MIGUEL
MOSQUERA, ¡QUÉ LA MÚSICA TE ACOMPAÑE!
El 25 de Abril del
2008, a la edad de 55 años, Miguel Mosquera se fue con la música a otra parte.
Miguel no cantaba, tampoco era músico, pero sí un entusiasta aficionado con el
que compartí muchas jornadas. Primero en las tertulias musicales que de forma
improvisada se montaban en el Playa Club a finales de los años 60 y comienzos
de los 70, y posteriormente, siempre con la música como argumento, cada vez que
coincidíamos. Mi amistad con Miguel Mosquera se inició en la vecindad de la
calle Feijoo, en la que su padre José Mosquera
regentaba el Bar Chantada y posteriormente la Cafetería Rima (ambos locales ya
desaparecidos). Junto a su padre, siguió recreando su afición a la música y
conociendo los entresijos discotequeros en él Chivas de Sada, que en su día era
conocido y reconocido por su buena selección musical. De allí, a Perillo, a la
discoteca Bolboreta, en las
proximidades de la discoteca MacKinlays, puesta en marcha por Manolo Roca y
donde Camilo Sesto había actuado
por primera vez.
Allí fue modelando su
personalidad musical en la cabina como complemento de un ambiente que se hizo
referencial no solo en la noche coruñesa, sino de todo el entorno. Fue en esta
sala donde Miguel Mosquera entró en contacto con el mundo del espectáculo al
contratar artistas en directo para hacer más atractiva aún la estancia en la
sala.
La bomba: Elkin y Nelson
La amistad con Pepe
Mosquera y su hijo Miguel hizo que los artistas que venían a actuar a Bolboreta
pasaran, antes o después de ir a Radio Coruña, por la tienda de discos Nito´s,
en la calle Feijoo, para firmar autógrafos y de paso, algún que otro elepé.
Un buen día aparecen
por la tienda dos jóvenes estrafalarios. Era el dúo Elkin y Nelson, dos
colombianos a los que hoy se consideran creadores del latin glam. Como lo leen.
Eran tiempos (1974) en los que se empezaba a pergeñar el concepto de fusión
entre el rock y los sonidos latinos. Su descubridor había sido Juan Pardo, que
los había escuchado en una actuación improvisada en un garito poco recomendable
y se quedó con la copla asumiendo la producción de esta pareja, que era capaz
de desarrollar sobre un escenario una tormenta musical de salsa, cumbia y
ritmos tropicales bailables.
Bajo su producción y
con temas tan directos y sorprendentes para aquella época como A Caballo, Jíbaro y Samba, Samba, se habían
hecho un hueco en el listado de los Dj´s y eran unos asiduos en las pistas de
baile españolas. Copaban la atención por
explotar su aspecto ambiguo y su atrevido aspecto estético (con
abundancia maquillaje, lentejuelas y plataformas), que se acercaba al estilo glam de David Bowie, Sweet o Gary Glitter, que en España se conocía como gay rock.
Su indumentaria y
maneras cantaban mucho… Con
ellos por la calle iba un tanto avergonzado ante las continuas miradas de los
transeúntes que incluso se paraban para lanzar algún insulto a su paso. Por
cierto, las malas lenguas cuentan que su salida de España estuvo marcada por
alguna dudosa historia, pero lo cierto es que me abstengo de narrársela porque
jamás ha sido comprobada.
Suenan los platillos
Un buen día me entero por boca de Miguel de que su padre andaba
dándole vueltas a montar una discoteca en el centro de La Coruña, intención que
confirma Pepe adelantándome, dada la amistad que nos unía, algunos detalles del
proyecto en cuestión que, a la par de innovador, era lo que la ciudad necesitaba,
como el tiempo demostró por la acogida dada por el público
Recuerdo que ya
bautizada como Chaston ( nombre que alude a los platillos de la batería que se
tocan mediante un pedal) y ojeando el logotipo elegido (inspirado en El Cantor del Jazz, la primera película
con diálogos sonoros, estrenada en 1927, en cuyos carteles aparecía la famosa
escena del cantante americano de R&B Al Johnson pintado de negro, como
improvisado cantante de jazz) le había comentado a Miguel la posibilidad de que
surgiera algún problema por la similitud. Dijo que no, puesto que se habían
realizado los cambios oportunos para no reproducir exactamente el dibujo de Al
Johnson, que se transformó en el negro
del Chaston.
El 2 de septiembre de
1977 se inauguraba la discoteca Chastón, un negocio familiar en el que padre e hijo cuidaban cada
noche con su presencia de cara al público los mínimos detalles, siempre en
constante vigilia para que el abundante flujo de clientes encontrara motivos de
esparcimiento. Desde el principio, Miguel asumió la programación musical, en la
que dejo patente su pasión por la música de color, negra. Era notable su afición por los sonidos de la Stax, Atlantic,
Filadelfia y cómo no, de la Tamla Motown, que programaba en la sala, así como
su constante preocupación por adquirir discos de importación que solía estrenar
con antelación a su aparición en España.
