Víctor Manuel y Ana Belén. Coliseo. Agosto del
2004
"NO ESTABA MUERTO,ESTABA DE PARRANDA"
Todos los días uno no tiene el privilegio de asistir a su propio
homenaje póstumo con una cerveza en la mano. Así, de esta guisa, me pillaron
Víctor Manuel y Ana Belén en el Coliseo de A Coruña el día en que me dedicaron
una canción in memoriam, "Sólo pienso en ti", convencidos de que
había muerto dos años atrás.
"No estaba muerto, estaba de parranda", tituló La Voz de Galicia dos días después del
concierto, al hilo del insólito tributo que me rindieron Ana y Víctor.
La verdad es que no andaba de parranda, pero sí estaba tomándome
una cerveza en compañía de César Casal, subdirector de La Voz, con quien cataba el sonido y comentaba, en el
pasillo central del Coliseo, la gran profesionalidad de los músicos que
acompañaban a Ana Belén y Víctor Manuel.
En ésas, Víctor Manuel, con cara y voz solemne, va y dice:
–Queremos dedicar esta canción a un gran amigo que murió hace dos
años y al que siempre visitábamos cuando veníamos a A Coruña: ¡Nonito Pereira!
Al oír la dedicatoria y el motivo de la misma, me quedé "tieso", pero,
de la sorpresa y no reaccioné hasta que César me dio en el codo y me dijo:
–¡Nonito, te acaban de matar!
Me pellizqué para comprobar que estaba vivo, mientras un murmullo
de sorpresa recorrió el Coliseo ante la noticia. Sobre mi persona empezaron a
caer miradas de la gente. Me miraban perplejos y alguna que otra persona me
señalaba incrédula. El muerto gozaba
de buena salud.
Tocaba tomar mi muerte a cachondeo, y así lo hice. No fui el
único, ya que a pocos metros, y en las gradas, el concejal de Cultura del
Ayuntamiento de A Coruña, Carlos González-Garcés –al que había saludado momentos antes– estaba sentado con su esposa al lado de mi
mujer, y todo serio, con el correspondiente "cachondeo", se acercó para darle el pésame.
El productor Jesús
Manzano y Ramón Barros, director del Coliseo, reaccionaron con premura y se
fueron hacia el backstage para
deshacer el entuerto y desenterrar al
muerto, que era yo. Le comunicaron al hermano y mánager de Ana y Víctor que
estaba vivo y, después de echarse las manos a la cabeza, éste pasó la noticia a
los cantantes, que no salían de su asombro.
A los veinte minutos, Víctor rectificó la noticia y salió del paso
diciendo que el fallecido había sido un hermano mío. Dicho lo cual me resucitó
con la canción "Sólo le pido a Dios",
ante los aplausos del público.
Entonces, me emocioné. Tal cual lo leen: no todo el mundo tiene la oportunidad de asistir en vida
a un homenaje póstumo y poder comprobar una amistad instaurada a lo largo de 45
años. Yo ya sabía que Ana y Víctor me profesan una amistad que es correspondida,
pero no me imaginaba que, además de ser de larga duración, fuera merecedora de
ese homenaje. Gracias, Ana. Gracias, Víctor.
Por cierto, para recuperarme de la sorpresa, me acerqué a la barra
del Coliseo y pedí una cerveza. A la hora de pagar, el encargado me miró y me
dijo:
–¡Aquí los muertos tienen barra libre!. Y me invitó. Todo un detalle.
Soy Lázaro, y acabo de resucitar
Acabó el concierto. Junto a mi esposa, que aún tenía la cara
maquillada de sorpresa, me dirijo a los camerinos entre chascarrillos de mis
conocidos. "Para haber estado muerto tienes buena cara,… ¿qué tal por
allá?", y cosas por el estilo.
Entré en el camerino al grito de "¡Soy Lázaro, el
resucitado!". Al verme, Ana y Víctor se abrazaron a mí y me pidieron
disculpas por haberme matado. Entre
risas, Ana dijo: "Nonito, te acabamos de alargar la vida porque ya conoces
ese dicho de que cuando alguien te mata por error, te alarga la vida". "¿Cuántos años?", pregunté
interesado entre risas… "Por lo menos tantos años como tiempo estuviste
desaparecido". Echo cuentas y,
según la profecía, pasaré de los 85…
Una llamada de mi "viuda"
Seguimos charlando y apareció en los camerinos el hermano de Ana
Belén, quien, al parecer, fue el
artífice de mi defunción. "¿Cómo no contrastaste la noticia?", le
preguntó Ana. "Lo siento, pero, como además no vimos a Nonito antes del
concierto y siempre se pasa a saludarnos, pues…", contestó. Quise saber de cual fue la noticia que anunció mi
muerte y me la contaron.
–Resulta que hace dos años -comentó el hermano de Ana- me llamó a
la oficina una señora que dijo ser tu mujer y me dio la noticia de tu muerte.
Le di el pésame y me comentó la posibilidad de que Ana y Víctor intercedieran
para que una hija tuya entrara a trabajar en una compañía de discos. Quedamos
en que me volvería a llamar para darme los datos y enviarme un currículo, pero
no lo hizo. Comenté con Ana y Víctor la noticia. Apenados, quedaron a la espera
de más noticias que no llegaron. Pasó el tiempo y al llegar a A Coruña y no
verte aparecer antes del concierto, te echamos de menos y repasamos los buenos
momentos compartidos. Y el recuerdo a tu persona caía de cajón...
Más que de cajón, cayó de "féretro", añadí entre risas.
Las circunstancias de mi óbito
Cierto, desde que nos conocimos en 1971, con el pingüino de Nonito de por medio –tal y
como narré en el primer volumen de mis histerias–, cuando juntos o por separado
Ana Belén y Víctor Manuel venían a A Coruña siempre me acercaba a saludarnos y
compartir mesa y mantel, si sus compromisos lo permitían.
En aquella ocasión,
por compromisos familiares, no pude acercarme a hotel ni tampoco a los ensayos
del Coliseo y, en vez de saludarlos antes del concierto, decidí hacerlo al
terminar. Y se armó la que se armó.
Ana Belén y Víctor Manuel volvieron a A Coruña en el 2006 para
actuar, esta vez, en el Palacio de la Ópera. Un día antes de su llegada la
secretaria de ambos pidió mi teléfono a Quique Pena, director del Palacio de la
Ópera por entonces,, y de paso le preguntó si estaba vivo, por si las moscas.
Recibí la llamada para ir a comer juntos, acompañado de mi esposa.
La comida transcurrió entre anécdotas y recuerdos de sus viajes a A Coruña,
ciudad a la que profesan mucho cariño. No hubo marisco, pero se pusieron –nos
pusimos– morados de pimientos de Padrón,
y no precisamente por el hecho de que picaran demasiado. En vista de su
adicción a los mismos, les prometimos el envío de semillas de esta variedad tan
apreciada de pimientos, para que las plantaran en su finca de Guadalajara.
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