¡VIVO Y COLEANDO!
Mantenerse vivo, y en "activo", en el mundo de la música durante casi 50 años más que un mérito ronda
la heroicidad, sobre todo en España, donde tenemos la mala costumbre de subir
al pedestal de la fama a los artistas y una vez allí, trabajarles los tobillos hasta que se caigan de él.
Como somos muy
dados a las comparaciones, decir que en países como Norteamérica, Inglaterra o
Francia –por citar algunos– los aficionados a la música envejecen junto a sus
ídolos y los conservan como oro en paño.
Spain is different, para lo bueno y lo malo.
Salta al oído que un
servidor no canta, al menos fuera de la ducha
–donde suelo emitir ruidos más o
menos armonizados–, de las fiestas rachadas
y alguna que otra ocasión especial, como cuando me hicieron cantar en Luar, el programa de la TVG, disfrazado
de Lee Marvin y destrozando esa maravillosa canción, Wandering star (Estrella
errante), que él interpreta en la película La leyenda de la ciudad sin nombre. Recuerdo el día que fui a
grabar el play back en los estudios
de A Estrada: el técnico de sonido tuvo que armarse de paciencia para conseguir
que mi registro vocal se acoplara a la melodía.
Difícil misión: mi rugosa,
alquitranada, o escarallada voz pasaba de las escalas con soltura e iba
por libre.Al final de la grabación,
el técnico acabó más afónico que yo de tanto gritarme ¡Nonito sube el registro!, a lo que yo le respondía "¡cómo no me traigas una banqueta!".
Después de varias horas repitiendo tomas, mi voz llegó a sonar casi como la de Lee Marvin, pero gracias
a las manipulaciones técnicas.
Dicho esto, y sin que por
ello me considere ningún héroe, agregar que mi estancia en activo, desde hace casi cincuenta años, en diferentes nichos del panorama musical, soy un superviviente, aunque en dos ocasiones
me mandaran a dar una vuelta por el otro mundo.
"Amigo, aún sigues vivo"
Julio Iglesias. Rueda de prensa en el Coliseo.
Agosto del 2001
Se anuncia en el Coliseo de A Coruña, para el martes 21 de agosto
el único concierto en Galicia de Julio
Iglesias presentando el disco Noche
de cuatro lunas. Días antes se ponen a la venta las entradas anticipadas y
el ritmo de salida no es lo rápido que se espera. Conocedor de esta lentitud,
Julio Iglesias pone en marcha toda la maquinaria promocional para acelerar la
venta de entradas anticipadas. Nueve días antes de la fecha del concierto,
recibo una llamada de la secretaría de Julio, que me concedía un phoner -entrevista telefónica- con él.
Fijamos día y hora. La llamada se retrasa, y yo salgo de casa para hacer unas
gestiones.
A mi regreso, tengo dos avisos en el contestador con la voz de
Julio que, con la amistad que nos une, me pone a parir y me cita para el día
siguiente. Puntualmente, recibo la llamada de la secretaría que me dice que en
ese momento a Julio le es imposible ponerse al teléfono, porque está ensayando
en el auditorio de Cartago, en Túnez, uno de los mejor conservados del mundo,
donde actuará horas más tarde.
Por fin suena el teléfono y escucho la voz de Julio Iglesias, que
me saluda con mucho afecto y me pone en antecedentes del concierto que está a
punto de dar:
–Este anfiteatro de Cartago es una joya y desde hace varios días
están todas las entradas vendidas. Por cierto, Nonito, ¿cómo va la venta de las
de A Coruña? ¡Tenemos que llenar!
En la conversación, varias veces interrumpida por la falta de
cobertura de su móvil, ya que iba en coche camino del hotel, me muestro
optimista sobre la asistencia de público y nos despedimos hasta A Coruña.
La rueda de prensa
El día del concierto se convoca una rueda de prensa en el Coliseo
que tendría lugar después de las pruebas de sonido, durante las cuales Julio
muy meticuloso había tenido sus más y sus menos con el técnico francés que
trae, al no lograr éste encontrar el punto
acústico al recinto.
Desde la pista vacía asisto
al ajuste sónico, saludo con la mano a Julio, que en el escenario busca
posturas al micrófono. Hago gestos de que nos veremos después. Llega la hora de la rueda de prensa y la sala del Coliseo se llena
de una nutrida representación de la prensa escrita y de la radio, fotógrafos y
cámaras de televisión. Saludo a la secretaria y me coloca en la primera fila,
que está vacía. Llega Julio, todo simpatía y bromea, a modo de salutación, con los asistentes. Se
sienta y se dirige a mí:
–¡Hombre, Nonito, aún sigues vivo..!.
Risas y cachondeos en el ambiente, mientras para mis adentros
pienso "vaya morro tiene, si hace una semana estuvimos hablando media hora
por teléfono y acabamos de vernos en el escenario".
–Ya ves ¡Vivo y coleando!, le respodí.
Así le sigo el juego, ya que enseguida pillo el sentido del
saludo, con el que trataba, utilizando nuestra amistad iniciada treinta años
atrás, de recordar a la prensa que, a pesar de los años, el que estaba vivo
artísticamente era él.
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