Su heterodoxia
musical, sustentada en una afición musical militante y apuntalada en el séquito
de seguidores coruñeses del maestro de la radio musical Ángel Álvarez, le
proporcionaba un campo de acción musical que mantenía la pista llena como
premio a su buena elección en un continuo vaivén de estilos en los que la
música latina fue alcanzando un predominio que llegó a personalizar el
ambiente.
Pocos días antes de su
inesperado fallecimiento, conversaba con Miguel sobre los conciertos de
cantantes y grupos que habían pasado por la sala y quedamos para una nueva
ocasión para ampliar datos y fechas. No pudo ser. Así que con ayuda de su
hermana María del Mar actualizo el disco duro de mi memoria para encontrar
nombres de artistas de relumbrón que a lo largo de la historia de esta sala
coruñesa han realzado una andadura que sigue dejando huella en la noche
coruñesa.
Tequila, con ellos llegó el rock and roll
El talento, la
sensualidad y el ritmo de Tequila le constituyen al grupo como la revelación
finales de los 70 y principios de los 80. Sus composiciones rezumaban fuerza,
garra y algo que hoy en día se ha perdido: el rock& roll.
Esta banda
hispano-argentina de rock formada por Alejo Stivel (voz) y Ariel Rot
(guitarra), y tres españoles, Julian Infante (guitarra), Felipe Lipe (bajo) y
Manolo Iglesias (batería) actuó por primera vez en Coruña en la discoteca
Chastón en 1979, donde hicieron vibrar a los asistentes, que no llenaron la
discoteca a pesar de que ya era un grupo de éxito entre la juventud, con temas
como Salta, Dime que me
quieres, Matrícula de honor o Quiero
besarte.
La casa de las estrellas
Poco a poco, Miguel
Mosquera fue adentrándose en el siempre proceloso mundo de los conciertos y
Chaston se convirtió en la Casa de
las Estrellas. Por allí pasaron importantes figuras de la escena nacional e
internacional como la italiana Iva Zanichi (la de La orilla blanca, la orilla negra), Albano (que vino con su por entonces mujer Romina Power y sus hijos,
con los que, invitado por Pepe Mosquera, compartí mesa y mantel en el
restaurante Salsa de Santa
Cristina), Los Platters, Juan Pardo, Rocío Jurado, María Dolores Pradera y
Rocío Durcal, entre otros.
La Pantoja, en la enfermería
Cuando se inauguró el
Coliseo de A Coruña (el 19 de mayo de 1.991), y gracias a sus excelentes
contactos con el mundo del espectáculo nacional (en el que era muy apreciado
por su profesionalidad) tomó parte activa como promotor de espectáculos del
multiusos coruñés. En aquella etapa de su vida, eran frecuentes nuestros
encuentros antes, durante y después de los conciertos para comentar los mismos
que siempre estaban aderezados con anécdotas de los entresijos de los mismos,
como dificultad de los montajes, caprichos de los artistas y exigencias de los
mánager. Es estos capítulos anecdóticos a Miguel siempre le gustaba relatar lo
acontecido con Isabel Pantoja en la época que llevaba su representación Encarna
Sánchez y su mánager era María Navarro.
-Tuvimos problemas
cuando María Navarro se acercó por el Coliseo para ver las instalaciones y tras inspeccionarlas, nos acongojó con un
amago de suspensión de concierto al tiempo que decía: "Aquí no puede actuar,
porque Isabel Pantoja no actúa en plazas de toros". Rápidamente, tuvimos
que tapar los números de los tendidos para cambiar la fisonomía taurina del
recinto y rezar para que Isabel Pantoja no se diera cuenta de que el camerino
era la enfermería de la plaza.
Bueno Miguel, supongo
que se me han quedado en el teclado muchas cosas que han adornado tu perfil
profesional y tu pasión por la música. Mi intención siempre fue, y de eso
hablamos, incluirte en un nuevo tomo de Historias, Histerías y Anécdotas musicales de A Coruña, si algún día
llegaba a ver la luz. Aquí está, y aquí estás, por merecimientos, tú. Nunca
estamos seguros de las cosas que podrán suceder, nadie puede predecir
ciertamente lo que vendrá. De lo que si estamos seguros es que el pasado lo
conocemos. Y en el pasado musical de A Coruña,
Miguel Mosquera tiene, creo yo (y no solo por amistad) que salir a
relucir por méritos propios. ¡Que la música nos acompañe siempre, amigo Miguel!
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