TVE LLAMA A LOS ESPECIALISTAS MUSICALES PARA ELIMINAR EL "MANGONEO" DE LAS COMPAÑIAS DISCOGRÁFICAS
En esta "histeria" relato los acontecimientos vividos durante la celebración de
la XXIII edición del Festival de Eurovisión en el que el cantante José Velez y
la canción Bailemos un Vals representaron
a España en Paris el 22 de abril de 1978 que tuvo lugar presentación español."Peripecia" en la que se
vio involucrada la representación española, de la que formaba parte junto a
varios periodistas musicales desplazados a la ville lumiere para informar sobre el evento.
Un buen día recibo la
llamada de José Luis Urribarri, que ejercía en ese momento como Relaciones Publicas
de TVE. José Luis me comunica que había sido elegido como uno de los jurados
que debían seleccionar el artista y la canción que defendería el honor patrio musical en Paris, ciudad donde se celebraba el festival.
Acepto el nombramiento y en día y hora señalada me presentó en los estudios de
Prado del Rey preparado para la audición de un lote de canciones que habían
superado el filtro –muy flexible por cierto–, de la preselección.
No solo se había guardado en secreto el
nombre de los que íbamos a formar parte del jurado, para evitar que las compañías discográficas
tuvieran contacto previo con
nosotros, sino también sobre el material presentado. Acababa de empezar la
nueva era del pop español y la dirección de la televisión pública quiso dar
credibilidad a la elección involucrando a los especialistas musicales para
eliminar los mangoneos de las
compañías discográficas, que pujaban para que el dedo señalara a su artista
como el elegido.
"SIN COMENTARIOS"
Durante tres horas nos
sometieron a un auténtico "suplicio", teniendo que digerir en ayunas bastantes
temas duros de escuchar. Tras la
primera audición de todo el material, el jurado pidió tiempo para tomarse un
descanso que fue concedido previa lectura de cartilla por parte de Urribarri al
respecto de guardar silencio ya que, según le habían comunicado, la cafetería
estaba abarrotada de representantes de
las discográficas que esperaban expectantes la votación final. Una presencia
que nos obligo a retirarnos rápidamente a la sala para seguir con la votación.
De nuevo en el tajo,
reemprendimos las deliberaciones encaminadas a la elección de los cinco temas
que considerásemos más aptos, para posteriormente elegir al representante
español en Eurovisión. En el tramo final de la votación se destacaron por
encima de los restantes José Vélez con Bailemos un vals –compuesta por Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, el Dúo
Dinámico, autores del La, La,
La–, y el otro, mi buen amigo Pepe Domingo Castaño con Mi pueblo, canción de propia autoría. Ambos recibieron el mismo número
de votos, por lo que hubo que ir a un desempate en el que, tras largo tiempo de
deliberaciones, fue elegido el cantante canario por un muy escaso margen de
diferencia.
Ya por la noche, en el
pub que regentaba Chema Suárez, hermano de Adolfo Suárez, me encuentro con Pepe Domingo al que noto cariacontecido por
la votación final del jurado. Trato de explicarle lo competida que había sido
la elección e incluso algún motivo alegado por miembros del jurado, como que la
canción de Mi pueblo sonaba a himno de la UCD. ¡Si quieres arroz Catalina!...
Fue peor el remedio que la enfermedad.
París bien vale... una amenaza de bomba
Gabriel González, del
departamento de promoción de la compañía de discos Columbia, a la que
pertenecía José Vélez, me hace llegar una invitación para viajar a París y
presenciar el Festival de Eurovisión, que tendría lugar el 22 de abril en el
Palais des Congrès. La expedición española, compuesta aproximadamente por
quince personas entre periodistas musicales y directivos de TVE, entre los que
figuraba Ricardo Suárez, hermano del presidente, se alojó en el hotel Concorde
La Fayette Meridienne, integrado al Palais des Congrès, con el que se
comunicaba con unas galerías llenas de tiendas de moda de renombre.
Tras dejar el equipaje
en el hotel, parte del grupo fuimos a visitar los estudios de la RTL (Radio
Televisión Luxemburgo) en París, una emisora que recogió en lo musical la
herencia de Radio Carolina, la legendaria emisora pirata que me había
abastecido de música transistorizada a
principios de los años 60. No pude por menos que sentir una añeja nostalgia al
entrar en unos formidables estudios con un despliegue técnico desconocido por
mí hasta aquel momento. De allí, al
recinto, para asistir a los ensayos de los 20 participantes entre los que,
además de José Vélez, se encontraban las españolas Maite Mateos y Maria
Mendiola, el dúo Baccará, que representaban a Luxemburgo con el tema Parlez-vous française.
Al acabar los ensayos,
y tras hacer la consiguiente porra en la que el
cantante canario figuraba entre los favoritos, los expedicionarios disfrutamos de tiempo
libre hasta dos horas antes del festival, momento en el que debíamos reunirnos
en el hall del hotel para dirigirnos al Palais de Congrés. Como las
habitaciones ocupadas por la representación española estaban en la misma
planta, al llegar a la ocupada por José Vélez, que estaba abierta, lo íbamos
saludando para desearle suerte. En un momento dado, y con cinco personas en su
interior que lucia un espléndido centro de frutas, obsequio de la organización,
suena el teléfono y Manolo Sánchez, manager de Vélez, atiende la llamada
indicándonos con gestos que bajáramos el tono de voz mientras la seriedad se
apoderaba de su cara. Al colgar, Manolo se dirige a quienes estábamos en la
habitación para anunciarnos que se había recibido una amenaza de bomba.
Instintivamente las
miradas se dirigieron hacia un aparador lleno de cestas de fruta y flores,
gentileza de la dirección del hotel, mientras que un "¡que no cunda el
pánico!" se escuchó en la habitación, con entonación que quería ser jocosa pero que en realidad denotaba la
intranquilidad generada por la noticia. Desalojamos la habitación de José Vélez
de manera apresurada, aunque sin espantada. Quién más quien menos dirigiendo la
mirada al centro de frutas, lugar idóneo para ocultar la bomba. La bronceada
tez de Vélez se tornó rosa pálido, que hacía juego con su flamante traje
blanco, y guardo la exhibición dental de su sonrisa eterna tras la seriedad que
imponía la situación.
Al poco tiempo, una
nube de gendarmes hizo su aparición en el pasillo, conminándonos a que
abandonáramos toda la planta al tiempo que llegaban los artificieros. Fuimos a
parar al bar del hotel donde las cábalas sobre la autoría apuntaban a ETA o el
GRAPO, aunque al final fuentes bien informadas señalaron como responsables del
amenazante aviso a una facción separatista
canaria, aprovechando la visita de su paisano. Controlada la situación
tras revisar todas las habitaciones ocupadas por la representación española, la
policía permitió el acceso a las mismas, aunque fueron pocos, creo que ninguno,
los que subieron a ellas, optando por unos tranquilizantes en el pub del hotel
antes de dirigirnos al recinto donde se celebraba el festival.
A pesar de los nervios
innatos de toda actuación y los adquiridos en los momentos previos a la misma a
causa de la amenaza de bomba, Vélez defendió con soltura la canción
consiguiendo 65 puntos que lo colocaron en el noveno lugar, mientras que las
Baccará quedaban en el séptimo puesto. Azhar Cohen and Alphabeta, con A-Ba-Ni-Bi, lograba 157 puntos, y se proclamaba ganadora, siendo por
primera vez en la historia que ganaba Eurovisión, Israel, un país no europeo.
Hoy, Bailemos un vals se ha
convertido en un clásico del repertorio de las orquestas en las verbenas.
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