El "complesso" de Gianni Ales en acción con "artista" innvitado
“SILBANDO AL TRABAJAR…”
“Son muchos los conjuntos que se dedican al ye-yé, pero, por
desgracia, muy pocos los que hacen que este género sea música y no ruido...” (1964
- Mariní Callejo, 1964)
Con el comentario arriba
indicado, Mariní Callejo, que figura entre los productores míticos de los años 60 en España,
ponía en evidencia la consideración que se tenía con la nueva generación
musical.
Es una época en la que la Sociedad
General de Autores se negaba a reconocer como compositores a todos los nuevos
escritores de canciones a los que llamaba, de forma oficial, silbadores,
y les rebajaba sustanciosos porcentajes de sus percepciones económicas,
sometiéndolos a exámenes vejatorios. Nada importaba que una canción de Los Pekenikes
o los Brincos produjese cien veces más dinero que las manidas y vulgares de maestros
de la época. Eran los veteranos los que no sólo cobraban más por sus malas
canciones, sino que se repartían un porcentaje muy sustancioso de lo que recaudaban las canciones de los
llamados silbadores.
Algunos de estos silbadores
actuaron en la antigua plaza de toros de La Coruña. Por entonces, este recinto
descubierto hacía las veces de multiusos con corridas, veladas de
lucha libre y espectáculos musicales. Alternaba estas funciones con el parque
del Casino, el Leirón, que en la programación de sus verbenas, entre orquesta y artistas veteranos para el
público adulto, hacía alguna concesión para la juventud.
Aquellos primeros conciertos se
trasladaron ocasionalmente, a finales de los años 60, al estadio de Riazor,
concretamente a la zona de gradas de Maratón. El escenario se ponía en la
portería y ocupaba los fosos de salto de altura y longitud, mientras que las
gradas se empleaban como auditorio juvenil.
Mientras esto sucedía, el Playa
Club se iba decantando ambientalmente hacia la música con actuaciones paralelas
de grupos de silbadores como Victor Pontí, una promesa (que se quedó en
promesa) del rock´n´roll español de la escuela italiana de Adriano Celentano,
los T.N.T. o un cantante francés llamado Teddy Raye, que ofrecía un repertorio
completo de Johnny Hallyday y Richard Anthony. Conciertos que permutaban con el
cantante cubano Tirso Guerrero, que bordaba los mambos, el merengue y el
cha-cha-cha cuando aún no se había inventado la salsa, y el combo
estable del local, dirigido por Pucho Portela.
Poco a poco, los grupos y
artistas fueron subiendo de categoría ante la respuesta positiva del público. Así
llegaron Los Roberts, Los Iberos, Canarios, Miguel Ríos o los ingleses The
Dominoes, que junto a grupos locales como Los Sombras, Los Key, Los Sammars y
Avenida del Parque 49 convirtieron a este local en uno de los centros neurálgicos
del ambiente musical coruñés. Lo hicieron en presencia de los micrófonos de
Radio Juventud, que, con José María Comesaña como presentador, retransmitía en
directo algunas de estas actuaciones musicales que animaban las noches de
verano de la ciudad.
LOS “COMPLESSOS” ITALIANOS
Con el "complesso" de Franco Etti
En 1963 y 1964, los complessos o combos italianos se pusieron de moda en
España. Durante unos años acapararon buena parte de la atención de las compañías
de discos. Estos grupos entraron en la escena musical española por la puerta
que años atrás habían abierto cantantes italianos como Renato Carosone o
Domenico Modugno, y canciones como Al di lá o Il
Mondo, que se habían convertido en la banda sonora de los guateques
juveniles.
El primero en entrar en escena
fue Marino Marini, que hacia giras por las boites de diferentes ciudades aunque
nunca residió en España. Otros, sin embargo
se establecieron en algunas ciudades españolas y empezaron a
grabar discos, convirtiéndose en grupos estables de las más renombradas salas
de baile del país. Tenían una perfección de sonido, tanto en capacidad técnica
como en equipamiento, muy superior a la de los jóvenes rockeros españoles de
los primeros años 60.
El primero de estos complessos
que se instaló en España fue el de Filippo Carleti, que grabó numerosos discos
e incluso sirvió como apoyo instrumental a grabaciones de rockeros de la época.
El otro gran grupo fue el del batería Gianni Ales, que acabó montando un club
propio muy concurrido en Madrid, en la cuesta de Santo Domingo. Se llamaba el
Ales Club. Me hice cliente asiduo y disfruté no sólo de los éxitos italianos
sino también de las excepcionales versiones que hacían en directo de temas
norteamericanos.
LA PRIMERA “PIZZERIA MUSICAL”
CORUÑESA
En una de esas visitas, en 1967 y
recién casado, converso con Gianni Ales. Como había hecho con el organista de
jazz Lou Bennet, le planteo la posibilidad de actuar en La Coruña, en el Playa
Club, durante el próximo verano. Casi a un año vista, ya tenía la agenda
cubierta. No me da muchas esperanzas. Insisto en sucesivas visitas al club
hasta que por fin logro, con condiciones, que Gianni Ales acepte tocar en el
Playa Club. Las condiciones eran que, además de su combo, tenía que contratar a
otros dos complessos que también solían tocar en su club y formaban
parte de la escudería musical del mismo: Nani Gianello y Franco Etti. Hecho. Durante
el verano de 1968 y 1969 (ya que repitieron visita tras el éxito alcanzado), el
ambiente musical de La Coruña habla italiano.
Moncho Rivera con su esposa Soco Quintana, Gianni Ales y señora, Tomas Pereira, y Ppepe Freire con su esposa Merche Amador, en na fiestacelebrada en 1969 en el Playa Club
Las fiestas temáticas organizadas
(hawaiana, italiana y otras) amenizadas por estos grupos aún se recuerdan con
satisfacción y buenas dosis de nostalgia por parte de los que las vivieron. Como
anécdota, aún recuerdo el día que Gianni
Ales adaptó durante un ensayo una canción que me dejó petrificado de
gusto. Quise saber su nombre y Gianni me dijo que se titulaba Hooked on Feeling (Ooga Chaka), y que,
aún desconocida en España, había sido top 5 en las listas norteamericanas
en la voz de B.J. Thomas. Años más tarde, se convirtió en un clásico del
repertorio country rock. La
canción resucitó a la popularidad en los
años 90 al incluirla Quentin Tarantino en la banda sonora de Reservoir Dogs.
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