El trovador de la tristeza, asceta sublime del pop, el poeta más enigmático de todos los tiempos que sedujo con sus canciones a varias generaciones, emprendió el camino hacia el más allá.
Eso si, debidamente preparado para el viaje eterno.
El
poeta, novelista y cantautor canadiense Leonard
Cohen falleció a los 82 años. Fue una muerte anunciada con antelación en su
recientemente publicado disco “You Want it Darker”.
Un disco cuyo título y
contenido, huele, tiene un "tufo" a "despedida", y
en el que a manera de testamento sonoro se
escuchan las canciones de un hombre sabio que. con su voz grave, que podía ser
cálida o abismal, seductora o desgarradora, anunciaba su adiós y se mostraba
preparado para ese viaje al más allá, con un “Estoy listo, mi Señor” que suena
y resuena en la canción que da título al disco, a manera de réquiem de casi
cinco minutos del lúgubre coro de la Sinagoga Shaar Hashomayim.
Un disco
crepuscular, un rebufo anímico entre la puesta de sol y la llegada definitiva
de la noche, en el que se percibe en su voz más profunda que nunca el cansancio,
el desencanto de Cohen, que aparenta estar en paz consigo mismo y con el mundo
y en el que habla de amor, de despedida, del
final de algo.
Canciones de cuya escucha, se deduce que reflexiona sobre un mundo que ha perdido la esperanza.
Al ser
preguntado sobre ese posible "adiós final", que dejo entrever
en una entrevista, Leonard Cohen , ante alboroto
mediático que anunciaba su final, quiso desmentir
, rotundamente, su anterior afirmación y acallar aquellos comentarios que anunciaban su final.
Y lo hizo afirmando con ironía: “Dije recientemente que estaba preparado para
morir y creo que estaba exagerando (...). Tengo la intención de vivir para
siempre...Si tienes suerte, mantienes el vehículo sano y preparado a lo largo
de los años. Si tienes suerte, porque tus propósitos tienen poco que ver con
eso. Durar mucho realmente no es elección tuya”.
Pocos días después, falleció
uno de los cantantes y compositores más fascinantes y enigmáticos del panorama
musical, poeta y novelista galardonado con el Príncipe de Asturias 2011,
dejando tras de sí un reguero de míticas canciones –Hallelujah, Take this waltz, Suzanne, I’m your man, Dance
me to the end of love o First we take Manhattan.
Este trovador de la tristeza, asceta sublime
del pop, el poeta más enigmático de todos los tiempos que sedujo con sus
canciones a varias generaciones, emprendió el camino hacia el más allá.Eso si,
debidamente preparado para el viaje eterno.
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