DE COMO ENRIQUETA SUCUMBIÓ AL ARRULLO VOCAL DE MARÍA DEL MAR
BONET
En enero de 2003 la Fundación Barrie de la Maza ponía en marcha el
segundo Ciclo de Voz bajo el título Voces
femeninas sobre blanco y negro, donde
en la sobriedad de un escenario y con la compañía de un piano, las voces
desnudas de Luz Casal, María del Mar
Bonet, Cathy Jordan, Susana Rinaldi y Dulce Pontes mostraron su excelente
madurez musical.
Tras Luz Casal, que lleno el Auditorio en las dos funciones
programadas, le toco el turno a la cantante mallorquina María del Mar Bonet,
que le ha puesto música al mediterráneo, en letras que comprometen el pensar. Visitaba otras aguas y lo hacía en compañía
del pianista Manel Camp, colaborador habitual suyo.
Con un silencio respetuoso el público estaba absorto en el
desarrollo del concierto cuando, en las
butacas de la parte alta del Auditorio una voz estalla con estruendo en la
tranquilidad ambiental rompiendo el sosiego de la escucha: "¡Enriqueta!,
¿qué tes?"
El público que estaba en las proximidades del epicentro sonoro
busca con la mirada el motivo de tan apremiante interrogación que se repite
con reiteración en varias ocasiones
aumentando su escala de ansiedad con un "¡contesta Enriqueta!", que definitivamente dispara la intranquilidad
en la zona alta del auditorio, mientras en el escenario María del Mar Bonet
hace caso omiso al rumor que origina la inquietud de un aparente desmayo de
alguien del público.
Rápidamente al lugar del que provenía el alboroto se desplaza un
médico que junto al personal de sala, atienden a la persona en cuestión que
seguía sin reaccionar y la traslada al vestíbulo al tiempo que se avisa al 061,
que llega con prontitud. Se le toma la tensión y revisan otras constantes
vitales y el diagnóstico no arroja ninguna anomalía, pero, Enriqueta (una
señora de cierta edad) sigue inconsciente. Al poco rato, vuelve en sí, abre los
ojos y con evidente cara de susto se encuentra rodeada de personas…
Está como asustada por la situación, y quiere saber que está pasando.
Se lo dice su amiga, la que dio la voz de alarma, y se pone colorada.
"¡Estoy bien, estoy bien!", repite antes de explicarse. "Es que
venia muy cansada de La Solana y aquí se
estaba tan a gusto, que me quedé dormida".
Y bien dormida que estaba para no
despertar con las voces y los meneos que le dio su compañera de butaca ni
tampoco durante el traslado al vestíbulo de la fundación.
Cuando despertó de su letargo, en las caras de las personas que
aún la rodeaban, el gesto de preocupación dio paso a una sonrisa y el susto se
convirtió en una simpática anécdota que alcanzó, aunque de pasada, al
repertorio de María del Mar Bonet, que con dulzura e intimidad se paseó en la
voz dejando tras sí múltiples y afrutados sabores con seductor perfume a
mestizaje (como si de un buen vino se tratara, provenientes de muy diversas
cepas estilísticas) ante los que sucumbió Enriqueta.
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