormenta musical de salsa, cumbia y ritmos tropicales bailables.

Bajo su producción y con temas tan directos y sorprendentes para aquella época como A Caballo, Jíbaro y Samba, Samba, se habían hecho un hueco en el listado de los Dj´s y eran unos asiduos en las pistas de baile españolas. Copaban la atención por  explotar su aspecto ambiguo y su atrevido aspecto estético (con abundancia maquillaje, lentejuelas y plataformas), que se acercaba al estilo glam de David Bowie, Sweet o Gary Glitter, que en España se conocía como gay rock.

Su indumentaria y maneras cantaban mucho… Con ellos por la calle iba un tanto avergonzado ante las continuas miradas de los transeúntes que incluso se paraban para lanzar algún insulto a su paso. Por cierto, las malas lenguas cuentan que su salida de España estuvo marcada por alguna dudosa historia, pero lo cierto es que me abstengo de narrársela porque jamás ha sido comprobada.

Suenan los platillos
Un  buen día me entero  por boca de Miguel de que su padre andaba dándole vueltas a montar una discoteca en el centro de La Coruña, intención que confirma Pepe adelantándome, dada la amistad que nos unía, algunos detalles del proyecto en cuestión que, a la par de innovador, era lo que la ciudad necesitaba, como el tiempo demostró por la acogida dada por el público

Recuerdo que ya bautizada como Chaston ( nombre que alude a los platillos de la batería que se tocan mediante un pedal) y ojeando el logotipo elegido (inspirado en El Cantor del Jazz, la primera película con diálogos sonoros, estrenada en 1927, en cuyos carteles aparecía la famosa escena del cantante americano de R&B Al Johnson pintado de negro, como improvisado cantante de jazz) le había comentado a Miguel la posibilidad de que surgiera algún problema por la similitud. Dijo que no, puesto que se habían realizado los cambios oportunos para no reproducir exactamente el dibujo de Al Johnson, que se transformó en el negro del Chaston.

El 2 de septiembre de 1977 se inauguraba la discoteca Chastón, un negocio familiar en el que padre e hijo cuidaban cada noche con su presencia de cara al público los mínimos detalles, siempre en constante vigilia para que el abundante flujo de clientes encontrara motivos de esparcimiento. Desde el principio, Miguel asumió la programación musical, en la que dejo patente su pasión por la música de color, negra. Era notable su afición por los sonidos de la Stax, Atlantic, Filadelfia y cómo no, de la Tamla Motown, que programaba en la sala, así como su constante preocupación por adquirir discos de importación que solía estrenar con antelación a su aparición en España.

Su heterodoxia musical, sustentada en una afición musical militante y apuntalada en el séquito de seguidores coruñeses del maestro de la radio musical Ángel Álvarez, le proporcionaba un campo de acción musical que mantenía la pista llena como premio a su buena elección en un continuo vaivén de estilos en los que la música latina fue alcanzando un predominio que llegó a personalizar el ambiente.

Pocos días antes de su inesperado fallecimiento, conversaba con Miguel sobre los conciertos de cantantes y grupos que habían pasado por la sala y quedamos para una nueva ocasión para ampliar datos y fechas. No pudo ser. Así que con ayuda de su hermana María del Mar actualizo el disco duro de mi memoria para encontrar nombres de artistas de relumbrón que a lo largo de la historia de esta sala coruñesa han realzado una andadura que sigue dejando huella en la noche coruñesa.

Tequila, con ellos llegó el rock and roll
El talento, la sensualidad y el ritmo de Tequila le constituyen al grupo como la revelación finales de los 70 y principios de los 80. Sus composiciones rezumaban fuerza, garra y algo que hoy en día se ha perdido: el rock& roll.

Esta banda hispano-argentina de rock formada por Alejo Stivel (voz) y Ariel Rot (guitarra), y tres españoles, Julian Infante (guitarra), Felipe Lipe (bajo) y Manolo Iglesias (batería) actuó por primera vez en Coruña en la discoteca Chastón en 1979, donde hicieron vibrar a los asistentes, que no llenaron la discoteca a pesar de que ya era un grupo de éxito entre la juventud, con temas como Salta, Dime que me quieres, Matrícula de honor  o Quiero besarte.

La casa de las estrellas
Poco a poco, Miguel Mosquera fue adentrándose en el siempre proceloso mundo de los conciertos y Chaston se convirtió en la Casa de las Estrellas. Por allí pasaron importantes figuras de la escena nacional e internacional como la italiana Iva Zanichi (la de La orilla blanca, la orilla negra), Albano (que vino con su por entonces mujer Romina Power y sus hijos, con los que, invitado por Pepe Mosquera, compartí mesa y mantel en el restaurante Salsa de Santa Cristina), Los Platters, Juan Pardo, Rocío Jurado, María Dolores Pradera y Rocío Durcal, entre otros.

La Pantoja, en la enfermería
Cuando se inauguró el Coliseo de A Coruña (el 19 de mayo de 1.991), y gracias a sus excelentes contactos con el mundo del espectáculo nacional (en el que era muy apreciado por su profesionalidad) tomó parte activa como promotor de espectáculos del multiusos coruñés. En aquella etapa de su vida, eran frecuentes nuestros encuentros antes, durante y después de los conciertos para comentar los mismos que siempre estaban aderezados con anécdotas de los entresijos de los mismos, como dificultad de los montajes, caprichos de los artistas y exigencias de los mánager. Es estos capítulos anecdóticos a Miguel siempre le gustaba relatar lo acontecido con Isabel Pantoja en la época que llevaba su representación Encarna Sánchez y su mánager era María Navarro.

-Tuvimos problemas cuando María Navarro se acercó por el Coliseo para ver las instalaciones y  tras inspeccionarlas, nos acongojó con un amago de suspensión de concierto al tiempo que decía: "Aquí no puede actuar, porque Isabel Pantoja no actúa en plazas de toros". Rápidamente, tuvimos que tapar los números de los tendidos para cambiar la fisonomía taurina del recinto y rezar para que Isabel Pantoja no se diera cuenta de que el camerino era la enfermería de la plaza.

Bueno Miguel, supongo que se me han quedado en el teclado muchas cosas que han adornado tu perfil profesional y tu pasión por la música. Mi intención siempre fue, y de eso hablamos, incluirte en un nuevo tomo de Historias, Histerías y Anécdotas musicales de A Coruña, si algún día llegaba a ver la luz. Aquí está, y aquí estás, por merecimientos, tú. Nunca estamos seguros de las cosas que podrán suceder, nadie puede predecir ciertamente lo que vendrá. De lo que si estamos seguros es que el pasado lo conocemos. Y en el pasado musical de A Coruña,  Miguel Mosquera tiene, creo yo (y no solo por amistad) que salir a relucir por méritos propios. ¡Que la música nos acompañe siempre, amigo Miguel!


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